Hace un par de meses, operaron a Natalia, de cuatro años y medio. Fue una pequeña intervención sin gravedad en La Paz (Madrid). Solo estuvimos unas horas por la mañana, pero impresiona ver a niños tan pequeños como los que estaban en la zona del hospital de día, algunos bebés de solo un año, con su batita, esperando con sus padres y solo unos pocos juguetes y cuentos a su alcance.
¿Cómo debe ser para un niño estar ingresado en un hospital durante días, semanas, incluso meses? ¿Qué debe sentir al sufrir interminables pruebas y tratamientos? "Se le hace el día muy largo, estar tanto tiempo sin poder salir a la calle, estar al aire libre, les acaba deprimiendo", explica Carolina Hoyos Sánchez, madre de Lucas, de seis años, que este año estuvo cuatro meses ingresado en La Paz por leucemia complicada con una infección pulmonar. Aunque es una enfermedad en la que hay que ir paso a paso, cuenta, "estamos bien. La última prueba de médula estaba limpia, y ya ha vuelto al cole".
Para ayudar a sobrellevar los largos días de ingreso, las horas de inmovilización para recibir la quimioterapia, Carolina me explica que fue fundamental la ayuda de Juegaterapia, una fundación que recoge consolas, videojuegos y otros dispositivos electrónicos usados, y los distribuye entre los niños con cáncer ingresados en hospitales.