08 marzo, 2008 - 17:26
Ahora el silencio
Han asesinado a Isaías Carrasco y han acabado con la campaña. Los avatares electorales parecen de pronto lejos, ante la brutalidad del terror y la eliminación de una persona por haber sido concejal de su pueblo. De nuevo, esa imagen: la de que este es un estúpido juego de niñatos, que se sienten oprimidos porque los demás no se les someten y que por eso matan a trabajadores. Su actividad terrorista resulta igual de miserable cuando las víctimas son de grupos acomodados, pero, al decirse revolucionarios, el esperpento lo representa su ensañamiento con la gente de a pie. Repasen la lista de las víctimas de ETA, recuerden las últimas: predomina la gente humilde, con una vida que ha sido más difícil, con mayor necesidad de dar el callo, que la de sus asesinos, “los oprimidos”, cuyas vidas de pseudorevolucionarios aficionados a las hazañas bélicas conocemos cuando les detienen. Por lo común, han tenido más oportunidades vitales que sus víctimas. Ahora, los señoritos quieren liberarnos matando a un trabajador de la autopista.
En la barbarie de Mondragón se han concentrado todos los dimes y diretes que la política antiterrorista ha provocado esta legislatura. Los excesos verbales olvidaban en qué consiste el terrorismo, qué son las víctimas. Se ha jugado a su apropiación y uso político. Lo resumió Patxi López, cuando le espetó a Rajoy al recibirle en la capilla ardiente: “no queremos volver a escuchar al PP que traicionamos a las víctimas, porque es injusto”. “No es eso, no es eso”, salió María San Gil, queriendo explicarlo y seguro que era sincera. Pero resuena cerca la acusación de “agresión” a las víctimas.
ETA está derrotada hace tiempo, sus paranoias no pueden desestabilizar España y la democracia, a la vista está. Pero sí tiene capacidad de asesinar y de que así la vida de miles de personas siga siendo una pesadilla. También de convulsionar esporádicamente la vida política. Seguirá sucediendo, si se hace electoralismo de la política antiterrorista y no se logra la unidad democrática frente a ETA. Sucederá, mientras la pregunta que se hagan los políticos, los periodistas, los ciudadanos, los especialistas, internet… sea la de a quién favorece este asesinato, electoralmente.
Vds. y yo hemos participado las últimas horas en alguna conversación de este tenor, a quién beneficiará el atentado. Es lo único que ha conseguido ETA, que consideremos un asesinato como un factor político. Es mucho, por la deshumanización que implica. Nos dedicamos a valorar un crimen como si fuese el resultado de alguna sutil estrategia y no una mamarrachada de unos asesinos que andan sueltos.
Ayer por la tarde me preguntaron, pues pensaban que yo sabía algo de esto. “En realidad, ¿ETA por qué mata?” No supe qué contestar.