De mamas & de papas

De mamas & de papas

De la comedia más almibarada al thriller más terrorífico, todo es posible en un día con hijos. En este espacio, padres y madres que a la vez son periodistas, y los lectores, comparten información y experiencias para sobrevivir a estos años apasionantes pero agotadores. Participa en los comentarios o a través de nuestro correo

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Libros

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

por Cecilia Jan

Tener hijos está bien. En eso estamos todos de acuerdo. Es uno de los momentos más felices en la vida de una persona. Pero, como diría el maestro Yoda, tiene también un lado oscuro: falta de sueño, pechos caídos, poco sexo (y rapidito), gritos, llantos y discusiones... ¿Por qué nadie nos avisó antes de todo esto? Este libro no es una guía ni un manual de autoayuda, sino un recuento de todas esas cosas, recogidas con humor —la mejor forma de sobrevivir— por una madre reciente y que, pese a tener ya tres niños, se siente aún una primeriza.

Anécdotas de guardería

Anécdotas de guardería

por Javier Salvatierra

Veinte niños que no llegan al metro de estatura. Una habitación cerrada. Un solo adulto. Los enanos juegan, aprenden, comen (¡ellos solos y sin protestar!), duermen la siesta e incluso obedecen hasta que llega la hora de volver a casa. ¿Cómo es posible? Este libro abre la puerta de estas escuelas para contar todo lo que allí sucede. Por fin descubrirás cómo se las ingenia la profe de tu hijo para sobrevivir cada día cuando tú tienes serias dificultades para controlar a un solo niño en casa.

El mal rato de elegir escuela... y que te toque

Por: | 27 de febrero de 2012

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Va este post para dar ánimos y solidarizarme con el mal rato que están pasando las familias a quienes les toca escoger escuela y pasar por el proceso de preinscripción. No hablo de la guardería, que son dos, máximo tres cursos. Me refiero a la educación de 3 a 12, cuando a los que somos de grandes ciudades parece que nos vaya la vida en la elección: estamos decidiendo dónde pasará nuestra descendencia buena parte de los próximos nueve años. Si pública, concertada o privada. En el barrio o fuera. Que tengamos puntos. Primar el proyecto educativo. O las instalaciones. Que tenga cocina propia. Que den importancia al inglés. La impresión que nos causa el Ampa. Que ofrezca ESO y Bachillerato o que nos gusten los institutos de referencia. Jugar la carta de la primera opción en las públicas. El precio, contando el comedor y la piscina. Uf, solo de pensarlo me pongo mala. De hecho, me puse mala en su día.

Hoy en día el viacrucis tiene en Google la primera estación: las páginas web de las escuelas. Hay auténticas virguerías y páginas de vergüenza ajena, cutres y sin actualizar. Aunque luego no tiene por qué traducirse en el día a día de los centros, la primera impresión cuenta. Como ayuda plantarse en la puerta de la escuela a la hora de entrar o de salir y observar a padres, profesores y alumnos.

Segunda estación: las jornadas de puertas abiertas. Una romería que  estresa como pocas cosas. Cuadrar agendas por dos frentes: con el curro y con el padre. Escuelas que las realizan en horario escolar para que veamos la máquina en marcha. Escuelas que las hacen de tarde-noche, para que las familias puedan colocar a los niños y atender las explicaciones sin interrupciones. O a media tarde, con el riesgo de mix de padres que acuden con niños que dan la vara y otros que los han dejado con alguien. Esos saludos con padres que conocemos del barrio o de la guardería. Y esas miradas recelosas: esto es la selva y o te toca a ti o me toca a mi… Se trata de revelar la menor información posible sobre nuestros planes.

Uno de los momentos estrella es cuando el director o directora revela LA cifra: el número de hermanos que entrarán directamente a la clase de tres años. Ahí arranca un auténtico juego de estrategia: si nos la jugamos en el  sorteo poniendo la escuela que más nos gusta como primera opción, o vamos a lo seguro: una que no nos guste tanto pero que sepamos que entraremos.

