De mamas & de papas

De mamas & de papas

De la comedia más almibarada al thriller más terrorífico, todo es posible en un día con hijos. En este espacio, padres y madres que a la vez son periodistas, y los lectores, comparten información y experiencias para sobrevivir a estos años apasionantes pero agotadores. Participa en los comentarios o a través de nuestro correo

Ese bebé de la publi no es gracioso, está gordo

Por: | 25 de febrero de 2016

A modo de aclaración. [Ante la polémica suscitada por este post, quiero subrayar que su único objeto es llamar la atención sobre la obesidad infantil —que empieza a edades más tempranas de lo que a priori podríamos pensar—, desmitificar la creencia de que para que un bebé sea sano debe estar gordo y reflexionar sobre el papel de la publicidad en todo esto. El uso de la palabra ‘bebé’ en sentido amplio (no me refería a un niño de meses) en el titular y las imágenes publicitarias publicadas en un primer momento pueden haber sido poco acertadas y haber inducido a errores de interpretación. En ningún momento se dice ni se recomienda ni se insinúa en este texto que haya que poner a bebés a régimen ni que un bebé de aspecto rollizo no sea perfectamente normal y sano.

Para aclarar estos puntos, consulté de nuevo al pediatra José María Paricio, al que pregunté si hay bebés con sobrepeso e incluso obesos y a partir de qué edad se puede hablar de obesidad infantil. Esta es su respuesta: “Efectivamente hay lactantes menores de hasta casi 2 años que pueden estar gordos de verdad, con michelines impresionantes. A veces al 2º mes de vida ya. Y están con lactancia materna exclusiva o toman pecho a los 12 meses y comen mucha verdura y nada de pasta y están en percentiles muy altos o por encima del 97 incluso. Y están sanos. Estos bebés, si comen sano, a partir del año empiezan a dejar de aumentar y crecen y su aspecto ya no llama tanto la atención. A partir de los 3-4 años, el exceso de peso ya es muy difícil de justificar como un signo de salud. Es decir que, por simplificar, antes de los 3 años si un bebé parece gordo o tiene claramente sobrepeso según las tablas de crecimiento, hay que ver qué está comiendo y si se mueve o no. Si come sano, por ejemplo leche materna, verduras, etc, no hay que hacer nada más que esperar, que seguro que se normalizará hacia los 3 años. Por encima de los 3 años, es difícil de creer que esté con una dieta bien balanceada y adecuada al ejercicio que hace. Por encima de los 3 años, tener sobrepeso es motivo de preocupación y de consulta a pediatra y/o nutricionista”.]

PubHace ya 10 años que se decidió que, para luchar contra la anorexia, las modelos que desfilaban en la Pasarela Cibeles debían tener un peso mínimo. ¿Y qué hay de un peso máximo para los bebés modelo con el fin de atajar la obesidad infantil? Porque ese nene con triple molla en el brazuelo que te mira sonriente desde gran parte de los anuncios de productos destinados para ellos no es gracioso, está gordo.

Y un bebé gordo, en contra de lo que opina tu madre, tu vecina y tu cuñada, no es un bebé saludable, sino la semilla de un posible futuro diabético, hipertenso o enfermo cardiovascular y, lo que es todavía peor, con una esperanza de vida menor que la tuya. Hace años que la OMS viene alertando de que la obesidad es una auténtica epidemia. En España, un 27,8% de la población infantil (de 2 a 17 años) padece obesidad o sobrepeso, según la Encuesta Nacional de Salud 2011–2012, la última publicada. El Informe Aladino revela un dato escalofriante: la prevalencia del sobrepeso y la obesidad entre los siete y ocho años, la franja de edad que se considera indicadora del futuro, es del 43%.

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Galletas
Un niño coge una galleta de un bote. / CORBIS

Entre dos cajas de galletas, una con el logo visible de la Asociación Española de Pediatría y otra sin él, ¿creerías que la que lleva el sello es mejor que la que no? Al fin y al cabo, es la asociación de los médicos a los que confías la salud de tus hijos. Si algo lleva su sello, será bueno para ellos. ¿O no? Si te fijas en el supermercado, este logo aparece en varias marcas de galletas dirigidas a los niños, en algunos yogures o en cereales de desayuno. Y no es el único. Puede parecer broma, pero los Bollycao, es decir, bollería industrial de toda la vida, llevan estampado bien grande el sello de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación.

Puede que no lo pienses conscientemente, pero sí puede influir en tu decisión de compra. Y eso es lo que pretende impedir la Organización Médica Colegial, la institución que agrupa a todos los colegios de médicos de España, cuya Comisión Central de Deontología ha aprobado recientemente una declaración que prohíbe este tipo de uso de los sellos de sociedades médicas científicas en marcas comerciales al considerar que no es ético. Según el texto, este tipo de prácticas suponen "una forma de publicidad subliminal asociativa en la que se entiende que el producto viene avalado por la sociedad científica cuya imagen o logo figura en el mismo producto o en una imagen en la que aparecen ambos". Os recomiendo que leáis aquí la declaración completa, que es muy clara y no tiene desperdicio.

A la espera de la reacción de estas instituciones y de comprobar si se dan o no por aludidas, el presidente de la Organización Médica Colegial, Juan José Rodríguez Sendín, es tajante: "Yo les diría a los consumidores que duden de la verosimilitud de todos los productos con sellos de sociedades científicas, organismos o instituciones médicas". Es decir, que en vez de pensar que son mejores que otros productos, "pongan en duda su credibilidad y ventajas". Rodríguez Sendín, en conversación telefónica, insiste en que "los médicos no están para hablar de estas cosas, sino para recomendar buenas prácticas sanitarias y de salud", y que "todo lo demás son pamplinas".

