De mamas & de papas

De mamas & de papas

De la comedia más almibarada al thriller más terrorífico, todo es posible en un día con hijos. En este espacio, padres y madres que a la vez son periodistas, y los lectores, comparten información y experiencias para sobrevivir a estos años apasionantes pero agotadores. Participa en los comentarios o a través de nuestro correo

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Libros

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

por Cecilia Jan

Tener hijos está bien. En eso estamos todos de acuerdo. Es uno de los momentos más felices en la vida de una persona. Pero, como diría el maestro Yoda, tiene también un lado oscuro: falta de sueño, pechos caídos, poco sexo (y rapidito), gritos, llantos y discusiones... ¿Por qué nadie nos avisó antes de todo esto? Este libro no es una guía ni un manual de autoayuda, sino un recuento de todas esas cosas, recogidas con humor —la mejor forma de sobrevivir— por una madre reciente y que, pese a tener ya tres niños, se siente aún una primeriza.

Anécdotas de guardería

Anécdotas de guardería

por Javier Salvatierra

Veinte niños que no llegan al metro de estatura. Una habitación cerrada. Un solo adulto. Los enanos juegan, aprenden, comen (¡ellos solos y sin protestar!), duermen la siesta e incluso obedecen hasta que llega la hora de volver a casa. ¿Cómo es posible? Este libro abre la puerta de estas escuelas para contar todo lo que allí sucede. Por fin descubrirás cómo se las ingenia la profe de tu hijo para sobrevivir cada día cuando tú tienes serias dificultades para controlar a un solo niño en casa.

Pan para hoy... y para mañana

Por: | 28 de octubre de 2011

Panadero
La semana pasada estuvimos haciendo pan. Unas cuantas madres y algún padre blogueros con nuestros niños, en uno de los colacaos (como llamamos en el diario a los eventos o actividades a los que nos invitan a los periodistas) más divertidos a los que he asistido. La idea era que un panadero de la Escuela de Panadería de Madrid enseñase a los pequeños a hacer pan mientras una nutricionista nos explicaba a los mayores la importancia de este alimento. En la práctica, los padres nos lanzamos, con la excusa de ayudar a los niños, a hacer figuritas de lo más diversas con la masa, como tortugas, caracoles, flores, Bob Esponja y hasta un campo de fútbol. Una especie de plastilina más blandita y que algunos de los pequeños se lanzaron a comer en crudo, despreciando los montaditos de jamón que nos ofrecieron de merienda.

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Madre y trabajadora, ¿quién da más?

Por: | 26 de octubre de 2011

Ricardeneltrabajodesumadre

Tema recurrente, pero inevitable. Lo he hablado tantas veces en los últimos años, en los últimos meses, en los últimos días, que bien merece su post en este blog. Y sobre todo que opinéis. Recogemos las voces de madres trabajadores y de un padre crítico. Madres y mujeres que explican cómo se montan su día a día, cómo combinan el trabajar y el tener hijos y las dificultades que tienen. No se trata de llorar sino de constatar. Y para no caer en tópicos, ahí va el horario de una madre trabajadora en un día normal, en el que todo sale normal, no os cuento qué pasa cuando falla algo de la cadena. Se llama Mery, es abogada y tiene tres hijos de cinco, cuatro y dos:

6.30 Suena el despertador. Ducha y café.

7.15 Levanto a los dos mayores, cinco y cuatro años. Nos vestimos y desayunamos.

8.00 Llega la canguro que se queda con la de dos años y me llevo a los mayores al cole.

8.50 Llego al trabajo. Jornada reducida de siete horas. Todas del tirón. Me llevo el tupper. Como en mi mesa.

16.00 Salgo disparada del trabajo camino del cole a recoger a los mayores.

17.00 Recojo a los dos mayores, mientras la pequeña está en la guardería y la recoge la canguro.

19.00 Baños, pijama, cena y preparar mochilas.

20.15 Dibujos.

20.30 Lavar dientes, cuentos y a la cama.

21.15 Preparar la cena, preparar el tupper para el día siguiente… y caer rendida en el sofá.

Y a continuación algunas experiencias de mujeres que han podido escoger.