Se hacen decenas de llamadas. A conocidos que han pasado por lo mismo.  Conocidos que son ex alumnos de escuelas que nos gustan. Conocidos de conocidos que son, hoy, padres de la escuela… Yo hice barbaridades: pedí entrevista con la inspectora de una escuela que nos gustaba pero atravesaba una grave crisis, con un enfrentamiento entre un sector de padres y un sector del claustro.

Hay otro factor importante: en la elección de escuela ponemos sobre la mesa nuestros valores y prioridades. Que no siempre son los mismos que los de nuestra pareja. O los de su familia. Asistí al dramón que se montó en una pareja de amigos por culpa de un “cariño, mi familia lleva cuatro generaciones estudiando en La Salle y no voy a romper la tradición”.

Al final, hay que ponerlo todo en la batidora (o en un cuadro de Excel), pasar unas cuantas noches en vela, echarle valor y tener un poco de suerte. Aunque como dice un buen amigo: por mucho que hayas entrado en la escuela deseada, nunca te libras de la duda de si elegiste bien.

Quiero una 'lintendo'

Por: | 22 de febrero de 2012

7422023Me tuve que oír a mí misma diciendo lo que me decía mi madre: "No lo tendrás hasta que cumplas18 años. No, no, no. Y me da igual que lo tenga tu amiga". La niña imploraba: "Quiero una lintendo para cuando cumpla los seis años. Lo tiene mi amiga Pepa y lo tiene Eli que tiene cuatro. Es injusto. Me parece fatal que no me la compres", dice la criaturita con solo cinco años. Cinco años y ya estamos con estas... pensé que tardaría mucho más en llegar y también pensé que lograría un pacto con los padres de las amigas de mi hija para no tener que comprar ni la consola ni el móvil de turno.

Los pactos no funcionan. Primero cae uno, después otro y después aquella amiga que jurarías que nunca le compraría una máquina a su hija, va y le compra una Nintendo. Me dice que lo han aceptado porque permite que la niña mueva las neuronas, que es lo único tecnológico que tiene de todo lo que hay en el mercado y que, por supuesto, lo usa de forma muy restringida. Yo la creo porque es una gran madre y mi mejor amiga. Sin embargo, sigo pensando. ¿Qué hay que hacer? ¿Hay que ceder? Yo no estoy dispuesta, eso lo tengo claro. Aunque no se cuánto tiempo podré aguantar la presión de mi retoña.

Le pregunto a Helena Tolosa, maestra y psicopedagoga. "Más que el momento uno tiene que valorar la responsabilidad y la madurez del niño o la niña. Hay que tener en cuenta los usos que puede hacer de la tecnología. Puedes regalarle un móvil iphone a un niño de diez años con todo completo y no te das cuenta qué le estás regalando. Si el niño no es maduro tiene la posibilidad de conectarse en clase, de grabar al profe y colgarlo en youtube, de grabar amiguitos... és decir, de ponerse en algunos problemillas", explica Tolosa. "Es importante que los padres valoren...si le regalo un ordenador, ¿tiene mi hijo capacidad de controlarse ante los juegos?, ¿ respetará las normas de conexión?, ¿será una fuente de peleas?, ¿cómo es mi hijo?... ¿me arriesgo ya, o como en estos momentos no tengo tiempo ni excedentes de energía, mejor no lo hago porque tener esto en casa puede  representar un conflicto que no podré gestionar de momento? Lo cierto es que a veces los padres y las madres nos quejamos de muchas dinámicas que se dan en casa, pero cuando regalamos el móvil, el ordenador o la consola, no valoramos suficientemente si será o no una fuente importante de conflictos. Hay que dejar las pautas claras de uso en el momento de regalarlo". Lo tengo claro. La lintendo tendrá que esperar… por lo menos hasta que cumpla seis.

Crianza en red

Por: | 21 de febrero de 2012

Crianza-redMientras escribo esto, tengo abierta en otra pestaña el grupo de Facebook El médico de mi hij@, del que ya hablé hace unas semanas. Y en otra el twitter de @demamasdepapas en el que seguimos a pediatras, webs temáticas, educadores o madres blogueras -de las que ya escribió el año pasado mi compañera Clara Blanchar-, que lanzan mensajes útiles, curiosos o interesantes relativos a crianza y niños.

