La ventaja de la izquierda en las legislativas francesas y la posibilidad de que el Partido Socialista alcance la mayoría absoluta, anticipada por los resultados de la primera vuelta, confirma que François Hollande tendrá pocas dificultades para ejecutar la política que desee en los próximos años. Ahora bien, falta concretar cuál es esa política. Si tendrá margen para intentar una línea autónoma, o si "los mercados" han tomado demasiado protagonismo en la eurozona como para pensar en que la política puede embridarles.
Los comienzos han sido muy prudentes. Durante la campaña electoral se han producido algunos gestos amables hacia grupos de electores, como el adelanto de la edad de jubilación a los 60 años para los que trabajan desde muy jóvenes, o el anuncio de un incremento del salario mínimo. Pero continúan en la indefinición los puntos más complicados del programa presidencial, sobre todo el alza de la presión fiscal, con el que la izquierda pretende recaudar más ingresos entre los más acomodados, y romper definitivamente con la época de Nicolas Sarkozy.
Ni el presidente ni su partido se han visto obligados a explicarse apenas durante la campaña. La derecha sufre la desaparición de un líder tan activo como Sarkozy, que llenaba todos los espacios y tomaba las decisiones clave. Y sus generales se han encargado de hacerle unos funerales confusos, en los que no ha quedado nada claro quién tomará el bastón de mando. La derecha bastante tiene con organizar su derrota para que no acabe en hecatombe, y de momento lo está consiguiendo: la UMP y aliados cercanos han logrado el 34% de los votos en la primera vuelta. A distancia del Partido Socialista y sus partidos más próximos, situados en el 40%.
Pero los problemas europeos llaman insistentemente a la puerta, y esto es una novedad en un país que votó "no" a la Constitución europea en 2005. La batalla más urgente del euro se libra en España y el Gobierno de París se ha volcado a favor del colosal plan de rescate pedido por el Gobierno de Mariano Rajoy para el sistema financiero. Es una apuesta "por la solidaridad europea", ha confirmado el ministro de Economía, Pierre Moscovici. El funcionamiento de la zona euro debe ser reestructurado por entero, y eso es un objetivo que se anuncia complejo no solo por las diferencias con la canciller alemana, sino ante un Rajoy que parece creerse que 100.000 millones de euros le van a llover como una simple "línea de crédito", sin mayores contrapartidas.
El presidente francés tendrá que definir su política europea a medio plazo. Pero antes habrá de cerrar filas en el interior. ¿Gobernar en solitario o contar con aliados? En la primera vuelta se ha debilitado el Frente de Izquierdas, lastrado por la derrota de su líder, Jean-Luc Mélenchon, frente a la ultraderechista Marine Le Pen. Desafiada por aquel en su feudo, y tras una campaña muy sucia, Le Pen ha obtenido el 42% de los votos en el distrito del Pas-de-Calais que se disputaban, situándose en posición favorable para hacer su entrada triunfal en el Parlamento. Por el contrario, Mélenchon, el tribuno que aspiraba a reunir desde los socialistas disidentes a los comunistas y la extrema izquierda, fracasa en la apuesta de convertirse en el valladar frente a los ultras y ni siquiera podrá sentarse en la Asamblea Nacional. El partido de Le Pen obtiene en Francia cerca del 14% de los sufragios, diez puntos más que cinco años atrás. De modo que los socialistas van a encontrarse en una posición de fuerza, muy confortable y a la vez relativamente en solitario para aguantar una legislatura frente a una derecha más o menos entera y una ultraderecha crecida.
Con estos mimbres tiene que bregar en Europa. Angela Merkel ha dicho que la moneda común implica una política prespuestaria común: un Banco Central, sí, pero también una Hacienda compartida. El diario Le Monde cree saber que Hollande dirá sí al pequeño paso federal solicitado por la canciller, pese a que no tiene garantizada la unidad de su partido en este asunto. Si se acentúa la crisis de la eurozona, el presidente de la República se verá enfrentado a sus conciudadanos, mayoritariamente contrarios a la austeridad, y a los vientos que soplan a favor de ella en todo el vecindario.
Por eso Hollande y su equipo están intentando poner cortafuegos a la crisis del euro y se aferran a la idea del crecimiento económico como forma de obtener rendimientos socialdemócratas, sin decir cómo y sin entrar en el peligroso debate de las cesiones de soberanía. Rodeado de Gobiernos que se han hartado de dar hachazos a los gastos, el de París aparece ahora como una gran isla en el conjunto de Europa, requerida por unos para meter en cintura a "los mercados" y por los otros para borrar diferencias ideológicas en la definición del programa de salida de la crisis.
Hay 3 Comentarios
Lo que tiene que demostrar Hollande desde la perspectiva de un español de a pie es que puede defenderse una salida social a la crisis sin caer en la ineptitud, el falso buenismo y el pensamiento vacío, el seguidismo del psoe respecto a todas las tonterías que se le ocurrían a mentes privilegiadas como la de ZP, Blanco o Pajín ha destrozado la socialdemocracia española.
Publicado por: scldmcrt | 11/06/2012 20:44:28
De momento en todo lo que han hecho les doy un 20, que en Francia se nota sobre 20.
Publicado por: Juan | 11/06/2012 15:12:02
Que envidia de un pais donde la izquierda manda. él presidente Hollande tiene que demostrar que su politica es para las clases medias y los trabajadores, por que si no, la izquierda se morirá para siempre.
Publicado por: heraclio | 11/06/2012 11:38:42