Cuando españoles y británicos se reúnen, inevitablemente hablan estos días de Cataluña y de Escocia. Así ha sido en las Tertulias Hispano-Británicas que en su 25ª edición han tenido lugar este fin de semana en Madrid, un foro informal extremamente cálido y útil, en el que se tejen buenas relaciones.
Se ha hablado de ello en los pasillos, en las comidas y almuerzos. No, salvo en la final, en las sesiones más formales, en las que el tema predominante ha sido el euro (no porque los británicos no lo quieran para ellos, sino porque también les va la vida en que se consolide aunque ellos sigan fuera).
Nadie ve un referéndum en los próximos años, desde luego no antes de las elecciones generales de 2015. Es decir, no antes del referéndum en Escocia sobre la independencia previsto para el otoño de 2014. Son muchos los que piensan que si el Reino Unido se saliera de la Unión Europea, entonces Escocia sí se declararía independiente para permanecer en la UE. La tradición jurídica escocesa, que deriva del Derecho Romano, está mucho más próxima a la continental que la inglesa.
Edimburgo ha pedido un parecer a los servicios jurídicos en Bruselas sobre qué pasaría en caso de independencia. Si no hubiera Estado sucesor (como Rusia lo fue de la Unión Soviética), los dos nuevos Estados, Escocia e Inglaterra-Gales-Irlanda del Norte, tendrían ambos que solicitar el ingreso en la UE (lo que sería dudosos en el caso de los ingleses).
Algunos de los participantes en las Tertulias creen que si hubiera un referéndum en Inglaterra sobre la separación de Escocia, seguramente triunfaría. Inglaterra no necesita tanto a Escocia como el resto de España a Cataluña.
En todo caso, las diferencias entre Escocia e Inglaterra son marcadas no solo por el tamaño, sino por los valores, por los distintos tipos de prestaciones sociales en uno u otro territorio. Así, las tasas universitarias han aumentado sobremanera en Inglaterra, mientras que se mantiene prácticamente la gratuidad en Escocia. La gratuidad para los escoceses y, como no se puede discriminar, para otros europeos. Pero los ingleses han de pagar. Cameron con sus recortes la ha estado haciendo campaña al brillante independentista escocés Alex Salmond.
El historiador Noman Davies señalaba recientemente que el debilitamiento de cuatro factores juega en favor de la independencia escocesa: el fin del imperio y el debilitamiento de la Royal Navy, del protestantismo (¡Cuánto anglicano ateo había en estas Tertulias!), y de la monarquía, aunque en este último caso quepa alguna duda. Pues probablemente los independentistas planteen mantener la unión de las coronas, con un mismo monarca, incluso si se separan. Es decir, una vuelta a la situación existente en 1606 frente a la que se creó en 1707.
Los sondeos indican que una tercera parte de los escoceses (podrán votar a partir de los 16 años) están a favor de la independencia; otro tercio en contra; pero dos tercios son partidarios de más autonomía. Este marco decidirá el futuro.