La pesada tranquilidad del agosto de 1963 fue sacudida de forma repentina por una noticia bomba: ¡Han secuestrado a Di Stéfano en Caracas!
El Madrid había acudido allí a jugar un torneo que por aquel entonces alcanzó celebridad, llamado Series Mundiales de Caracas, popularmente conocido como Pequeña Copa del Mundo. Reunía equipos europeos y sudamericanos, en un intento que recuerda la actual International Champions Cup de EE UU, más ambiciosa. Aquella edición la disputaban Madrid, Oporto y São Paulo, en liguilla a dos vueltas. El martes 20, el Madrid se estrena con 2-1 sobre el Oporto. Di Stéfano juega, pero termina con molestias en la espalda. El viernes, ante el São Paulo, no juega, le sustituye Evaristo. El Madrid pierde 2-1 un partido que tiene un descanso accidentadísimo. Mientras los equipos están en el vestuario, se oyen disparos fuera del estadio. El público, atemorizado, invade el campo. Hay heridos en la avalancha. Se tarda tiempo en recomponer la situación, pero al fin se puede jugar la segunda parte, que empieza con 45 minutos de retraso.
Los jugadores regresan al Hotel Potomac, donde se hospedan, comentando lo revuelto que está el país. El presidente, Rómulo Betancourt, había alcanzado el poder apoyándose en la izquierda, pero estaba gobernando en derechas y había revueltas.
A las seis y media de la madrugada del sábado 24 (en España son las once y media), Di Stéfano duerme en la habitación cuando recibe una llamada del conserje, que le dice que hay unos policías que piden que baje. Di Stéfano piensa que es una broma de compañeros Y contesta: “Si quieren hablar conmigo, que suban ellos”. Y se da la vuelta para seguir durmiendo.
Pero al poco rato llaman a la puerta, abre y aparecen los tres sedicentes policías, junto al conserje. Le dicen que tiene que acompañarles a comisaría, para una inspección de rutina. Di Stéfano dice que lo tiene que comunicar a Muñoz Lusarreta (vicepresidente, a cargo de la expedición) o a Agustín Domínguez (secretario de la gerencia), pero le dicen que va a ser solo un momento y le urgen. Santamaría, cuya habitación se comunica por puerta directa con la de Di Stéfano, ha escuchado voces, pasa y le insiste en que hable con los directivos. Pero Di Stéfano, urgido por los policías, sale con ellos.
Abajo le meten en un coche y le dicen que está secuestrado. Le vendan los ojos y le ponen unas gafas oscuras. Le dicen que esté tranquilo, que no le pasará nada. Y empieza un baile: primero a un apartamento, luego a una casa de campo, finalmente a un piso por el centro de la ciudad. Él, vendado, no podrá identificar los trayectos. A la una de la tarde, un portavoz de la organización subversiva Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) llama por teléfono al hotel, habla con Muñoz Lusarreta y le dice que Di Stéfano está bien, que no sufrirá ningún daño y que le soltarán en cuanto el secuestro haya alcanzado suficiente publicidad. Que todo lo que pretenden es llamar la atención sobre su movimiento, crítico con Betancourt. Establecen comunicaciones con las agencias de prensa.
La llamada tranquiliza relativamente. En seguida se recuerda el secuestro por los castristas, cinco años antes, de Fangio en La Habana, liberado después del Gran Premio que se le impidió correr. Está claro que el FALN sigue paso por paso el manual de aquella operación, que le resultó rentable al castrismo.
A Bernabéu el asunto le pilla pescando en Santa Pola, desde donde ordena a Muñoz Lusarreta que siga punto por punto las indicaciones del embajador español, Matías Vega, que a su vez dispone que todos los jugadores abandonen el hotel y pernocten en la embajada. Raimundo Saporta, que está en Lausana, vuela a Madrid, donde prácticamente se instala en el Ministerio de Exteriores, para seguir el proceso.
