Cuando trabajas en una redacción, ves muchas más noticias de las que luego aparecen publicadas en un periódico o se dan en un telediario. Así que no sé si esto que cuento es pura psicosis mía o responde a la realidad que viven los adolescentes y en algunos casos, chavales más pequeños. Estoy suscrita a las notas de prensa de la policía, y casi diría que día sí, día no, recibo alguna relativa a menores, sexo y redes sociales o nuevas tecnologías.
Casos típicos son los de pedófilos que contactan con menores a través de redes sociales haciéndose pasar por otros chavales (o no, como en la nota que me llegó ayer, en la que un hombre de 29 años decía que tenía 22), y que intentan quedar con ellos, y en algunos casos lo logran. A veces engañados, otras coaccionados ya que antes han conseguido que los adolescentes les envíen fotos comprometidas y les amenazan con difundirlas. Pero los casos que me llaman la atención porque cada vez son más frecuentes son los de adolescentes, normalmente chicas, acosadas por sus propios compañeros, mediante la difusión por redes sociales o Whatsapp de fotos o vídeos en los que salen desnudas o realizando algún acto sexual. Casos que demasiadas veces, tanto en España como en otros países, acaban incluso en suicidio, como el de la canadiense Amanda Todd, que contó en el vídeo de arriba su terrible historia.
Noticias que hacen pensar que son adolescentes como lo fuimos nosotros, con la dosis de inconsciencia y falta de percepción del riesgo típica de la edad, pero con unas armas de comunicación masiva que se pueden convertir, sin mucho esfuerzo, en armas de destrucción masiva. Y es que el acoso escolar siempre ha existido, pero ahora no puedes huir de él ni en tu propia casa, ni aunque te mudes de barrio o de ciudad.