De mamas & de papas

De mamas & de papas

De la comedia más almibarada al thriller más terrorífico, todo es posible en un día con hijos. En este espacio, padres y madres que a la vez son periodistas, y los lectores, comparten información y experiencias para sobrevivir a estos años apasionantes pero agotadores. Participa en los comentarios o a través de nuestro correo

Dejad de hacer eso

Por: | 22 de abril de 2015

Nina
Una pequeña se revuelca en el parqué de la Bolsa de Nueva York. REUTERS


Son cosas que yo hacía, que pasan, supongo, de generación en generación, que sacaban de quicio a mis padres y me sacan a mi. Que agotan. Seguro que hay más y seguro que habrá gente que ni las haya conocido. Estas son las mías.

  1. Dejad de regar la cocina cada vez que coméis. Habrá casos y casos. Los habrá que sean pulcros como querubines rizosos, puros, inmaculados, que no solo no ensucian, sino que parecen alejar de sí cualquier atisbo de porquería. Pero los hay que son como batallas en las selvas de Vietnam. En un caso cercano, conoce uno un par de dos que son capaces de esparcir metralla (léase migas y otras víctimas del comer descuidado) incluso bebiendo zumo. Y sin pan. Son batallas en las que, entiendo, aparecen charlies por todas partes, ¡sargento, solicito refuerzos!, ¡avanzaaaad!, ¡malditos amarillos!, ¡cubra el flanco oeste, cabo, es una orden!, ¡apoyo aéreo, apoyo aéreo!, ¡mierda, Johnson ha caído!, ¡Dios mío, esto es un infierno!… El caso es que el resultado es como una explosión, hay escombros en un radio incomprensible alrededor del sujeto, fuera de toda explicación racional. Hay más fuera que dentro. ¿Cómo has comido para convertir tu sitio en el epicentro de una violenta reacción en cadena? Todo esto lo piensa uno, claro, escoba en mano. O ante la lavadora, firme ante los lamparones, manchurrones, churretes y otras medallas conquistadas en la batalla.

  2. Dejad de obligar a repetir las cosas cien veces. Los niños traen de serie una peculiar capacidad para ignorar olímpicamente ciertas palabras, ciertas frases, tales como “a comer”, “lávate las manos”, “haz los deberes”, “recoge tu habitación”, “vete a la cama”, “pruébate esto” o “no hagas eso”. Es una capacidad retardada, latente, que aflora a cierta edad y que años después, ante una pareja o un trabajo, se atenúa o desaparece. Es selectiva también, porque se relaciona directamente con lo dicho por los padres, menos con lo dicho por profesores, amigos o padres ajenos. Convierte al impúber en absolutamente inmune al sonido de esas frases, no las sienten como propias, como dirigidas a ellos, flotan en una dimensión distinta. Incluso aunque suelten frases de confirmación, que deben de ser automáticas (¿me has oído? Sí, papi. … Cri, cri). Solo se alinean con la dimensión del interpelado, se hacen audibles, cuando, agrupadas en decenas, superan la barrera del sonido civilizado y, en forma de grito o amenaza, penetran en su psique de forma violenta, provocando incluso a veces su indignada reacción. Hay excepciones, claro, pero suelen tener que ver con caramelos y otros dulces y con regalos. El desgaste que provocan en el que pronuncia tales frases es como un trabajo físico.

  3. Dejad de hacer que os den de comer. Hay niños, y aquí me refiero a los más pequeños, capaces de trepar (atracciones de parques, rocas en el campo, árboles…) a alturas alucinantes, por cuerdas, piedras, barras de hierro, entramados a veces supercomplicados. Hacen dibujos que sorprenden por su calidad o juegan a juegos difíciles, que requieren habilidad, concentración, dosis de creatividad, forma física, esfuerzos prolongados o violentos. Se meten en recovecos minúsculos, arrastrándose, doblándose como hace mucho que no se dobla uno, retorciéndose, salvando obstáculos. Corren de forma enloquecida, a veces durante mucho tiempo… Entonces, ¿por qué, sentados a la mesa, parece tan complicado coger una cuchara o un tenedor y llevarlos a la boca? Da igual si les gusta la comida o no, el caso es que el cubierto lo tenga otro.

  4. Dejad de poneros delante las puertas. Este es un fenómeno que a más de uno debe de tener hablando solo. No sé si tendrá que ver con esa ansia infantil de ser el primeeeer. No sé si será por causa de falta de formación -el movimiento circular, angular, no se da hasta bachillerato. No sé si es falta de atención. A veces tiende uno a pensar que es simple mala leche. El caso es que es matemático: ante una puerta que abre hacia uno, los niños se colocan delante, de forma que no se puede abrir. Así, el portador de la llave tiene que girar la llave/accionar el pomo, retirarse un paso hacia atrás y convencer a los que se han apostado delante de que, o se retiran a su vez un par de pasos o no podrán pasar a ninguna parte. Y en este trance, suele ser de aplicación el punto número dos.

  5. Dejad de pelearos por cualquier cosa. Me viene a la mente en este punto el famoso efecto mariposa. Ya sabéis: una mariposa bate las alas en Motilla del Palancar y un tornado arrasa las Filipinas. La cosa más nimia puede desencadenar una tormenta. Un muñeco, un juguete, un complemento de ese juguete, ni eso, una mirada, nada, un gesto, quizá no tanto, medio, cuarto y mitad… La catástrofe. Gritos, a veces algún golpe, más gritos. ¿Por qué os peleáis? Es que yo, es que él/la… A veces ni lo saben, el motivo era tan escaso que se lo ha llevado el viento de la tempestad. Una derivada que favorece este fenómeno es la innata y automática querencia del objeto con el que se acaba de hacer el otro. Lo has tenido a veinte centímetros los últimos seis meses, pero basta que lo coja tu hermano para que se convierta automáticamente en lo que has estado buscando toda tu vida. Es mío, lo tenía yo, dámelo, que lo sueltes… Y cuando uno interviene en plan Salomón, las respectivas culpas suelen desatar otro ventarrón que hasta puede superar al original. Agotador.

