Andrés Ortega

Discretamente hacia la Unión Política

Por: | 07 de diciembre de 2012

Edemocracy

De cara al próximo Consejo Europeo, los días 13 y 14 de diciembre, el Gobierno de Mariano Rajoy va a presentar en breve una contribución española al desarrollo de la Unión Política en la UE que no implique cambios en los tratados, sino modificaciones en sus modos de funcionamiento, sobre todo para paliar el problema del déficit democrático de algunas instituciones. Nadie se la ha pedido. Pero es positivo que España demuestre capacidad de propuesta, y que el Gobierno lo haya hecho consultando a la oposición socialista, a expertos y a think tanks.

Así la contribución recogerá, entre otros elementos, que de cara a las próximas elecciones al Parlamento Europeo en junio de 2014, los partidos políticos europeos presenten sus candidatos a la Presidencia de la Comisión Europea. Y el que tuviera más apoyos, sería nombrado por los Gobiernos.  Incluso se propone dar un paso más, y que esos aspirantes vayan también en las listas al Parlamento Europeo en sus respectivos países, pero hagan campaña en los diversos Estados miembros. Aunque no tanto como una elección directa –que sí le daría plena legitimidad democrática al presidente de la Comisión- tal avance empezaría a llenar un vacío y daría significado a unas elecciones que se suelen despreciar. No crearía un demos europeo, pero permitiría avanzar a la espera de que se reformen los tratados.

Respecto a la Unión Política, y temeroso que un esfuerzo necesario en este terreno dificulte un acuerdo perentorio sobre la Unión Bancaria, las medidas que está proponiendo el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, junto a los de la Comisión, el Eurogrupo y el BCE, son demasiado vagas. Él mismo se ha declarado contrario a la elección del presidente de la Comisión Europea por sufragio directo.

Hay una cierta reticencia en algunos gobiernos (de Francia y Holanda, entre otros) a entrar en el complejo proceso de reformas de los tratados, dado que pueden acabar en refrendos de incierto resultado, sobre todo en tiempos de crisis económica. Y sin embargo otros muchos expertos, e incluso según ha dejado traslucir, la propia Merkel, creen inevitable que se tendrá que llegar a ello (y a una reforma de la Constitución alemana, sancionada por referéndum como ha sugerido el Tribunal de Karlsruhe). Lo primero que habría que reformar es el sistema de reforma para que, como ocurrió con el Pacto Fiscal, pudiera entrar en vigor cuando lo hubiera ratificado un número dado de Estados miembros, lo que pondría presión sobre los refrendos que va no podría resultar paralizadores (salvo en el caso de Alemania y Francia, por una cuestión de hecho, pues, parafraseando a Orwell, en la UE aunque todos los Estados son iguales, hay unos más iguales que otros).

Pasa un poco como con la Constitución española. Algunos de los actuales responsables políticos, temerosos de perder en el proceso, prefieren no tocarla, pese a su obsolescencia y pérdida de legitimidad parciales (el último Barómetro del CIS arroja que un 52,5% de los españoles se considera poco o nada satisfecho con la Constitución). Se trataría de lograr los mismo objetivos por medios de interpretaciones y leyes, sin tener que modificar la Carta Magna. Pero, al final, esta Constitución  -sobre la que no se han pronunciado los que en España tienen menos de 52 años-, habrá que modificarla, como habrá que tocar los tratados europeos. Tanto en Europa como en España estamos entrando en un periodo constituyente, aunque no queramos llamarlo aún así.

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Avanzar hacia la Unión Política de Europa significa, como bien sugiere Andrés Ortega, europeizar los procesos electorales ya que, al final, habrá que elegir entre todos los europeos al Presidente del Gobierno europeo. Pero eso conlleva algo más: significa europeizar, de alguna manera, a los partidos. La cuestión es: si los partidos son la "fábrica" donde se gestan y se forman los líderes políticos que nos van a gobernar, ¿qué cambios habría que hacer para que este proceso de europeización no se traduzca en peores líderes, fruto de la imposición de cuotas territoriales? Incluso, ya puestos, habría que ver si, de paso, se cambian los mecanismos internos de los partidos para que nos ofrezcan líderes a la altura de lo que verdaderamente necsitamos. Recomiendo, en este aspecto, la lectura de este artículo:
http://www.otraspoliticas.com/politica/%c2%bfque-politicos-para-el-2030

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Sobre el autor

, europeo por nacimiento (padre español, madre francesa), convicción y profesión, ha sido corresponsal en Londres y Bruselas y columnista y editorialista de El País, director de Foreign Policy Edición Española y dos veces Director del Departamento de Estudios en La Moncloa. Le interesa casi todo. Ha publicado (con A. Pascual-Ramsay) ¿Qué nos ha pasado? El fallo de un país. Su primera novela se titula Sin alma.

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