Metroscopia

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“No creo en las encuestas”. Mal empezamos... Es tanto como decir “no creo en los termómetros”. Las encuestas, como los termómetros, no son una cuestión de fe, pertenecen al mundo más humilde y pragmático de la medición. Si están bien hechas, son una herramienta para medir, y así describir, los estados de opinión de una sociedad en un momento determinado. Los datos están ahí y son los mismos para todos. Otra cosa es cómo se analizan e interpretan...

Sobre los autores

Este Blog es obra colectiva del equipo técnico de Metroscopia. Los responsables de sus análisis y comentarios son , , Silvia Bravo, Susana Arbas, Mar Toharia, Marcos Sanz, Ignacio Urquizu, Antonio López Vega, Francisco Camas y Gumersindo Lafuente.

Metroscopia

Metroscopia combina la experiencia de su equipo profesional en estudios de la opinión de la sociedad española con una actitud de curiosidad permanente. Referente en sondeos políticos y estimaciones electorales, aborda investigaciones sobre todos los ámbitos de la vida social. Este blog aporta algunos de los datos públicos de estudios de Metroscopia, así como reflexiones sobre opinión pública en general.

Libros

Pulso Social de España 2 (enero 2011-mayo 2012)

Pulso Social de España 2 (enero 2011-mayo 2012)

Toda realidad ignorada prepara su venganza», advierte Ortega en uno de los párrafos finales del «Epílogo para ingleses» de su Rebelión de la masas. Y no hay realidad que, en democracia y sobre todo en tiempos de crisis, resulte más arriesgado ignorar que la opinión pública. El objetivo de esta serie de estudios es poner a disposición general datos de opinión solventes, relevantes y acerca de una amplia variedad de temas. Porque cuanto mejor conozcamos nuestro estado de ánimo colectivo menor será el riesgo de tener que afrontar las consecuencias de haberlo ignorado.

Pulso de España 2010

Pulso de España 2010

Intentando ser fiel a uno de los lemas orteguianos («vivir de claridades y lo más despierto posible»), el Departamento de Estudios de Opinión Pública de la Fundación Ortega-Marañón (FOM), con la colaboración de Metroscopia, y gracias al patrocinio de Telefónica, ha elaborado el presente "Pulso de España 2010", que aspira a ser el primero de una serie de informes periódicos sobre la realidad social española desde un planteamiento sosegado, independiente y plural.

La rosa deshojada

Por: | 31 de octubre de 2011

Petalos
La gestión de la sequía económica ha hecho perder varios pétalos al PSOE: solo el 44% de quienes votaron por sus listas en 2008 tiene intención de repetir el 20-N, mientras que uno de cada cinco duda y tres de cada diez votarán por otra opción política. El desgaste ha sido elevado. Pero no siempre fue así.

En 2007 no se oteaban nubes en el horizonte. La mayoría de los españoles consideraba que situación económica era bastante buena y aprobaba la gestión de Zapatero, tras sus primeros años de ampliación de los derechos sociales. El 36% de los ciudadanos aseguraba que no votaría al PP en ningún caso y un 15% no lo haría por el PSOE. Eso era antes. El punto de ruptura entre el PSOE y su electorado se produjo en junio del año pasado. Por primera vez en más de seis años, eran más los votantes socialistas que desaprobaban la gestión del gobierno que quienes la aprobaban (57% frente a 38%).

Hoy, a punto de que formalmente empiece la campaña electoral, el PSOE cuenta con un 34% de antivoto duro: personas que aseguran que no le votarían en ningún caso. Y lo peor. Entre ellos están un 13% de quienes le votaron en las pasadas elecciones. Estos han pedido el divorcio y no quieren saber nada más de su expartido. Pero además están esos tres de cada diez que tienen pensado irse con otra formación política el 20-N.

Tabla antivoto
Con este panorama, acierta necesariamente la directora de la campaña socialista, Elena Valenciano, cuando explicaba recientemente en una entrevista que en las próximas semanas “habrá lugar para los sentimientos”. Ardua tarea le espera, tratar de convencer a una parte de su electorado, que se siente desengañado, frustrado y despechado, que vuelva a casa y que no escuche los cantos de los pretendientes que suenan a derecha e izquierda. Cómo convencerles que no fue él, que será diferente esta vez y que el PP le tratará peor. Difíciles serán las promesas cuando en el debate a Rajoy le baste con replicar: “¿Por qué no lo hiciste antes”. Con razón se dice que las elecciones no las gana la oposición, las pierde el gobierno. Sin duda, las pierden los sentimientos de desengaño. Y si nada extraordinario ocurre en las emociones del electorado socialista en los próximos días, Rajoy encontrará esta vez en su camino a La Moncloa una alfombra de pétalos de rosa.