En Caracas, la policía peina la ciudad, pero Di Stéfano no aparece. El apartamento donde le esconden no tiene ni una cama, sólo un sofá. Continuamente tiene vigilancia armada. No le dejan asomarse al exterior, aunque por el ruido deduce que está por el centro. Recibe palabras tranquilizadoras. El jefe del grupo, Máximo Canales, hijo de asturianos, le insiste en que sólo se trata de llamar la atención, que le soltarán pronto, le hablan de la justicia de su causa, pero Di Stéfano está nervioso y lo pasa mal. Sólo puede comer perritos calientes, no le entra otra cosa, aunque se esfuerzan en darle bien de comer. Hasta le traen una paella, encargada en un restaurante de prestigio. Juegan con él a las cartas, apuestan a los caballos en compañía, le permiten escuchar por radio el partido que el domingo 25 juegan el Madrid y el Oporto, en el que repite Evaristo en su puesto. El Madrid vuelve a ganar 2-1.

Di Stéfano, durante su cautiverio. / Foto: DIARIO AS.
El lunes 26 es el octavo cumpleaños de su hijo Alfredo, y él está secuestrado. Al fin, avanzada la mañana, le dicen que le van a liberar. Le cambian la ropa que traía, le pretenden pelar al cero, para ser menos reconocible, pero él les disuade (“¡si yo ya casi no tengo pelo, y además rubio!”), cambian de idea y le ponen un sombrero. Le bajan al coche otra vez cegado. Él siente que es el momento más crítico, que se puede producir un tiroteo y les pide: “Si hay tiros, denme una pistola, no quiero morir como un conejo”. Pero no se la dan. Le sueltan en la Avenida Libertadores, tras quitarle la venda, a seis manzanas de la embajada. Salta del coche, se esconde un minuto tras un árbol y finalmente cruza la calle corriendo para coger un taxi, al que él mismo guía hasta la embajada, porque conocía el trayecto. Cuando llega a la puerta ve un cartel que pone: “Abierto de diez a dos”. Miró el reloj, que había conservado… ¡y ve que son las dos y diez! Pulsa el timbre y así está, no sabe cuántos minutos, hasta que una mujer abre a desgana y le mira con reproche hasta que le reconoce y se echa a llorar. Le hace pasar, en el edifico sólo está el matrimonio que tiene a cargo el edificio cuando no hay nadie. Desde allí mismo llaman al Hotel Potomac (el equipo sólo pasó una noche en la embajada) y al embajador. Y a Madrid, a su familia, y a Buenos Aires, a sus padres.
Se convoca una rueda de prensa, y entre los periodistas Di Stéfano reconoce a dos de los varios miembros del comando que pasaron por el apartamento. Disimula. Cuando la policía le da fotos para reconocer sólo identifica a Máximo Canales, del que ya se sabía que era el jefe del operativo. No quiere líos. Sólo piensa en volver a casa.
Pero el martes 28 hay el segundo partido contra el São Paulo, y Bernabéu insiste en que se quede y juegue, para honrar el compromiso y, en cierto modo, para demostrar que al Madrid no le arredraba nada. Así que Di Stéfano juega. Aparece entre una ovación tremenda, pero juega fatal, agotado, aturdido y sin reflejos, tras dos noches mal alimentado y peor dormido. Muñoz le sustituye en el descanso. El partido acaba empate a cero, el São Paulo sale campeón. El Madrid renuncia al compromiso de jugar en Bogotá, ante el Millonarios, por lo que iba a percibir 25.000 dólares. El contrato se resuelve amistosamente. Tras una declaración más ante la policía, Di Stéfano puede por fin regresar. El jueves embarca junto a sus compañeros con rumbo a Madrid. Llega hasta la escalerilla del avión escoltado por un policía… ¡que también resultó ser uno de los secuestradores! Le dijo al oído: “Gracias, Alfredo. Te portaste como un fenómeno!” El viernes desembarcó feliz en Barajas, recibido como un héroe.
