El partido del siglo

Por: | 24 de noviembre de 2013

“Ayer, a las cuatro, en una gris tarde de invierno, en la cazuela del Wembley Stadium, ocurrió lo inevitable”. Así empezaba Geoffrey Green su crónica en The Times. Una crónica que tituló The Match of the Century, El partido del siglo. ¿Qué era eso inevitable que había ocurrido? Pues que Inglaterra había perdido (3-6) en Wembley con un equipo del continente. Fue algo así como la Toma de la Bastilla. Hoy hace de eso exactamente 60 años.

Los ingleses ya habían tenido alguna pista. No habían acudido al Mundial hasta 1950 y de aquél regresaron con dos derrotas (ante Estados Unidos y España) y una sola victoria, ante Chile. Pero desdeñaron el aviso. Lo interpretaron como mala adaptación tras un largo viaje, descuido, confianza… En amistosos posteriores llegaron a ceder algunos empates en Wembley contra Francia, Austria e Italia, incluso habían perdido en Argentina y Uruguay una gira en verano del 53, pero aún se sentían los mejores. Entre otras cosas, porque se molestaban poco en mirar hacia fuera.

En octubre de 1953 el fútbol cumplió 90 años y se celebró con un partido en Wembley que se llamó, pomposamente, Inglaterra-Resto del Mundo. El cartel llevaba ENGLAND en letras mayúsculas, y debajo, en minúsculas, Rest of the World. No era exactamente el resto del mundo. No había americanos. La mayoría eran yugoslavos y austriacos. El único húngaro era Kubala, ya en el Barça. Nadie de la fabulosa selección húngara. En las entrevistas previas al partido, los jugadores invitados se asombraron del desconocimiento de la realidad exterior que había en la Isla. Al alemán Posipal le preguntaron si conocía la WM, táctica ya extendidísima pero que allí veían todavía como un misterio que solo Inglaterra poseía. A los austriacos, si en su país había campeonato de Liga, todos contra todos, al modo inglés. A Kubala y Nordahl, si eran profesionales. Así de cerrada era la mirada inglesa en esos años. El partido acabó con un equívoco 4-4, gracias a un penalti de última hora, obsequio del árbitro galés Griffiths, a los inventores, que se sintieron cómodos en ese resultado: si ni una selección del resto del mundo podía ganar a los ingleses, significaba que seguían siendo los mejores.

Puskas

Los capitanes, Wright y Puskas, intercambian banderines. / cordon press

Pero la prueba real llegaría un mes después, ante la selección húngara, el Aranycsapat, el equipo mágico. Desde 1950 venía arrasando: 23 partidos, 20 victorias, tres empates, ninguna derrota. Frecuentes goleadas, y ante lo mejor del continente. Había ganado los Juegos Olímpicos de 1952. Hungría, como todo el bloque del Este, no reconocía el profesionalismo. Sus jugadores eran nominalmente amateurs y se les compensaba con empleos en el Estado. Puskas era mayor del Ejército. Bozsik era diputado…

Aquel equipo le había dado un toque a la WM. En lugar del ataque con dos extremos y un delantero centro, apoyado por dos interiores, retrasaba al delantero centro, Hidegkuti, para armar el juego junto al medio Bozsik. Los extremos (Budai y Czibor) se retrasaban para poblar más el medio campo, sin perjuicio de su misión principal. En punta quedaban los interiores, Kocsis y Puskas. Todo servido con una excelente técnica, en la que descollaban la pierna izquierda de Puskas y el cabeceo de Kocsis.

El partido se concierta para el 25 de noviembre de 1953 y suscita enorme interés. En Hungría se agotan las radios. Wembley se llena a reventar. La víspera del partido llueve copiosamente, lo que preocupa a los húngaros, que la fecha del partido se levantan con ánimo sombrío. Ven una espesa niebla, que les entristece más, pero el portero del Cumberland Hotel, donde se alojan, les anuncia que el tiempo mejorará. Y así va a ser. A la hora del partido, el cielo está encapotado, pero no hay lluvia ni niebla. La charla táctica de Gustav Sebes les anima. Tiene ideas. Pide a Hidegkuti que se quede en punta, para desconcertar a los ingleses. Pide a los extremos un sobreesfuerzo hacia atrás. Pide a Puskas y Kocsis que se muevan por todo el frente del ataque y a Bozsik que se anime a llegar al área y disparar, porque a él no le van a vigilar.

Los equipos desfilan, solemnes, tras el árbitro, el holandés Horn. Puskas y Wright, capitanes, encabezan las respectivas filas. El gran drenaje de Wembley ha absorbido el agua de la víspera. El campo está muy bien. A las 14.17, con dos minutos de retraso, empieza el partido. A los 90 segundos ha marcado Hidegkuti el 0-1, haciendo bueno el plan de Sebes. Inglaterra, con su WM clásica servida por buenos jugadores, reacciona. En el 13 empata, en pase de Mortensen a Sewell para buen remate cruzado de éste.

