En una elección no solo cuenta quien compite, sino contra quien lo hace: además del “factor candidato” existe el “factor contrincante”. Del primero se suele hablar mucho. El segundo tiende a ser ignorado, pese a su innegable —pero menos directamente perceptible— influencia.
Las elecciones del pasado 22 de mayo en el concreto caso de la ciudad de Madrid proporcionan un buen ejemplo en este sentido. Los electores capitalinos depositaron ese día, en la urna correspondiente a la elección municipal, 364.600 votos a favor del Partido Socialista de Madrid (PSM); simultáneamente, depositaron 376.124 votos a favor del PSM en la urna correspondiente a la elección autonómica. De esos 11.524 votos de diferencia entre una y otra elección ¿cabe concluir que en la capital Tomás Gómez gozó de mayor apoyo entre electorado socialista que Jaime Lissavetzky? En realidad no, salvo que se prefieran las apariencias a las realidades.
Veamos estos mismos datos desde una perspectiva más ajustada. En la capital el 22 de mayo se dirimió un doble duelo: Aguirre/Gómez, por un lado, Ruiz-Gallardón/Lissavetzky, por otro. Es obvio que la confrontación directa Gómez/Lissavetzky no existió: cada uno se batió en un cuadrilátero distinto y por tanto los respectivos resultados solo pueden ser comparados oblicuamente, es decir, con clara distorsión contextual. Lo que los datos realmente indican es que entre los votantes de la capital Ruiz-Gallardón superó a Lissavetzky en 392.352 votos, y Esperanza Aguirre a Tomás Gómez en 423.287 votos. O lo que es igual, la derrota de Lissavetzky ante su contrincante fue, en realidad, 30.935 votos menos abultada que la de Gómez frente al suyo (423.287-392.352). Sencillamente, quedó bastante mejor (o bastante menos mal). Solo desde el olvido del “factor contrincante” cabe el deslizamiento hacia la conclusión contraria.
El contrincante contra el que Lissavetzky midió sus fuerzas fue Ruiz-Gallardón, uno de los políticos españoles mejor valorados y uno de los que menos rechazo provoca entre quienes no son sus votantes. Es decir, un líder que quizá no encandila arrolladoramente a los suyos pero que tampoco embravece especialmente en su contra a los ajenos. Como además Lissavetzky puede ser encuadrado también en ese selecto grupo de “líderes incluyentes” (los que gustan pero no arrebatan a los propios y que, a la vez, no disgustan ni predisponen excesivamente en contra a los oponentes) se explica que en la capital, en un mismo día, la movilización electoral en el caso de la elección municipal fuera más reducida que en el de la elección autonómica.
En efecto, la suma de votos PSOE/PP en la primera fue de 1.121.552, frente a 1.175.535 en la segunda: o lo que es igual, el tándem Aguirre/Gómez movilizó a 53.983 votantes más que el dúo Ruiz-Gallardón/ Lissavetzky. No es difícil explicar por qué: Esperanza Aguirre es la figura mejor valorada por los votantes populares madrileños, entre los que despierta un fervor tan intenso como prácticamente incondicional, lo que a su vez y por sí solo, contribuye a una relativa mayor movilización en su contra del electorado socialista, con independencia de cuál pueda ser su candidato. Propicia tanto algún mayor voto a su favor como en su contra. Por tanto, si bien es cierto que, en números absolutos, Gómez sacó en Madrid más votos que Lissavetzky, también lo es —y eso tiene sin duda mayor relevancia política— que pese a ello, en la que era su específica contienda, resultó apreciablemente más vapuleado que este segundo en la suya: la ventaja que Aguirre sacó a Gómez es superior en 30.935 votos a la que Ruiz-Gallardón sacó a Lissavetzky. O por expresarlo con una metáfora quizá grotescamente boxística y por ello más contundente: Gómez logró propinar a su contrincante 11.524 más golpes que Lissavetzky al suyo; pero, a cambio, recibió 30.935 más golpes que este. ¿Cabe realmente dudar cuál de los dos fue el que salió casi tres veces más castigado de su particular contienda?
Hay 8 Comentarios
Yo me sigo preguntando quién narices es Tomás Gómez.
Publicado por: Jaimito | 17/06/2011 3:31:10
Hay otro factor no tratado. Los emigrantes a Europa hemos tenido derecho a voto a las autonomicas, pero no a las municipales. Yo contribuyo a esa diferencia sin haberlo hecho por eleccion propia. Coincido por lo general en la tesis de que Gomez ha despertado mas rechazo. Y es que unas primarias no son inocuas.
Publicado por: Emigrante | 16/06/2011 22:58:07
Lo has clavado. Mi caso: voté a PSOE en municipales y UPy D en autonómicas.
Jaime Lissavetzky, me vale. A Tomas Gomez no le trago por muchas razones.
Publicado por: Joshua | 16/06/2011 22:47:05
Que tontería de artículo. Míralo como quieras, pero Gómez movilizó a más votantes que Lissavetzky. Tu estás hablando de que Gallardón movilizó a menos gente que Aguirre, pero eso es un análisis del PP, no del PSOE. Lo único que ocurre es que se te ve mucho el plumero, porque te has sacado de la chistera un análisis retorcido para justificar lo injustificable.
Publicado por: pau | 16/06/2011 19:00:37
Pues la verdad, Juan, es que tienes razón. ¡En realidad este post es solo una nota a pie de página y un pretexto para hablar del "efecto contrincante"!
Publicado por: J.J. Toharia | 16/06/2011 17:42:23
Quien ganó por más tiene interés, pero analizar quién perdió por menos no se entiende mucho, cuando las dos palizas fueron sonadas.
Publicado por: juan | 16/06/2011 17:18:19
mejor dicho, ni de sparring...
Publicado por: maputxe | 16/06/2011 17:17:19
Aguirre y gallardón compitieron contra el reloj, no contra los candidatos del PSOE, que no hicieron ni de liebres.
Publicado por: maputxe | 16/06/2011 17:13:27