María, madre de dos niños de seis y tres años, negocio propio: “Los tiempos han cambiado vertiginosamente y no hemos sabido adaptarnos a la era de las súperwomans. Queremos llegar a todo sin renunciar a nada y ahí esta el grave, gravísimo error. Siempre hemos oído en casa que lo primero es la familia, pero resulta que ahora lo primero es la vida profesional. El gran dilema es compaginar las tareas sin volverse loco. Algunas madres consiguen el equilibrio y otras se pierden en el intento. Lo que más ayuda es tener un marido responsable que te ayude en las tareas familiares. Lo demás se aprende cada día”.

Blanca, madre de un hijo de 14 años y periodista: “Yo soy partidaria de compatibilizar. Con todos los esfuerzos y ataques de culpabilidad, que son muchos: cuando entras en una reunión de padres como una tromba porque llegas tarde después de dejar el trabajo, porque envías a la canguro al pediatra y dices aquello de 'yo ya llegaré', cuando los deberes se complican e intentas corregir un ejercicio de gramática por teléfono, cuando tienes que ponerte las pilas del trabajo pese a que estás de fiesta… Pues pese a todo vale la pena. Porque nosotras no podemos dar un paso atrás en lo que tanto ha costado conseguir –independencia, sobre todo- y porque forma parte de la educación de los hijos. Es decir, que ese esfuerzo de las madres –y los padres- es una lección práctica que no dan en la escuela”.

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Al padre de Pau se le ha parado el corazón

Por: | 24 de octubre de 2011

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Me gusta pensar como Pau. Que Jordi, su padre, está en el cielo. Cuando Elisabet le comunicó la semana pasada que a su padre se le había parado el corazón, Pau, de cinco años, le preguntó: “¿Y dónde está?”. “¿A ti donde te gusta pensar que está?”, repreguntó ella. “En el cielo”. Es bonito, grande y también es práctico: el cielo siempre está. Jordi murió la semana pasada después de más de dos años ganando batallas contra un cáncer. Tenía 41 años y si queréis conocerle un poco más, recomiendo este emocionante artículo que Carina Farreras escribió en La Vanguardia. Sin protagonizarlo, en el texto se cuela Elisabet, la madre de Pau, que como Jordi nos ha dado una lección enorme: que el miedo a morir impide vivir, la frase entrecomillada que titula la página del periódico.

Hasta ahora, en las clases del parvulario de nuestra escuela habían afrontado la muerte de abuelos y algún tío, pero nunca la del padre de un alumno. Una vez más admiro como el equipo de maestras se preparó en las semanas anteriores y como esta primera semana ha acompañado a Pau. En los últimos días de vida de Jordi, la maestra de P5, habló con los niños del corazón: qué animales lo tienen, si nosotros lo tenemos, para qué sirve, qué pasa cuando se para… La maestra del grupo unitario –el parvulario tiene un funcionamiento singular que expliqué el curso pasado en este post—tuvo la vista de dar la oportunidad a Pau para que explicara a sus compañeros la enfermedad de su padre y que estaba en el hospital. Y lo más bonito, mientras al resto de familias nos devolvieron las fotos de las vacaciones, dejaron colgadas en el corcho de la clase las de Pau y su familia. Así Jordi está presente y será un referente el día que el niño se decida a hablar del tema. Compartirán que aunque no esté aquí, siempre será su padre, que le podrán recordar a través de la memoria y las fotos, que la pena se hace pequeña a medida que pasa el tiempo, que si se comparte y se reparte ya no es tan grande…

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Familias de segunda

Por: | 21 de octubre de 2011


Título familia numerosa
Resulta que mi familia es de segunda. Eduardo y yo, que llevamos viviendo juntos ocho años, tenemos tres hijos en común y lo compartimos todo, no somos una familia como Dios y la ley mandan, por lo que no tenemos los mismos derechos que las demás. ¿Que quién lo dice? La Ley de Familias Numerosas aprobada por el PP en 2003, y que el Gobierno progresista de los últimos ocho años no se ha molestado en reformar. Esta ley no reconoce como tales a las parejas de hecho con tres o más hijos (25.893, según el último censo, de 2001, cifra que sin duda ha aumentado ya que en la actualidad, uno de cada tres hijos nace fuera del matrimonio en España).