No son más que una muestra de cómo Internet se ha erigido en una enorme comunidad en la que los padres y sobre todo las madres (no es machismo ni feminismo, es una constatación de la realidad) buscamos y encontramos apoyo en nuestras cuitas diarias con los pequeños. Y es que, con menos tiempo y distancias mayores, sin la red de apoyo que antiguamente formaban abuelas, tías, primas y vecinas (o precisamente para esquivarlas y buscar opiniones distintas), la posibilidad de encontrar a golpe de ratón gente con tus mismas preocupaciones, intereses o ideas sobre crianza es irresistible.

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Cuadros raros

Por: | 16 de febrero de 2012

¿Cómo reacciona un niño de cuatro años la primera vez que se enfrenta al Guernica, de Pablo Picasso? "¡Qué cuadro más raro!", dice, al ver las figuras imposibles del pintor malagueño. "¡Qué chica más fea!", nos suelta ante un dibujo del genio. "Tiene la cara triangular", oímos ante un nuevo retrato en el que se entremezclan frente y perfil. Vamos a ver "cuadros raros".

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Esas posturas taaaaaan de madre

Por: | 13 de febrero de 2012

Este es un post a cuatro manos. Las de la ilustradora Glòria Vives y las de quien escribe. Twitter mediante, nos descubrimos hace unas semanas y le propuse ilustrar un post que llevaba tiempo en mente: posturas típicas y tópicas de madres del siglo XXI, conciliando que es gerundio y dándole a la árnica, cuando, como veréis, la lumbares, dorsales y cervicales sufren de lo lindo. Glòria tiene un blog, Julia al dia, en el que narra el día a día de su maternidad. Me gustan la frescura de sus dibujos, la paleta de colores y las tramas que utiliza y el punto de autorretrato que tiene la madre protagonista: la melena oscura y rizada es marca de la casa (la suya). Estoy segura de que no será la última colaboración. Y me alegro, porque como dice Carlos, un amigo suyo, Glòria lo va a petar.
Postures 2

Saboreando, sa-saboreando
Dice Glòria que si su madre y su suegra la ven en plena faena, como en la imagen, la desheredan. Yo digo que fijo que su madre y su suegra podrían ser también la prota de la ilustración. La escena va en contra de cualquier manual contra los accidentes domésticos, pero que levante la mano quien no se haya encontrado con el niño en una mano, la cuchara de madera en la otra y la cabeza ladeada sosteniendo el teléfono. En el 99% de los casos en el otro lado de la línea está la madre, la suegra o la canguro, con quienes negociamos la logística del día siguiente: el niño no baja de 38º.

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¿Por qué los padres franceses son mejores?

Por: | 09 de febrero de 2012

Rebeca Gimeno, periodista económica, madre y amiga, me pregunta cómo es que no hemos tocado el tema en el blog. ¿Padres? ¿Franceses? Le pido que me envíe una explicación. Rebeca escribe para De mamas & de papas:

La revista The Economist le dedicó hace unos días una crítica en su sección de libros. Esta semana es la noticia más leída del Wall Street Journal en Europa. No se equivoquen, no es un libro de economía. Es una reseña sobre el libro de la periodista y madre Pamela Druckerman, sobre la educación de los niños. Más concretamente: ¿por qué los padres franceses son mejores? Si no teníamos bastante con envidiar a las francesas porque nunca engordan, ahora también parece que pueden dar clases sobre paternidad. 

LibroRebeca prosigue: Druckerman, que en la actualidad vive en París con sus tres hijos, cuenta que la idea de escribir este libro le surgió durante una comida en un restaurante. Se dio cuenta de que su hija era la única que estaba tirando comida al suelo y portándose mal. El resto de los niños se sentaba, utilizaba los cubiertos para comer "su plato de pavo au basilic con arroz y salsa Provençal" mientras sus padres charlaban tranquilamente. Así que empezó a preguntar a amigos, conocidos para averiguar qué es lo que hacían las madres francesas para conseguir que sus hijos se comportaran así de bien. Primera conclusión: los niños franceses aprenden desde muy pequeños a esperar, a tener paciencia. Las lecciones extraídas de Druckerman han recibido hasta la bendición de "la madre tigre" Amy Chua .