Pero a él no le quedó ningún buen recuerdo de aquello, todo lo contrario. En 2005 el Madrid estrenó la película Real, The Movie, en la que Máximo Canales (que estaba alejado de la política y se había ganado la vida como pintor), interviene en el papel de un aficionado que estimulaba a los chicos de su barrio a jugar. Al Madrid le pareció una gran idea, a Di Stéfano no. Se invitó a Canales al estreno, que se hizo en el propio palco del Bernabéu, lo que tampoco le pareció una gran idea a Di Stéfano. En ese afán comercial del Madrid de estos tiempos, se intentaba buscar un abrazo de perdón, una foto que contribuyera a lanzar la película. Di Stéfano se negó, yo fui testigo. Accedió a hablar con él, pero no le quiso ni dar la mano:
—Usted hizo pasar mucho miedo a mi familia. No tenemos nada de qué hablar—.
El Madrid había acudido allí a jugar un torneo que por aquel entonces alcanzó celebridad, llamado Series Mundiales de Caracas, popularmente conocido como Pequeña Copa del Mundo. Reunía equipos europeos y sudamericanos, en un intento que recuerda la actual International Champions Cup de EE UU, más ambiciosa. Aquella edición la disputaban Madrid, Oporto y São Paulo, en liguilla a dos vueltas. El martes 20, el Madrid se estrena con 2-1 sobre el Oporto. Di Stéfano juega, pero termina con molestias en la espalda. El viernes, ante el São Paulo, no juega, le sustituye Evaristo. El Madrid pierde 2-1 un partido que tiene un descanso accidentadísimo. Mientras los equipos están en el vestuario, se oyen disparos fuera del estadio. El público, atemorizado, invade el campo. Hay heridos en la avalancha. Se tarda tiempo en recomponer la situación, pero al fin se puede jugar la segunda parte, que empieza con 45 minutos de retraso.
Los jugadores regresan al Hotel Potomac, donde se hospedan, comentando lo revuelto que está el país. El presidente, Rómulo Betancourt, había alcanzado el poder apoyándose en la izquierda, pero estaba gobernando en derechas y había revueltas.
A las seis y media de la madrugada del sábado 24 (en España son las once y media), Di Stéfano duerme en la habitación cuando recibe una llamada del conserje, que le dice que hay unos policías que piden que baje. Di Stéfano piensa que es una broma de compañeros Y contesta: “Si quieren hablar conmigo, que suban ellos”. Y se da la vuelta para seguir durmiendo.
Pero al poco rato llaman a la puerta, abre y aparecen los tres sedicentes policías, junto al conserje. Le dicen que tiene que acompañarles a comisaría, para una inspección de rutina. Di Stéfano dice que lo tiene que comunicar a Muñoz Lusarreta (vicepresidente, a cargo de la expedición) o a Agustín Domínguez (secretario de la gerencia), pero le dicen que va a ser solo un momento y le urgen. Santamaría, cuya habitación se comunica por puerta directa con la de Di Stéfano, ha escuchado voces, pasa y le insiste en que hable con los directivos. Pero Di Stéfano, urgido por los policías, sale con ellos.
Abajo le meten en un coche y le dicen que está secuestrado. Le vendan los ojos y le ponen unas gafas oscuras. Le dicen que esté tranquilo, que no le pasará nada. Y empieza un baile: primero a un apartamento, luego a una casa de campo, finalmente a un piso por el centro de la ciudad. Él, vendado, no podrá identificar los trayectos. A la una de la tarde, un portavoz de la organización subversiva Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) llama por teléfono al hotel, habla con Muñoz Lusarreta y le dice que Di Stéfano está bien, que no sufrirá ningún daño y que le soltarán en cuanto el secuestro haya alcanzado suficiente publicidad. Que todo lo que pretenden es llamar la atención sobre su movimiento, crítico con Betancourt. Establecen comunicaciones con las agencias de prensa.
La llamada tranquiliza relativamente. En seguida se recuerda el secuestro por los castristas, cinco años antes, de Fangio en La Habana, liberado después del Gran Premio que se le impidió correr. Está claro que el FALN sigue paso por paso el manual de aquella operación, que le resultó rentable al castrismo.
A Bernabéu el asunto le pilla pescando en Santa Pola, desde donde ordena a Muñoz Lusarreta que siga punto por punto las indicaciones del embajador español, Matías Vega, que a su vez dispone que todos los jugadores abandonen el hotel y pernocten en la embajada. Raimundo Saporta, que está en Lausana, vuela a Madrid, donde prácticamente se instala en el Ministerio de Exteriores, para seguir el proceso.
