El 72% de los españoles cree que, con todos sus defectos e insuficiencias, la actual democracia constituye el período en que mejor ha estado nuestro país en su historia (sondeo de Metroscopia para el Pulso de España 2010). Lo cual no quiere decir, por supuesto, que estemos en el mejor de los mundos posibles. El hasta ahora amplio apoyo ciudadano (66%) al Movimiento 15-M constituye una clara indicación del difuso y a la vez profundo malestar de nuestra ciudadanía en relación con el actual estado de cosas en el país.
Para empezar, si bien la Constitución es, en conjunto, muy bien evaluada (solo un 5% de los españoles cree que sea una mala Constitución), un abrumador 95% lleva ya tiempo considerando que necesita, con urgencia, retoques que la actualicen. No es de extrañar: son ya 33 años de vigencia sin una sola reforma que contribuya a mantenerla adecuadamente sincronizada con nuestra cambiante realidad social. Es difícil encontrar en Europa un caso similar de desatención y descuido con la considerada ley de leyes.
En segundo lugar, los españoles comparten la insatisfacción de los “indignados” con el actual funcionamiento de nuestros partidos políticos. Ocho de cada diez les perciben aquejados de “autismo político”: encerrados en una torre de marfil sellada a cualquier aire que provenga del exterior, tal y como ahora se organizan y funcionan no pueden atraer ni reclutar a personas competentes y preparadas.
Pero es que además los modos y modales de nuestra clase política son objeto de una generalizada reprobación ciudadana. Enzarzados muchas veces en disputas sin otro fin aparente que el hecho mismo de disputar, nuestros políticos dan la impresión con excesiva frecuencia de haber olvidado que la democracia es ante todo respeto: a las normas, a los procedimientos, al adversario. La actual clase política (en general y con contadas excepciones) prefiere tratar de “calentar” a la ciudadanía en vez de aliviar sus tensiones, preocupaciones o problemas desde la negociación y el entendimiento con el adversario. Resultado: los españoles han acabado pensando que su propia clase política es uno de los principales problemas del país.
Finalmente, ocho de cada diez ciudadanos piensan que la globalización económica ha ido mucho más deprisa que la creación y el fortalecimiento de instituciones políticas globales: así, ahora, la idea masivamente predominante es que son los mercados y no las instituciones representativas legítimamente elegidas quienes realmente mandan en el país.
Sobran pues, desde hace tiempo, motivos para la indignación. Habían sido ya ampliamente detectados por el mejor y más fiable instrumento de detección del pulso social con que contamos: el sondeo de opinión estadísticamente representativo del conjunto de la voz pública (y no solamente de la fracción de la misma que se expresa en la calle). En todo caso, el gran mérito del 15-M es haber logrado, por fin, poner un altavoz que ha convertido en insoslayablemente audible el rumor —hasta ahora en sordina— del descontento ciudadano.
Hay 2 Comentarios
Si se quieren cambios tendrian que sustituirlos todos por gente nueva. El que alguien lleve tantos años en politica hace que la persona poco a poco se valla dejando y al final no se entiende con el pueblo.
Publicado por: Abogado Málaga | 27/06/2011 10:37:48
Con estos politicos no podemos avanzar. Hay que cambiar el sistema
Publicado por: publiregal | 22/06/2011 17:13:17