Para la temporada 72-73 el Racing estaba en Segunda, donde nunca se sintió en su sitio. El Racing, que el sábado cumplió cien años, es uno de los fundadores de Primera División, un respeto. Pero entonces estaba en Segunda, y encima el curso anterior lo había hecho mal, con apuros. Vicente Valle, el presidente, decidió confiar el equipo a un entrenador entonces casi novel, José María Maguregui. Había sido un futbolista de fuste en el Athletic de los años cincuenta. Y en la selección. Pero como entrenador estaba empezando.
Y en el Racing se destaparía. Incorporó a Sistiaga, medio defensivo del Burgos, retrasó al extremo Barba al medio campo, acertó con el interior Pedro Amado, atinó en todo, en fin. Eso sí: planificó un equipo eminentemente defensivo, lo que sería una constante en su carrera. De su cosecha son dos expresiones que llegan hasta nuestros días: “La táctica del murciélago” (todos colgados del larguero) o “aparcaremos el autobús en el área chica”. A sus jugadores les dijo que la cosa consistía en mantener la portería a cero. “Un gol se puede marcar en cualquier momento. Y si no, por lo menos habremos empatado”.
Y con esas instrucciones empezó el Racing la campaña: 0-1 en Pamplona, magnífico comienzo. Luego, 1-0 al Córdoba. Sólo dos goles y dos victorias, el plan funcionaba. El equipo ya es líder, porque contaba el cociente de goles (infinito en este caso) y no la resta, como ahora. Salida a Cádiz y 0-1. Luego el Mestalla visita los campos de Sport de El Sardinero y el Racing gana 2-0. Cuatro jornadas cuatro victorias, ningún gol encajado, líder… El Racing empieza a ser noticia, sobre todo el meta Santamaría, único invicto a esas alturas de entre los 118 equipos de categoría nacional. Santamaría vivía su segunda temporada en el Racing, tras haber estado a la sombra de Iríbar en el Athletic. No se queja. “Competir con Iríbar era imposible, no hay otro como él. Aquí estoy feliz”.
Uno de sus escuderos, el lateral izquierdo Espíldora, formado en la cantera del Madrid, lucía un severo bigote. Eso dio a Maguregui la idea de imitarle, de dejárselo él mismo, y de lanzar una propuesta al resto: que todos se dejaran bigote y se comprometieran a no afeitarse mientras siguieran invictos. No todos aceptaron a la primera, pero poco a poco se fueron sumando hasta el último. El compromiso que se estableció fue: multa de 200 pesetas al primero que se afeitara antes de perder un partido. Chinchón, el bravo central onubense, se encontró con el problema de que no le salía, porque era de natural bastante imberbe, y para no dar el cante se lo pintaba con rotulador Terio Somontes, el popularísimo utilero del club.
Los bigotes van creciendo y la tabla de puntos también: 0-0 en Valladolid, 1-0 al Sevilla, 0-3 en Logroño, 1-1 en Elche, primer gol encajado, ya en la octava jornada. Melenchón, el autor, se ve sorprendido por una avalancha de entrevistas. Casi tiene miedo de haber roto algo. La semana siguiente el San Andrés visita los Campos de Sport y se repite el 1-1. Primer tropiezo en casa, pero el gol forastero ha llegado seis minutos fuera de hora, lo que transforma la decepción en enfado contra el árbitro, López Montesinos. Pero el Racing sigue en lo alto. Seis victorias y tres empates en nueve jornadas. Una marcha fenomenal.
Alineación del Racing que perdió en Vallehermoso el 16 de noviembre de 1972: Santamaría, De la Fuente, Chinchón, Espíldora, Sistiaga y García. Agachados: Sebas, Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado y Arrieta./ diario as
A esas alturas los bigotes ya son visibles en todos, y lo que empezó por ser una comidilla en Santander se convierte en runrún nacional. Y más cuando ante la inminente salida a Baracaldo un peluquero de la localidad se ofrece a acudir al campo a afeitar los bigotes de los racinguistas, a los que da por derrotados de antemano ante sus amados colores gualdinegros. Desafío futbolero y ganas de notoriedad. La respuesta en Santander es briosa y acuden 5.000 hinchas del Racing al viejo Lasesarre, en cuyas tripas tiene preparado el instrumental el peluquero. Pero el partido acaba sin goles, en correcta aplicación de la doctrina Maguregui, y el peluquero baracaldés vuelve ocioso a su casa y la hinchada racinguista feliz a su ciudad. Luego, toca recibir al Mallorca, que cae por 1-0.
Vamos por la mitad de noviembre y el Racing sigue invicto. Desde que comenzara la Liga, el 3 de septiembre, han pasado muchas cosas. La matanza en los Juegos de Múnich, el récord de la hora de Merckx, un 2-2 entre España y Yugoslavia en Las Palmas que nos complicaría fatalmente la clasificación para el Mundial de Alemania, un Europa-América en el que Amancio y Velázquez figuran en la selección europea, la detención de una banda de falsificadores de entradas que afectaba a dieciséis campos de Primera y Segunda (entre ellos el del propio Racing), el tercer nieto de Kubala… Ha pasado todo eso y el Racing sigue sin perder y cada vez se habla más y más de los bigotes del Racing, que crecen y crecen. Ya hasta el de Chinchón resulta aparente. Terio no tiene que pintarlo.
El 16 de noviembre toca visitar al Rayo, un Rayo en apuros que ha tenido que dejar dos semanas antes el campo de Vallecas, en peligrosa ruina, para trasladarse a jugar a Vallehermoso. El nuevo campo es un estadio de atletismo, con pista que separa a la afición de los jugadores y además está lejos de Vallecas, a diez paradas de metro. Muchos temen que ese alejamiento del barrio sea mortal para el Rayo, que encima ha sufrido la primera lesión grave de su mejor jugador de la época, Felines.
Pero los bigotes son un acicate y el campo de Vallehermoso luce un lleno. Yo también estuve ahí. Era un acontecimiento ver a ese Racing bigotudo. ¿Le afeitaría el entrañable Rayito? Salta el Racing, con su imponente aire de líder, la seriedad de sus bigotes y la alineación-tipo, sin bajas: Santamaría; De la Fuente, Chinchón, Espíldora; Sistiaga, Luis García; Sebas, Barba, Aitor Aguirre, Pedro Amado y Arrieta. (Luego entrarán sobre la marcha Gento III y Docal por Arrieta y Sebas). El Rayo sale con: Gómez; Aráez, Hernández, Nieto; Curta, Bordons; Illán, Emilio, Chapela, Guri y Potele. (Acedo por Guri en la segunda mitad). El ambiente es el de una final.
Y gana el Rayo, con un gol tempranero de Illán y otro cerca del final del diminuto Potele. Gran jornada para el Rayo, que gracias a los bigotes del Racing consigue el primer empujón para acercar a su público a Vallehermoso. El Racing pierde dignamente, da la mano y se resigna. Ya hay libertad para afeitarse, aunque no todos la aprovecharán. Por ejemplo Chinchón, al que le había costado tanto que le creciera. “Lo mantuve hasta que terminé mi carrera de jugador y un tiempo más”, me recordaba ayer mismo.
El día siguiente, una coplilla publicada en el diario Alerta reflejaba que el percance se tomó con buen humor en la ciudad: “Pelos del labio caídos/ bigotes al viento son/ mas seguimos los primeros/ en Segunda División”.
Y sí, el Racing terminó la temporada ascendiendo. Sin bigotes, pero de regreso en Primera. Y aquel guiño de los bigotes le resultó simpático a toda la afición española. Le hizo un poco el equipo de todos.