En Caracas, la policía peina la ciudad, pero Di Stéfano no aparece. El apartamento donde le esconden no tiene ni una cama, sólo un sofá. Continuamente tiene vigilancia armada. No le dejan asomarse al exterior, aunque por el ruido deduce que está por el centro. Recibe palabras tranquilizadoras. El jefe del grupo, Máximo Canales, hijo de asturianos, le insiste en que sólo se trata de llamar la atención, que le soltarán pronto, le hablan de la justicia de su causa, pero Di Stéfano está nervioso y lo pasa mal. Sólo puede comer perritos calientes, no le entra otra cosa, aunque se esfuerzan en darle bien de comer. Hasta le traen una paella, encargada en un restaurante de prestigio. Juegan con él a las cartas, apuestan a los caballos en compañía, le permiten escuchar por radio el partido que el domingo 25 juegan el Madrid y el Oporto, en el que repite Evaristo en su puesto. El Madrid vuelve a ganar 2-1.
Di Stéfano, durante su cautiverio. / Foto: DIARIO AS.
El lunes 26 es el octavo cumpleaños de su hijo Alfredo, y él está secuestrado. Al fin, avanzada la mañana, le dicen que le van a liberar. Le cambian la ropa que traía, le pretenden pelar al cero, para ser menos reconocible, pero él les disuade (“¡si yo ya casi no tengo pelo, y además rubio!”), cambian de idea y le ponen un sombrero. Le bajan al coche otra vez cegado. Él siente que es el momento más crítico, que se puede producir un tiroteo y les pide: “Si hay tiros, denme una pistola, no quiero morir como un conejo”. Pero no se la dan. Le sueltan en la Avenida Libertadores, tras quitarle la venda, a seis manzanas de la embajada. Salta del coche, se esconde un minuto tras un árbol y finalmente cruza la calle corriendo para coger un taxi, al que él mismo guía hasta la embajada, porque conocía el trayecto. Cuando llega a la puerta ve un cartel que pone: “Abierto de diez a dos”. Miró el reloj, que había conservado… ¡y ve que son las dos y diez! Pulsa el timbre y así está, no sabe cuántos minutos, hasta que una mujer abre a desgana y le mira con reproche hasta que le reconoce y se echa a llorar. Le hace pasar, en el edifico sólo está el matrimonio que tiene a cargo el edificio cuando no hay nadie. Desde allí mismo llaman al Hotel Potomac (el equipo sólo pasó una noche en la embajada) y al embajador. Y a Madrid, a su familia, y a Buenos Aires, a sus padres.
Se convoca una rueda de prensa, y entre los periodistas Di Stéfano reconoce a dos de los varios miembros del comando que pasaron por el apartamento. Disimula. Cuando la policía le da fotos para reconocer sólo identifica a Máximo Canales, del que ya se sabía que era el jefe del operativo. No quiere líos. Sólo piensa en volver a casa.
Pero el martes 28 hay el segundo partido contra el São Paulo, y Bernabéu insiste en que se quede y juegue, para honrar el compromiso y, en cierto modo, para demostrar que al Madrid no le arredraba nada. Así que Di Stéfano juega. Aparece entre una ovación tremenda, pero juega fatal, agotado, aturdido y sin reflejos, tras dos noches mal alimentado y peor dormido. Muñoz le sustituye en el descanso. El partido acaba empate a cero, el São Paulo sale campeón. El Madrid renuncia al compromiso de jugar en Bogotá, ante el Millonarios, por lo que iba a percibir 25.000 dólares. El contrato se resuelve amistosamente. Tras una declaración más ante la policía, Di Stéfano puede por fin regresar. El jueves embarca junto a sus compañeros con rumbo a Madrid. Llega hasta la escalerilla del avión escoltado por un policía… ¡que también resultó ser uno de los secuestradores! Le dijo al oído: “Gracias, Alfredo. Te portaste como un fenómeno!” El viernes desembarcó feliz en Barajas, recibido como un héroe.