Imagen de Daninava

¿Todos centristas?

Por: | 28 de octubre de 2011

Der_izqEn una escala izquierda/derecha de once puntos (de 0 a 10), en que el 0 equivale a una posición de extrema izquierda y el 10 a otra de extrema derecha, ¿dónde se sitúan los españoles? Y más concretamente, ¿dónde lo hacen quienes votan al PSOE? ¿Y quienes votan al PP? A pesar de su simplicidad, la escala 0-10 permite obtener un inventario razonablemente fiable —sin duda de trazo más bien grueso, pero no por ello necesariamente desenfocado— del espectro ideológico de nuestra ciudadanía. Y lo cierto es que solo un porcentaje mínimo de españoles (entre el 2% y el 7%, según los casos) no sabe, no puede o no quiere expresar su orientación ideológica en los términos de esta escala, por lo que parece ser un instrumento fácil de entender y fácil de usar para autodefinirse ideológicamente.

GRAFICO ESCALA IDEOLÓGICA- TOTAL-28 OCT.Tres datos resultan especialmente llamativos. En primer lugar, el claro predominio de lo que cabe etiquetar como centrismo: la mayoría relativa ciudadana (44%) se posiciona en el 5 —punto medio de la escala—, y 5.0 es también la puntuación media resultante (por cierto, a lo largo de los últimos dos decenios, los españoles se han venido definiendo sistemáticamente, en conjunto, con una puntuación media que ha fluctuado entre el 4.8 y el 5.0: es decir, una orientación de centro levemente escorada a la izquierda). Lo que realmente sea este centrismo es ciertamente debatible: en el 5 tienden a posicionarse tanto individuos que, desde un posicionamiento ideológico intermedio y moderado, comparten y compatibilizan valores e ideas propios de la izquierda y de la derecha, como individuos en el fondo indiferentes al debate público que no se identifican “ni con unos ni con otros” y en los que esa aparente equidistancia equivale a un pasotismo escapista. Evidentemente, con los datos de esta escala no resulta posible separar a unos de otros, ni determinar su peso relativo. Pero el hecho es que este nutrido grupo ideológicamente intermedio está ahí y, con toda seguridad, opera como elemento lubricante de nuestra vida política, minimizando los roces y fluidificando la coexistencia entre los votantes de los dos grandes partidos que hasta ahora han gobernado el país.

GRAFICO ESCALA IDEOLÓGICA- RECUERDO VOTO-28 OCT.En segundo lugar, si bien entre los votantes del PSOE el 45% se autositúa en puntuaciones de izquierda (0-4), al mismo tiempo el 44% lo hace en el 5; y que si entre los votantes del PP el 58% se ubica en la banda derecha de la escala (6-10), un 39% lo hace en el 5. Con estos datos (y con todos los matices y cautelas ya apuntados, y algunos más que la propia perspicacia del lector sin duda añadirá), la conclusión que puede extraerse es que la radicalización ideológica no parece ser precisamente lo que caracteriza a los electorados socialistas y populares. Entre los votantes socialistas, la mayoría relativa (44%) se ubica en el punto 5 de la escala, como ya queda dicho, y el segundo grupo más numeroso (23%) se ubica en el 4: es decir, quienes en conjunto se posicionan en un centro levemente escorado a la izquierda representan el 67%. En el caso de los votantes populares, junto al 39% que se autositúa en el 5, hay un 23% que lo hace en el punto 6: es decir, quienes en conjunto se posicionan en un centro levemente escorado a la derecha representan el 62%. Por otro lado, con los puntos más extremos, y por tanto ideológicamente más radicales, de la escala solo se identifica una mínima fracción de estos dos electorados (que —recuérdese— en conjunto sumaron en las elecciones de 2008 el 84% de los votos emitidos y el 92% de los escaños del Congreso). Entre los votantes del PSOE solo un 4% se posiciona en la extrema izquierda (puntos 0 y 1); entre los votantes del PP un 10% lo hace en la extrema derecha (puntos 9 y 10). A la vista de estos datos resulta difícil concluir que nuestra sociedad actual está ideológicamente partida en dos, al borde de un nuevo enfrentamiento fratricida o, como se ha llegado a afirmar (y no en broma) en un estado de radicalización comparable al existente ¡en 1934!

Finalmente —y como ya predicaba la vieja canción de Brassens— puede verse que la edad no tiene nada que ver con este asunto: hoy por hoy, ni los jóvenes son básicamente de izquierdas ni los mayores básicamente de derechas. En realidad, las diferencias ideológicas en función de la edad son muy reducidas, cuando las hay. Y por cierto, el antañón estereotipo del mayor conservadurismo femenino resulta claramente desmentido: las mujeres españolas apenas difieren hoy ideológicamente, en conjunto, de los hombres (5.1 frente a 4.9).