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Risas contra el cáncer infantil

Por: | 15 de febrero de 2016

Jt1
Mario, emulando a Han Solo. (Juegaterapia)

No seguí demasiado la serie Pulseras Rojas, la que retrata la vida de varios chavales aquejados de diversas enfermedades en la planta de pediatría de un hospital. Pero sí vi algunos capítulos. Recuerdo que la serie tomaba la enfermedad de los chavales como la percha, la excusa que hacía que se encontrasen. A partir de ahí, aun con la muerte sobrevolándoles, lo que la serie contaba realmente era la vida. Las alegrías y sinsabores de los ingresados, sus correrías nocturnas, sus amoríos, buenas y malas rachas, sus deseos y sus temores, sus disgustos, su amistad. La vida. Olvidaban -y olvidaba el espectador- la enfermedad y se centraban en todo lo demás. Eso mismo es lo que pretende desde 2010 la Fundación Juegaterapia. Es una organización sin ánimo de lucro que se dedica fundamentalmente a hacer que los niños que están hospitalizados olviden, siquiera por un rato, eso, que están hospitalizados, que padecen una enfermedad. La Fundación le declaró recientemente la guerra al cáncer y hoy, día Internacional del Cáncer Infantil, quieren compartir con todo el mundo eso de lo que hablábamos, lo que no es la enfermedad de los niños enfermos. Sus risas, concretamente.

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Lo que no te cuentan en los cursos preparto

Por: | 02 de febrero de 2016

image from https://s3.amazonaws.com/feather-client-files-aviary-prod-us-east-1/2016-02-02/60b99d43f2774970b9d6d891bf2d165f.png
Escenón del capítulo 'Un momento Kodiak', de 'Doctor en Alaska'.


Hay un capítulo de Doctor en Alaska (Northern Exposure en VO o La Última Frontera en Latinoamérica) en el que Maggie lleva a Fleischman en su avioneta a un pueblo todavía más remoto que Cicely a dar unos cursos de higiene personal. Cuando llegan, se encuentran con un buen número de parejas primerizas que esperan un curso preparto. Una vez aclarada la confusión, Joel empieza así la primera clase: "Hay cuatro palabras que necesitan saber para prepararse adecuadamente para el parto, tomen nota señoras: YO-QUIERO-LA-EPIDURAL".

Durante años, fruto de la aprensión y de la ignorancia, pensaba exactamente así, que esas cuatro palabras eran lo único que tenía que saber sobre el parto. Y logré llegar a los treinta y tantos sin enterarme  (queridas amigas que me contasteis vuestras terroríficas experiencias, lo confieso, no os escuchaba, pero no por falta de amor verdadero sino por verdadero pánico). Sin embargo, todo cambió en el preciso instante en el que, tumbada para la primera ecografía de mi embarazo, la ginecóloga sentenció: "Este es el primero saquito gestacional y este es el segundo". Me entró un miedo de tal calibre solo con imaginar los dolores de parto dobles que pasé de no querer saber nada a sobredocumentarme.

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Qué hacer en caso de acoso

Por: | 26 de enero de 2016

Acoso
Niños finlandeses en un programa contra el acoso infantil. (UNIVERSIDAD DE TURKU)

Tengo que confesarlo: tengo miedo. Se ha despertado de nuevo ese miedo a raíz del caso de Diego, que conocí la semana pasada cuando se hizo pública la desgarradora carta que escribió a sus padres antes de quitarse la vida porque ya no podía soportar más el acoso que sufría en el colegio. Me aterra que cualquiera de mis hijos sea víctima de acosadores y me aterra igualmente, casi más, que cualquiera de ellos se ponga al otro lado y se convierta en acosador. Que experimenten o inflijan a otro el sufrimiento que Diego no pudo soportar, ni el colegio o los padres detectar. Las burlas, los insultos, las amenazas, los chantajes, quizá los golpes, aunque me da que no son lo peor, los golpes se quitan, las heridas físicas se curan, a lo mejor las otras no, tardan más en cerrar, pueden ser indelebles, igual no se curan nunca.

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Libros

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

por Cecilia Jan

Tener hijos está bien. En eso estamos todos de acuerdo. Es uno de los momentos más felices en la vida de una persona. Pero, como diría el maestro Yoda, tiene también un lado oscuro: falta de sueño, pechos caídos, poco sexo (y rapidito), gritos, llantos y discusiones... ¿Por qué nadie nos avisó antes de todo esto? Este libro no es una guía ni un manual de autoayuda, sino un recuento de todas esas cosas, recogidas con humor —la mejor forma de sobrevivir— por una madre reciente y que, pese a tener ya tres niños, se siente aún una primeriza.

Anécdotas de guardería

Anécdotas de guardería

por Javier Salvatierra

Veinte niños que no llegan al metro de estatura. Una habitación cerrada. Un solo adulto. Los enanos juegan, aprenden, comen (¡ellos solos y sin protestar!), duermen la siesta e incluso obedecen hasta que llega la hora de volver a casa. ¿Cómo es posible? Este libro abre la puerta de estas escuelas para contar todo lo que allí sucede. Por fin descubrirás cómo se las ingenia la profe de tu hijo para sobrevivir cada día cuando tú tienes serias dificultades para controlar a un solo niño en casa.

El País

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