Pero hasta ahí. La fantasía húngara se desencadena. Sus atacantes aparecen por cualquier lado, la defensa inglesa y su meta se multiplican, pero la superioridad húngara va goteando goles inevitablemente: en el 21, otra vez Hidegkuti; en el 24, Puskas, tras una pisada al balón en el pico del área chica para deshacerse de Wright que merece la pena buscar en youtube (“Wright acudió como un camión de bomberos al incendio equivocado”… dirá en su memorable crítica Geoffrey Green). En el 29, otra vez Puskas, rectificando un tiro libre lanzado por Bozsik. ¡Es 1-4 en media hora! En el 43 Mortensen hace el 2-4. Wembley ya sólo espera que la derrota no degenere en debacle. Pero en los 10 primeros minutos de la segunda parte, Bozsick e Hidegkuti hacen el 2-5 y el 2-6. Luego aflojan el ritmo, por cansancio o por piedad. Con todo, siguen dominando y sus combinaciones son ya aplaudidas por el público. Como las contadas escapadas de Matthews, el mejor inglés, por la derecha. Cerca del final, Horn decreta un penalti contra Hungría que Alf Ramsey (13 años después seleccionador campeón del mundo con Inglaterra) transforma en el 3-6. Y fin.

La polvareda es enorme. Nunca antes había ganado en Wembley una selección no británica. El fútbol ya era de todos. Ya era oficialmente una propiedad común.

En Inglaterra se les cayó la venda de los ojos. Aunque algunos aún quisieron fijar el origen del gran juego húngaro en el paso del británico Hogan por aquel país años atrás, la corriente mayoritaria admitió que el fútbol inglés se había parado en el tiempo. “Inglaterra se enfrentó con arco y flechas contra armas automáticas”, escribió alguien. Innovadores como Arthur Rowe, que predicaba en el Tottenham el putch and run en lugar del kick and rush (“tres pases de 20 metros llegan donde uno de 20 pero con más seguridad”, decía) o McDowell, entrenador del Manchester City con su Plan Revie (retrasaba a su delantero centro, Don Revie) empezaron a ser escuchados.

El fútbol ya era de todos, sí, hasta Inglaterra tuvo que aceptarlo. Por eso se llamó a aquel partido The Match of the Century, El partido del siglo. El único. Rechace imitaciones. Lo jugaron estos 22 hombres:

Inglaterra: Merrick; Ramsey, Eckersley; Wright, Johnston, Dickinson; Matthews, Taylor, Mortensen, Sewell y Robb.

Hungría: Grosics; Buzanszky, Lorant, Lantos; Bozsick, Zakarias; Budai, Kocsis, Hidegkuti, Puskas y Czibor.

Lo arbitró el holandés Horn. Se jugó el 25 de noviembre de 1953, en el Empire Stadium de Wembley, a las 14.15. A las 16.00, cuando acabó, algo había cambiado para siempre.

Seis meses después, Inglaterra devolvió la visita a Hungría. Perdió 7-1. Pero aquello ya no fue noticia.

Hay 10 Comentarios

Sorprende lógicamente lo que pensaban en las islas que era el fútbol del continente ciertamente. Aunque hay que tener en cuenta que los ingleses fueron siempre un poco así. Se miraban demasiado y no concedían mucha importancia a lo de fuera. Como bien dice el señor Relaño.

Con respecto a lo que dice Lukacs no estoy de acuerdo. No tiene nada que ver cómo jugaba DiStéfano a cómo lo hacían Gárate, Van Basten o Diego Tristán. Para nada. Una cosa es que estos últimos futbolistas arracaran desde posiciones más retrasadas de las habituales para un delantero centro, retrasándose para recibir e iniciar desde ahí la jugada de ataque y otra muy distinta es como jugaba Alfredo DiStéfano moviéndose por todo el campo ayudando en defensa, creando juego en el medio y rematando a gol en posiciones adelantadas. Nada que ver.

Sr Relaño, un año despuès, en el Mundial de Suiza, tuvo lo que muchos periodistas de la època , llamaron el "partido del siglo". En efecto fue la semifinal, entre el Campeòn del Mundo de la època : Uruguay, versus Hungrìa.
Ese partido se jugò en una tarde lluviosa en Lausana. En el primer tiempo, Hungrìa ganaba por 2 a 0. Faltando 20 minutos el Campeòn en gran levantada empataba 2 a 2, con goles del argentino naturalizado uruguayo, Juan Eduardo Hobergh. A 5 minutos del final el gran jugador uruguayo Juan Alberto Schiaffino, impulsa suavemente el balòn hacia el arco con el meta Grosics vencido, pero la pelota se detiene a 30 centimetros de la goal line por un charco de agua, producto de la lluvia caìda. El partido finaliza empatado y se juegan 30 minutos suplementarios, en donde el gran Kocsis, hace 2 goles y con ello decreta la primera derrota de una selecciòn uruguaya en un Campeonato del Mundo y con ello Hungrìa pasa a la final, la cual terminarìa con la coronaciòn de Alemania como Campeòn del Mundo.