Pero a él no le quedó ningún buen recuerdo de aquello, todo lo contrario. En 2005 el Madrid estrenó la película Real, The Movie, en la que Máximo Canales (que estaba alejado de la política y se había ganado la vida como pintor), interviene en el papel de un aficionado que estimulaba a los chicos de su barrio a jugar. Al Madrid le pareció una gran idea, a Di Stéfano no. Se invitó a Canales al estreno, que se hizo en el propio palco del Bernabéu, lo que tampoco le pareció una gran idea a Di Stéfano. En ese afán comercial del Madrid de estos tiempos, se intentaba buscar un abrazo de perdón, una foto que contribuyera a lanzar la película. Di Stéfano se negó, yo fui testigo. Accedió a hablar con él, pero no le quiso ni dar la mano:
—Usted hizo pasar mucho miedo a mi familia. No tenemos nada de qué hablar—.
Hay 39 Comentarios
Lo único peor que el artículo del Sr. Relaño es el comentario del un tal Ernesto Barcia quien, sin tener puta idea de lo que habla, se atreve a despotricar en contra de demócratas de la talla política y humanística como lo fueron Don Rómulo Betancourt y el Dr. Raul Leoni. El Sr. Barcia es, ni más ni menos, que la ignorancia andante pero eso sí, con una lengua viperina hecha para temas menos trascendentes.
Publicado por: Marcelo Maldonado | 19/08/2013 3:39:49
Excelente idea la de comentar ahora lo transcurrido en torno
al balompie que tanto nos gusta.Algunas de estas nos enteraremos pero sin duda habrá muchas que recordaremos y compartiremos.DE verdad muchas gracias.
Publicado por: Jesús Antonio Jácome B. | 17/08/2013 2:32:53
Relaño cuando piensa usted explicar como hay un equipo que lleva comprando a la prensa desde los años 50?: http://xurl.es/vebod
Publicado por: Lolo | 16/08/2013 13:26:03
El presidente se llamaba, Rómulo Betancourt, ya corrigieron el nombre. Fue fundador del partido Comunista de Costa Rica y mientras estaba en el Exilio Dorado, fueron los militantes del partido comunista de Venezuela y en general del ala izquierdista del partido acción democrática (Fundado por Betancourt) que derrocan al Dictador Marcos Perez Jiménez, posteriormente forma alianza con los partidos de derecha Copey y URD (Rafael Caldera y Jóvito Villalba) y firman el pacto de Punto Fijo, le roban las elecciones al Izquierdista Luis Beltran Prieto Figueroa, declaran ilegal al Partido comunista de Venezuela, expulsan a los militantes de Izquierda del partido acción democrática, los cuales fundan el partido MIR, pasan a la clandestinidad y deciden ir a la montaña a iniciar una lucha de guerrillas tanto en el campo como en las ciudades, en su mayoría profesores y estudiantes universitarios pero con poco apoyo de los campesinos y obreros, lo cual hizo que fracasara. Cabe destacar que durante el Gobierno de Rómulo Betancourt y su sucesor Raúl Leoni se desató una ola de persecuciones, torturados y desapariciones jamás vista hasta ese momento en Latinoamérica, copiada después por dictaduras tan sangrientas como la de Pinochet en chile, las dictaduras del cono sur, del caribe y pare de contar.
Investiguen bien y conocerán un poco de la historia de Latinoamérica, que es casi la misma en todos nuestros países.
NOTA: Durante la dictadura de Pérez Jiménez se abrió la inmigración Europea a Venezuela, país donde se recibieron con los brazos abiertos a todos los inmigrantes que venían buscando un futuro mejor. Entre ellos mi familia que llegó en el año 1952 de la región de Zamora, España. Y todavía seguimos recibiendo inmigrantes de Colombia, Ecuador, Perú y toda Suramérica, por cierto están llegando muchos Españoles nuevamente.
Publicado por: Ernesto Barcia | 14/08/2013 4:20:57
Rigurosamente bién escrito todo lo de los chatistas,a contrapelo del susodicho relaño,que metió no solo las patas,sino su prestigio que pudiera tener a lo largo y grueso de su opulenta vida.para algo debe servir la pereza de investigar.Por lo menos nos entretuvo la impaciencia que despierta semejante desproposito...
