Más fea me pongo yo cuando me enfado!
Mi amiga Eva es una madre excelente. Entre otras cualidades, tiene una paciencia que parece infinita, que une a un gran sentido del humor a la hora de explicarle a su hijo, de casi seis años (la misma edad que mi hijo mayor) por qué no debe hacer esto, o por qué debe hacer lo otro, con el resultado de que el niño parece que razona, también con humor, y se queda con la copla. Eva también resiste con tranquilidad envidiable accidentes caseros de esos que al resto de los padres nos suelen crispar bastante, tipo bebidas derramadas, comida fuera del plato, agua salpicada por la casa; o el ritmo a veces tan cansino de los niños de esta edad, aunque creo que esto tiene más bien que ver con que ella también es de natural pausado...
En fin, mi amiga Eva es la madre que yo creía que sería cuando aún no sabía lo que era ser madre. Una madre paciente, con buen humor, que no se preocupara por naderías, capaz de crear un clima de diálogo con mis hijos y de pasar horas jugando o haciendo manualidades con ellos... Pero la realidad me ha puesto en mi sitio, y me ha descubierto que pese a que quiero ser así, la mayoría de las veces no me sale ser así: me enfado cuando a los niños se les caen las cosas, aunque yo soy bastante pato y tiro vasos, me mancho al comer y rompo cosas. Me enfado cuando tardan en hacer lo que les digo. Me enfado de tener que repetirles todo hasta la extenuación. Me enfado de que me pidan cosas sin parar. Me enfado cuando gritan. Me enfado cuando se pelean. Me enfado cuando no saben gestionar sus frustraciones y ellos también se enfadan. Resumiendo, me enfado cuando son niños, lo que es muy habitual ya que son tres y son, desde luego, muy muy niños (casi seis, cuatro y dos años).
Y a veces no solo me enfado. A veces caigo en el lado oscuro y grito. A veces me convierto en mi vecina Alfonsa, a la que cuando yo era niña oía cómo gritaba a sus tres hijos a través del descansillo. No llego al punto de la Manoli, una antigua vecina de Eduardo que, en la vanguardia de la pedagogía, gritaba a sus hijos "Como te pille te voy a chocar contra la pared!!!!", pero hay días que debo de parecer una verdadera loca, a mis propios vecinos y lo que es peor, a mis propios hijos. Y no me gusta. No me gusto. Pero no consigo evitarlo.