En realidad, la ley no hace más que recoger un sentir muy arraigado todavía en los más mayores: que sin boda, no se forma una verdadera familia. Así, la primera reacción tanto de mi madre como de mi suegra al contarles que somos objeto de una discriminación injusta y arbitraria es "¿y por qué no os casáis?". Hay que recordarles entonces, con nombres de conocidos en la mano, que el matrimonio hoy en día no es garantía de nada, y lo que menos, de estabilidad. De las parejas de gente de mi edad a cuyas bodas he asistido, sé de primera mano de tres que ya se han divorciado, tras convivir menos tiempo del que llevo yo con Eduardo, y en dos de los casos, sin llegar a tener hijos. ¿Eran ellos más familia que nosotros? ¿De qué les ha servido prometer ante un cura y decenas de personas que iban a permanecer juntos hasta que la muerte les separase?

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Restaurantes para ir con niños (II)

Por: | 14 de octubre de 2011

El Blayet, en Perellonet


Ahora que el tiempo aún invita a salir en familia, creo que es el momento de rescatar el post sobre restaurantes donde ir a comer con niños  con el menor agobio posible para padres, hijos y demás comensales (que ya generó un debate sobre si los niños tienen derecho a entrar en cualquier local o debería prohibirse en algunos). Algunos tienen instalaciones profesionales (piscina de bolas, parque infantil, animadores, etc), y en otros, aunque no tengan tanto despliegue, se nota que el personal está acostumbrado a familias con niños y que estos son bien recibidos. Se trata de una lista comunal, con la descripción de los lectores, que ahora actualizo con más sitios que me han llegado o que he probado.

 

NOTA: Consulta aquí la última versión actualizada del listado, a 18 de mayo de 2012.

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¿Es un tabú el primer mes de maternidad?

Por: | 10 de octubre de 2011

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“El primer mes es muy duro. Vas a tener momentos de sentirte mal, triste, sola, físicamente débil, desbordada, de pensar que nada volverá a ser lo de antes, que nunca más caminarás bien, ni montarás en bici ni disfrutarás del sexo como antes. Pero tranquila, es normal, le ocurre a todo el mundo y, ya verás, se pasa”.  Nunca agradeceré bastante las palabras de mi madrina unos días antes de parir. Fue la única persona que me advirtió de la dureza del primer mes después de parir al primer hijo. Y tan importante como avisarme de lo que me iba a ocurrir, me consoló: todo vuelve a su sitio. Así fue. En lo primero y en lo segundo.

Desde entonces, a las amigas que antes de parir me han preguntado qué les esperaba, solo a las que han preguntado, les he explicado lo mismo. La felicidad es inmensa, indescriptible, brutal, buscada, compartida, pero hay peros. Si te han hecho episotomía ir al baño es un drama; levantarse de la cama en casa cuesta mucho más que en el hospital; el olor de las pérdidas del postparto es muy desagradable; secarte las partes con secador, humillante; la visión de las grapas de una cesárea, no te digo; te darán las doce y no te habrás duchado; cuando te suba la leche te dolerán tanto las tetas que hasta te molestará la toalla (aunque luego la lactancia funcione perfectamente; si no, no la angustia puede ser terrible); a veces los entuertos duelen mucho; habrá ratos en los que imaginarás tu foto en los quesitos de la Vaca Lechera; por mucho que lo intentes, no podrás evitar algunas visitas indeseadas, tocarán el timbre justo en ese ratito que habías logrado dormir; te apetecerá comer platitos pero tendrás cero ánimo para cocinar… y el día que por fin hayas quedado para salir llegarás una hora tarde (porque el bebé te pedirá más teta de la cuenta y en el momento de cruzar la puerta se cagará y se manchará el modelito hasta el cogote). Etcétera…