Publicado por: Guiller | 13/08/2013 19:04:04
Alfredo, al parecer, la has pifiado bien! No estaría de más alguna aclaración por tu parte, no crees?
Publicado por: KATAPLASMA | 13/08/2013 13:59:58
Lo del secuestro es pura anécdota comparado con lo que le está pasando ahora. Es una pena que al final de su vida, Alfredo Di Stéfano tenga que soportar una situación familiar de chiste, aparentemente secuestrado por su familia para que no pueda estar con la persona que quiere. Este es un mundo difícil...
Publicado por: SoyFutbolero | 13/08/2013 12:36:04
He leido el artículo y me he quedado de una pieza! Yo tenía al Sr. Relaño como un periodista muy profesional, objetivo, un referente del periodismo deportivo, y de quien sus artículos publicados diariamente eran lectura obligada para mí en AS.com.
Errores y omisiones los puede cometer cualquiera, pero lo que me extraña es que aún no se haya pronunciado para ofrecer una disculpa por tan desafortunado artículo, que en sí es un tema muy interesante. Espero que él se tome la molestia de leer todos los comentarios aquí expresados y recapacite. Creo que nos merecemos una disculpa.
Como él mismo lo ha dicho anteriormente: "No se puede regalar el prestigio". Sr. Relaño, Ud. está tirando el suyo por tierra.
Un saludo desde Venezuela.
Publicado por: FJSS | 13/08/2013 4:24:21
Rómulo Betancourt fundador y máximo representante del partido Acción Democrática, considerado el Padre de la Democracia Venezolana....un poquito de por favor, buen artículo para tan pobre investigación!
Publicado por: Heitor | 13/08/2013 1:20:34
Qué buenos los comentarios de los lectores, exceptuados los futboleros a favor y anti madridistas. Se nota que los cronistas especializado en deporte son unos consentidos en su impunidad cara a su escaso rigor informativo. Son poco más que aficionados (en doble sentido).
Publicado por: Carles Martí | 12/08/2013 23:12:37
Nota al margen: los catalanes que se vayan a que les den por c... en sus periodiquillos. Aqui comentamos los del Real Madrid el mejor equipo, el mas guapo y el mas rico de la historia y olé!!!
Publicado por: Eduardo F Guillén C | 12/08/2013 22:42:18
Este Señor Relaño, el perseguidor de Mourinho, da verguenza ajena. Mira que escribir cosas sin comprobar ni indagar debidamente. Yo estaba en Caracas cuando esto sucedió y hay poca verdad en su artículo empezando por lo del nombre del Presidente, siguiendo por lo de apoyado en "izquierdas y gobernando con derechas" por favor! Rómulo Betancourt ganó y gobernó con su partido AD y se mantuvo en el poder desde 1959 hasta 1964, a pesar de la campaña en su contra de Fidel Castro y sus aliados comunistas en Venezuela. Nunca se llamó Series Mundiales de Caracas. Estos eventos los organizaba un Señor llamado Damián Gaubeka, y el jefe del comando secuestrador fue Paúl Del Río.
Publicado por: Eduardo F Guillén C | 12/08/2013 22:39:01
Rómulo Betancourt fue el presidente entre el año 1959-1964. Luego de ser elegido tras el derrocamiento de Marcos Pérez Jimenez aquí en Venezuela. Belisario Betancur, fue presidente de Colombia de 1982 al 86. Creo que se debió investigar más para hacer este artículo...
Publicado por: Sergio Musella | 12/08/2013 18:45:26
No entiendo si fue secuetrado en Caracas o Bogota,porque belisario era presidente de colombia,pero tampoco en el año/63.representan magnificamente el festival de las difamaciones con los mejores payazos.
Publicado por: Guiller | 12/08/2013 18:08:38
Belisario Betancurt?, esa son las cosas que dañan un "artículo".