Lo saluda muy atentamente, Ricardo Inciarte

A mi entender, por lo que he visto en los videos de la época, lo que hacía superiores a aquellos húngaros era precisamente la posición retrasada del teórico delantero centro que abría un espacio en su posición natural de manera que hasta seis o siete jugadores podían entrar en ese hueco generalmente en segundas jugadas. Tengamos en cuenta que hasta hace treinta años nadie marcaba en zona y todos los marcajes eran al hombre. Si el delantero centro era muy móvil los centrales se desplazaban, perdían la posición, y dejaban amplias partes del área sin cubrir. Otro factor muy importante era que en el fútbol lento de aquella época, los húngaros eran bastantes más rápidos que los demás, aunque hoy nos parecerían tortugas.
Comentar además un falso mito que se repite muchísimo. El delantero centro retrasado fue una innovación de los húngaros, pero lo que no es cierto es que después de muchos lustros la idea la retomasen Cruyff y Guardiola, que por cierto lo empleaban de pascuas a ramos, porque parece que hubiesen inventado la pólvora. Ese modelo de delantero centro retrasado y a la vez conductor de juego era ya Di Stefano en los cincuenta. Ese modelo fue Gárate en el Atlético de Madrid de los setenta. Ese modelo fue Van Basten. Ese modelo fue el olvidado Diego Tristán. Incluso la Francia de Platini jugaba casi siempre sin delantero centro. Por cierto, ese modelo no es actualmente Cesc, que no es delantero centro ni tampoco es un conductor de juego, ni mucho menos un superdotado técnicamente.

Un año después, en el mundial de Suiza, el dream team húngaro fue robado en la final por Alemania cuyos jugadores iban todos cargados, lo que ahora se sabe. Si la FIFA tuviera decencia retiraría el título a los germanos para entregárselo a aquellos genios húngaros.

Buenas tardes,

He de pedir encarecidamente a los administradores de este blog que impidan que la gente suplante identidades. Hay un ser, que en este blog ha publicado con mi nick que continua haciendo apología de la estupidez mas supina intentando confundir a la gente. Hace creer que tiene seguidores de un panfleto pseudoinformativo publicando con distintos nicks loas hacia dicho blog, insulta cuando alguien le muestra sus errores de patio de colegio y, ahora, intenta seguir confundiendo.

Espero que los administradores de este blog tomen cartas en el asunto. De todas formas, las propias palabras y el continuo enlace hacia el excremento informativo que supone lo que este personaje, hacen que se diferencie bien entre mi persona que siempre firmaré como Sise y aquellos que son tan pobres que no son capaces de propia ni la personalidad intentando suplantar la de otros.

Por cierto, cuesta creer que alguien esté tan ciego como lo estaba Gran Bretaña por aquellos tiempos, pero el ser humano siempre repite su misma historia. Hoy día, algunos se creen inventores de un deporte con mas de 150 años de historia por haber formado un equipo fantastico y desprecian todo lo demás.

Pues va a ser que no es tan raro encontrar a ciegos futbolisticos...

Un saludo

¿Se acuerda de qué decían Solbes y Pizarro de la crisis durate el debate electoral de 2008?

Vergüenza de país: http://yestheycan.blogspot.com/2013/11/escogimos-solbes.html

Bonito artículo. Sólo apuntaría el hecho de que Hungría formaba parte del Pacto de Varsovia, y eso en los años de la Guerra Fría, en un país ultracapitalista como Inglaterra, equivalía poco menos que al demonio. De hecho, a partir de la II Guerra Mundial se aceptó claramente la trascendencia política del fútbol, aunque a muchos madridistas no les guste mezclar fútbol y política por razones evidentes. Me gustó que hablara Relaño de la posición retrasada del delantero centro, algo que después adoptaron Cruyff y Guardiola en sus esquemas. Y no estoy de acuerdo con el comentario de Xabier. El fútbol es dinámico, sí, como todo lo que está vivo. Pero es bonito respetar los mitos. En fútbol, como en todo. Los grandes siempre han sido Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona y, de ahora en adelante, también Messi. Reconocer esto es lógico y entrañable. Necesitamos de estas cosas para no perder los estándares.

El mejor partido de fútbol de la historia no existe. El fútbol es algo dinámico, vivo, por lo tanto es cambiante. El equipo que ganó hoy pierde mañana contra el mismo rival. Cuál ha sido mejor equipo y cuál ha sido mejor partido? Ninguno, en cada caso es el resultado del juego de ese momento.

Puskas ya lucia barriguita pese a que era joven .

Fue un gran baño de humildad para los que se creían los mejores, pero permítanme que discrepe porque para mi el mejor partido del siglo y de la historia del fútbol fue, sin ningún lugar a dudas: http://xurl.es/2ir7n

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Memorias en Blanco y Negro

Sobre el blog

Este blog pretende rescatar la memoria vivida en el deporte.

Sobre el autor

Alfredo Relaño

es director de AS y antes de ello fue sucesivamente responsable de los deportes en El País, la SER y Canal +. No vio nacer el cine, como Alberti, pero sí llegó al mundo a tiempo de ver jugar a Di Stéfano y Kubala, escalar montañas a Bahamontes y ganar sus primeras carreras a Nieto. ¡Y ya no se morirá sin ver a España campeona del mundo de fútbol!

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