  6. Dejad de llamar cada 15 segundos. No es permanente, pero cuando se da, crispa. Son esas ocasiones en que uno tiene algo que hacer o no, simplemente le apetece sentarse un ratito, leer, freír un calamar, echar un vistazo al periódico, echar una partida al Candy Crush, mirar por la ventana, cuajar una tortilla de patatas que le sale a uno divinamente, pasar el aspirador… Y entonces, justo entonces, suena el pequeño. Papá, mira qué he hecho, papá, no puedo poner esto, papá, ¿me coges la caravana de Peppa Pig?, papá, juega conmigo, papá, he ido al baño, papá, mira qué jugadón acabo de hacer, papá, Arteche tiene más puntos que Messi y Cristiano juntos en los cromos, papá, ¿me limpias?, papá tengo mocos, papá, ha caído el Dow Jones… Y todas esas necesidades se suceden a intervalos perfectos de duración variable, la justa para resolver el entuerto y regresar durante escasos segundos a la tortilla, el aspirador o el sillón. Entonces vuelve a sonar el niño.

  7. Dejad de revolcaros por el suelo. Esta debe de ser por tener el centro de gravedad más abajo que los adultos. En la calle, en casa, en el super, en el hiper, en el centro de la plaza del pueblo… Cuerpo a tierra. Y a lavar.

Y sobre todo, sobre todo, sobre todo, no dejéis de hacerlo. No todavía. Aún no. Por favor.

Hay 8 Comentarios

Me he sentido muy identificada lo de llamar cada 15 segundos, siempre coincide con el día que tengo más trabajo, que estoy ocupada o que tengo en mandar un mail urgente. ¡Arg!

Está súper interesante el artículo. Creo que muchos de nosotros nos vemos reflejados en esas situaciones.

http://www.cuentosinfantilesconvalores.com/

Me recordo a alguien!!!

Es como si estuvieras relatando mi vida diaria. Al dedillo!

¡Qué alivio! pensaba que los únicos 'incivilizados' eran los míos...;-)

Muy buen artículo. Si os interesa ver un regalo muy especial, echar un vistazo a las pulseras y complementos de este blog.
Súper económicas y muy originales. Con un dibujo de tus hijos pulseras, llaveros, fundas.... Desde 15 euros.

https://blogkemono.wordpress.com

¿Quieres ganar un iPad Mini?

Deja volar tu imaginación y participa en el Concurso de Dibujo “Dibuja tu sofá del futuro” que organiza La Tienda HOME.

Para participar:

- El participante ha de ser un niño/a entre 3 y 11 años de edad bajo el nombre de su representante mayor de edad.

- El representante ha de rellenar el formulario del siguiente enlace con sus datos y subir el dibujo del sofá del futuro realizado por el niño/a mediante un medio electrónico o papel. Se añadirá la edad y nombre del niño/a y una frase descriptiva del dibujo
http://basicfront.easypromosapp.com/p/190460

-Por último, el representante ha de ser fan de nuestra página de Facebook La Tienda HOME

Tienes hasta el 7 de Junio para mostrarnos tu talento artístico.

¡A dibujar! ‪#‎CreatividadModoON‬

En un pequeño viaje de mi memoria, miro atrás y me veo gritando: ¡NO HAGAS ESO!, cuando descubrí a mi hijo jugando con sus heces en el suelo. Ahora me gustaría verlo de nuevo haciéndolo. ¡Qué rápido pasa el tiempo!

Publicar un comentario

Si tienes una cuenta en TypePad o TypeKey, por favor Inicia sesión.

¡Participa!

¿Tienes dudas sobre cuestiones pediátricas o de crianza para nuestro consultorio? ¿Quieres compartir alguna experiencia o proyecto interesante? ¿Conoces algún plan interesante para ir con niños? Escríbenos aquí

Eskup

Libros

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

Cosas que nadie te contó antes de tener hijos

por Cecilia Jan

Tener hijos está bien. En eso estamos todos de acuerdo. Es uno de los momentos más felices en la vida de una persona. Pero, como diría el maestro Yoda, tiene también un lado oscuro: falta de sueño, pechos caídos, poco sexo (y rapidito), gritos, llantos y discusiones... ¿Por qué nadie nos avisó antes de todo esto? Este libro no es una guía ni un manual de autoayuda, sino un recuento de todas esas cosas, recogidas con humor —la mejor forma de sobrevivir— por una madre reciente y que, pese a tener ya tres niños, se siente aún una primeriza.

Anécdotas de guardería

Anécdotas de guardería

por Javier Salvatierra

Veinte niños que no llegan al metro de estatura. Una habitación cerrada. Un solo adulto. Los enanos juegan, aprenden, comen (¡ellos solos y sin protestar!), duermen la siesta e incluso obedecen hasta que llega la hora de volver a casa. ¿Cómo es posible? Este libro abre la puerta de estas escuelas para contar todo lo que allí sucede. Por fin descubrirás cómo se las ingenia la profe de tu hijo para sobrevivir cada día cuando tú tienes serias dificultades para controlar a un solo niño en casa.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal