Desde 1986, los españoles han visto su integración en la familia europea como un proceso beneficioso que les aleja de los fantasmas aislacionistas del pasado. La crisis económica está suponiendo una prueba de fuego para la imagen que los españoles tienen de la Unión Europea y, de momento, parece que la está superando. La amplia mayoría (70%) sigue pensando que la pertenencia a la unión es positiva para España, frente al 23% de los españoles que no lo ve tan ventajoso. Un dato que llama la atención: cuanto mayor es el tamaño del municipio más europeistas y menos euroescépticos son sus habitantes. En ciudades de más de un millón de habitantes llegan a ser el 84% los que consideran positiva para España su integración europea, mientras que baja hasta el 61% en municipios de menos de dos mil habitantes.
En cualquier caso, el europeismo hispánico es también crítico. Los españoles piensan que a la construcción europea le faltan instrumentos eficaces a la hora de actuar. Para tres de cada cuatro españoles (72%) es urgente el establecimiento de herramientas políticas que permitan un gobierno europeo con suficientes poderes para unificar y coordinar la actuación de los 27 países de la Unión Europea. Además, el 62% cree que las dificultades que esta afronta para luchar contra la crisis económica se deben a que se ha avanzado poco en la coordinación política mientras que en la integración de la economía se ha avanzado mucho y muy deprisa. Europa está bien, piensan los españoles, pero es urgente una Europa mejor.