Publicado por: elboletin | 12/08/2013 17:35:30
¡Pero cuánta envidia destiláis, antimadridistas! Si la envidia fuera tiña... Anda que os ha faltado tiempo para fijaros en dos errores del artículo para denigrar a don Alfredo Relaño. Ya quisierais vosotros tener la sabiduría de don Alfredo, ¡payasos!
Publicado por: Sergey | 12/08/2013 16:55:29
La enfermedad que sufre el diario elpais desde hace unos años es toda la gente que debería ser votante de izquierda unida, o de los nacionalismos de izquierda, y que estos años se han pasado al PSOE. El PSOE hasta que no se deshaga de toda esta gentuza no va volverá a remontar el vuelo.
Publicado por: Don Alfredo | 12/08/2013 16:01:49
Wow, increíble, leen más el As los anti-madridistas que los madridistas. Pues Di Stéfano nació para jugar en el Madrid y por aquél entonces el Real Madrid era el mejor equipo del mundo (y de la historia). Y el Madrid volverá a repetir lo mismo de aquí a unos años, pongan como se pongan los anti-madridistas. Así que disfrutad de lo que os queda porque pronto llegará vuestro San Martín futbolístico. El Real Madrid es el mejor club de la historia del fútbol, el más laureado, no por nada será el primero en ganar la 10ª, y no por nada es el que mejor palmarés tiene y siempre tendrá.
Publicado por: Don Alfredo | 12/08/2013 15:58:54
Lamentable artículo plagado de errores. Que se autor sea el director de un medio periodístico habla a las claras del panorama actual de la prensa española.
Publicado por: fideguan | 12/08/2013 15:19:10
Chequear fuentes y corroborar historias, ese es el trabajo de un periodista, inventar nombre de presidentes, avenidas y procedencias de movimientos politicos bueno ese es trabajo de los cuenteros, que solo escriben por escribir
Publicado por: Rómulo Barrios | 12/08/2013 14:19:04
Aquí el "amigo" Relaño demuestra una vez más la falta de rigor del periodismo merengue. Recordemos que este mismo año en febrero han aparecido unos documentos oficiales que demuestran el robo de Di Stefano y que la versión del Madrid es falsa y han engañado a la gente. ¿Cuándo piensan publicar esos documentos oficiales en Madrid?: http://xurl.es/dzjlq
Publicado por: PLG | 12/08/2013 13:47:42
Relaño es el Pio Moa, del periodismo deportivo. Tergiversa la realidad como se ha comprobado en este articulo pero también en otros artículos o libros donde trata de vender que el Madrid no tuvo el apoyo del gobierno franquista para hurtar a Di Stéfano que había fichado por el Barcelona.
Publicado por: gallegazo | 12/08/2013 13:11:29
El Presidente de Venezuela no era Belisario Betancurt. Era Rómulo Betancourt!
A ver si nos entendemos...
Rómulo Betancourt fue Presidente de Venezuela entre 1959 y 1968 mientras que Belisario Betancurt fue Presidente de Colombia entre 1982 y 1986.
Publicado por: Victor | 12/08/2013 11:54:59
Qué curioso!! Este fue su segundo secuestro. El 1º lo había ejecutado unos años antes el equipo en el q jugaba cuando lo secuestraron: el Real Madriz. Bueno, más q un secuestro, fue un EXPOLIO al Barcelona, como casi todo lo q hace el gobierno centralista de Madrid. Pq recordemos q Di Stefano había fichado por el Barça y el gobierno golpista de Franco se lo llevó a Madriz para nivelar la competición, ya q el Barça tenía a Kubala e iba a ser difícil ganarle con los 2. Así es como siempre ha actuado el Madrid y sus instituciones cercanas. Y por eso en Catalunya queremos LA INDEPENDENCIA!!
Publicado por: crowley | 12/08/2013 10:43:53
El problema básico de las inexactitudes periodísticas ("Belisario" por "Rómulo", "Libertadores" por "Libertador") es que arruinan todo el reportaje, porque si se equivocó en eso ¿qué garantía tenemos de que el resto es fiable? Y por extensión, si una noticia de deportes es así de desastrosa, ¿por qué tomarnos en serio las otras?
Publicado por: Martín Eisen | 12/08/2013 10:13:40