Tema recurrente, pero inevitable. Lo he hablado tantas veces en los últimos años, en los últimos meses, en los últimos días, que bien merece su post en este blog. Y sobre todo que opinéis. Recogemos las voces de madres trabajadores y de un padre crítico. Madres y mujeres que explican cómo se montan su día a día, cómo combinan el trabajar y el tener hijos y las dificultades que tienen. No se trata de llorar sino de constatar. Y para no caer en tópicos, ahí va el horario de una madre trabajadora en un día normal, en el que todo sale normal, no os cuento qué pasa cuando falla algo de la cadena. Se llama Mery, es abogada y tiene tres hijos de cinco, cuatro y dos:
6.30 Suena el despertador. Ducha y café.
7.15 Levanto a los dos mayores, cinco y cuatro años. Nos vestimos y desayunamos.
8.00 Llega la canguro que se queda con la de dos años y me llevo a los mayores al cole.
8.50 Llego al trabajo. Jornada reducida de siete horas. Todas del tirón. Me llevo el tupper. Como en mi mesa.
16.00 Salgo disparada del trabajo camino del cole a recoger a los mayores.
17.00 Recojo a los dos mayores, mientras la pequeña está en la guardería y la recoge la canguro.
19.00 Baños, pijama, cena y preparar mochilas.
20.15 Dibujos.
20.30 Lavar dientes, cuentos y a la cama.
21.15 Preparar la cena, preparar el tupper para el día siguiente… y caer rendida en el sofá.
Y a continuación algunas experiencias de mujeres que han podido escoger.
María, madre de dos niños de seis y tres años, negocio propio: “Los tiempos han cambiado vertiginosamente y no hemos sabido adaptarnos a la era de las súperwomans. Queremos llegar a todo sin renunciar a nada y ahí esta el grave, gravísimo error. Siempre hemos oído en casa que lo primero es la familia, pero resulta que ahora lo primero es la vida profesional. El gran dilema es compaginar las tareas sin volverse loco. Algunas madres consiguen el equilibrio y otras se pierden en el intento. Lo que más ayuda es tener un marido responsable que te ayude en las tareas familiares. Lo demás se aprende cada día”.
Blanca, madre de un hijo de 14 años y periodista: “Yo soy partidaria de compatibilizar. Con todos los esfuerzos y ataques de culpabilidad, que son muchos: cuando entras en una reunión de padres como una tromba porque llegas tarde después de dejar el trabajo, porque envías a la canguro al pediatra y dices aquello de 'yo ya llegaré', cuando los deberes se complican e intentas corregir un ejercicio de gramática por teléfono, cuando tienes que ponerte las pilas del trabajo pese a que estás de fiesta… Pues pese a todo vale la pena. Porque nosotras no podemos dar un paso atrás en lo que tanto ha costado conseguir –independencia, sobre todo- y porque forma parte de la educación de los hijos. Es decir, que ese esfuerzo de las madres –y los padres- es una lección práctica que no dan en la escuela”.