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Recién parida, glamurosa y atendiendo a las visitas

Por: | 07 de octubre de 2011

Victoria Beckham Mientras estaba en el hospital al poco de dar a luz a Elisa, me imaginaba a Angelina Jolie o a Victoria Beckham en situación tan poco glamurosa: un camisón absurdo que se ata con un par de nuditos, que si te los pones hacia atrás se te ve el culo; hacia adelante, los pechos; mientras crees que te desangras con una compresa tamaño XL entre las piernas, intentas dar de mamar a un bebé al que estás conociendo, te escuecen los puntos y te duelen los entuertos, te caes de sueño, y sonríes, o, al menos, tratas de no parecer borde mientras hablas con las visitas.

Y eso que, por suerte, he tenido pocas visitas, rápidas y respetuosas en cada uno de mis tres partos: mis padres y mi hermano y tres o cuatro amigos cada vez (nada parecido al relato jocoso de blogdemadre). Todavía compadezco, aunque no la haya visto ni la cara, a la pobre madre que subieron a planta a las once de la noche mientras esperábamos a que nos dieran el alta a los dos días de nacer Elisa. En cinco minutos, sin exagerar, contamos a ocho personas que entraron en su cuarto, insisto, ¡a las once de la noche! y celebraron con gran algarabía el nacimiento, mientras supongo que las demás puérperas y sus bebés intentaban dormir en sus habitaciones pese al ruido.

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Si lo digo, se enfadarán conmigo

Por: | 05 de octubre de 2011

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Una madre de tres hijos cuenta lo que le pasó una tarde cualquiera de una semana cualquiera.

"Después del cole, va María y me suelta que en el patio los tres amigos del alma de su hermano de cinco años le han llenado las braguitas de piedras; que ella no quería, pero unos la agarraban y los otros le metían las piedras....¡va, hombre, va! Al instante me dirijo a su hermano y le pregunto ¿es verdad lo que me cuenta María [cuatro años]? Sí,  y me mira medio avergonzado, medio riéndose, a la espera de mi reacción. ¿Y tú no has hecho nada para evitarlo?, le pregunto. Es que si les digo que no lo hagan se enfadarán conmigo..... Me contesta".

¿Qué hacer en una situación como ésa? Le pregunto a Gemma Cànovas, psicóloga clínica.

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Las malas madres odiamos ir al zoo

Por: | 03 de octubre de 2011

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Conozco por lo menos a seis: malas madres que odiamos ir al zoo. ¡Mira que haber traído niños al mundo si no nos gusta pero que nada ir a ver animales! Por suerte para nuestros vástagos, somos malas madres, pero también somos responsables: si hay que ir, se va. Por muy lúdico y educativo que sea, lo odiamos y lo esquivamos tanto como podemos, pero un par de veces al año –las imprescindibles para amortizar los euretes del carné familiar- hacemos el esfuerzo. Bocadillos, plátanos, galletas, agua, sonrisa Profidén y veeeeeeenga. El sábado, en el de Barcelona, éramos 5.000. No es una cifra inventada. Lo pregunté en información.

-¿Hoy cuánta gente ha venido?

- Unas cinco-mil personas.

La marabunta –motivo suficiente para evitar ir a cualquier sitio- no impide cruzar miradas con otros progenitores y cerciorarse de que un "Club de padres y madres que odian ir al zoo" tendría mucho éxito. La misma cara de querer irse a los cinco minutos de entrar; el mismo arrastrar de pies sin aliento; los mismos resoplidos en las colas; el mismo “ya me quedo yo con la pequeña, entrad vosotros a ver los leones marinos”; el mismo “por mi, cuando queráis nos vamos”.

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