Desde luego el libro está despertando mucho interés en el mundo anglosajón (porque es con el que se compara la crianza francesa). El otro día en una reunión de amigos-padres en casa hablamos de este tema. ¿Realmente es posible que los franceses lo hagan mejor? Desde luego tiene mucho mérito que un niño de tres años sepa que tiene que esperar a que sus padres terminen de hablar para que le hagan caso. O que juegue solo sin necesidad de un adulto. O que respete los límites que se le marcan sin grandes rabietas. O que se siente la mar de formal a comer en un restaurante mientras los padres mantienen una conversación. La conclusión a la que llegamos es que siempre es bueno fijarte en las cosas que hacen bien otros padres (no importa su nacionalidad) e intentar aplicarlas. Yo siempre me acuerdo de las cuñadas americanas de mi hermana pequeña. Jamás elevan el tono de voz. Todo, aunque sea la mayor bronca del día, se dice con la misma calma. Y yo sigo sin poder hacerlo. La tercera vez que le digo a Pau que se ponga los zapatos ya me sale un  "PAUUUUUUUU. Los zapatOOOOOOSSSSS!!!".

Nunca es tarde

Por: | 08 de febrero de 2012

 

Más allá de las preocupaciones diarias y mundanas que sufrimos los padres de niños pequeños, supongo que todos tenemos en la mente una duda: ¿Cómo serán nuestros hijos de mayores?

Os pongo un precioso vídeo que acabo de ver, que refleja de forma poética cómo nuestros hijos, al principio lienzos en blanco, crecen y cambian, y cómo a veces, su vida se tuerce. Y la importancia de ayudarles entonces. 

Es un anuncio del Gobierno noruego para buscar familias de acogida para adolescentes, subido por Diagram Consultores

Cuenta atrás

Por: | 05 de febrero de 2012

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Estoy en plena cuenta atrás. En unas pocas horas, me levantaré y me incorporaré al trabajo, dejando a mi pequeñina durante unas larguísimas ocho horas. Es mi tercera cuenta atrás, y aunque es cierto que no voy llorando por las esquinas, es inevitable tener un nudo en el estómago y sentir cierta indignación.

Elisa tiene exactamente seis meses y medio. No soy ni Carme Chacón ni Soraya Sáenz de Santamaría, no me espera un ministerio ni tengo que salvar España; tampoco soy autónoma, así que me he permitido el inmenso lujo de criar, cuidar, sufrir y mimar a todos mis bebés durante todo el tiempo reglamentario (baja maternal, lactancia, vacaciones y chupetines) y con Elisa, incluso, he añadido 20 días de excedencia. Pero aun a riesgo de que me lean mis jefes, la verdad es que no me apetece volver al trabajo todavía. Lo hago porque el plan de Eduardo de regalarme una excedencia de un par de años a través del Euromillones no ha funcionado, y ya somos familia numerosa... 

Como las otras dos veces, sigo preguntándome por qué se considera que mi bebé, que casi no se da la vuelta (es un poco vagueta), no se mantiene sentada sola sin ayuda, no habla, no tiene ni un diente y casi toma  exclusivamente de mi leche, ya es lo suficientemente madura como pasar tanto tiempo sin mí. En fin...

 

Al teatro, en la cama

Por: | 01 de febrero de 2012

TEJEDERAS

Hay que subir muchos pisos, pero cuando llegas te espera la recompensa. Una cama y una narradora dispuesta a contarte un cuento. No es una cama confortable. Un colchón y una manta gris un poco áspera sobre una estructura de madera vieja. Está oscuro. Las camas son individuales. El público se saca los zapatos. Solo una luz mortecina ilumina la narradora y su libro.

Vamos a escuchar la historia de Buchettino (Pulgarcito, en italiano), según la versión de Perrault. Los niños se estiran nerviosos en sus camas. Los padres, muy cerca de ellos, también se ocupan las camas. En el ambiente, una mezcla de curiosidad e inquietud. Es más que probable, lo contrario sería sorprendente, que casi todos los presentes asistan por primera vez a una obra de teatro estirados en una cama. Arranca el cuento. Los niños escuchan atentamente. Alguno se cuela en la cama de su padre.

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El País

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