Tablas escala ideologica

Imagen de bitterlysweet

Aquel "no nos falles"

Por: | 27 de octubre de 2011

No nos fallesNo nos falles” coreaban militantes y simpatizantes socialistas al recién elegido presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la noche electoral del 14 de marzo de 2004 frente a la sede del PSOE. Terminaba así la —con toda probabilidad— jornada electoral más convulsa de toda la historia democrática española, tres días después del atentado yihadista contra varios trenes de cercanías en Madrid que acabó con la vida de 192 personas. Y durante seis años y dos meses, Rodríguez Zapatero consiguió no fallarles.

Los datos de Metroscopia permiten ver cómo han evolucionado las calificaciones del líder socialista entre sus votantes, desde octubre de 2002 —dos años después de ser elegido secretario general del PSOE— hasta agosto de 2011 —después de anunciar que no repetiría como candidato a la presidencia del gobierno. Desde esa primera fecha, Zapatero contó con el apoyo del electorado socialista y nunca obtuvo una puntuación media por debajo del 6 a lo largo de todo 2003. Su imagen se vio reforzada al inicio de la campaña electoral de 2004 cuando consiguió un 7.4: su mejor calificación media hasta ese momento entre los votantes socialistas. Evaluación que logró superar —llegando hasta un 7.6— durante el último día de campaña y la jornada de reflexión, es decir, los días posteriores al atentado del 11-M y previos a la jornada electoral. Como suele ser habitual tras unas elecciones, el ganador logra un plus de confianza por parte de la ciudadanía: fue este, también, el caso de Zapatero; y tras los comicios y hasta las elecciones europeas de julio de 2004, alcanzó una puntuación media de 8.1 entre sus votantes.

Este fue el punto álgido de un Zapatero que, además, estabilizó su puntuación a lo largo de su primera legislatura en el entorno del 7 entre su electorado y del 5.5 entre el conjunto de los españoles. Una legislatura que estuvo marcada por el desarrollo de las políticas sociales del Gobierno y por la confrontación permanente con el PP, partido que parecía no haber asumido su inesperada derrota en las urnas.

GRAFICO ZP- mediasY así hasta llegar hasta 2008: año de inició de la crisis económica financiera mundial y de elecciones generales en España. En enero de ese año, todavía eran más los españoles que evaluaban positivamente la situación económica que quienes lo hacían negativamente: 40% frente a 31%. Pero solo un mes después, y a pocos días de los comicios, se produjo un vuelco de la opinión pública: un 41% pasó a considerarla muy mala o mala frente a un 31% que pensaba que era muy buena o buena. Por suerte para Zapatero —o por su capacidad de convicción en esos momentos—, entre el electorado socialista seguían prevaleciendo los optimistas sobre los pesimistas (44% frente a 25%). Zapatero volvió a ganar las elecciones, pero ya nada volvió a ser igual.

La situación económica fue empeorando mientras el Gobierno negaba por activa y por pasiva que hubiera crisis —de hecho, utilizaba eufemismos para referirse a ella y no fue hasta junio de ese año cuando el Presidente mencionó por primera vez públicamente la palabra crisis. Negar un hecho que para la mayoría de los españoles era ya una evidencia fue uno de los grandes errores de Zapatero: en julio de ese año —transcurridos 100 días de gobierno de su segunda legislatura—, el porcentaje de ciudadanos que calificaba negativamente la situación económica de España alcanzó lo que entonces fue un récord histórico: 74%.

La imagen de Zapatero entre el conjunto de la ciudadanía sufrió un revés del que no se ha vuelto a recuperar. No obstante, su electorado seguía confiando en él y durante el primer semestre de 2009 el saldo entre los votantes socialistas que aprobaban y desaprobaban su gestión seguía siendo claramente positivo.

Con todo, el desgaste de la imagen del Presidente iba parejo al persistente deterioro de la economía: en la oleada del Barómetro de Clima Social de enero de 2010, el 66% de los españoles (y un 45% de sus votantes) pensaba que Zapatero no debería volver a presentarse como candidato en las próximas elecciones generales; en la oleada de febrero de ese año, la abrumadora mayoría de los ciudadanos (y ahora también ya de sus votantes) se mostraba disconforme con las medidas esbozadas por el Gobierno para hacer frente a la crisis (principalmente las referidas al alargamiento de la vida laboral y el aumento de los años de cotización para el cálculo de la pensión); en la de mayo —marcada por la crisis griega y la rebaja de la calificación de la deuda española a largo plazo por parte de la agencia Standard & Poor´s, así como por el aumento de la tasa de paro en nuestro país—, un 66% pensaba que el Gobierno no estaba tomando las medidas oportunas para evitar el contagio de la crisis griega; y en la de junio —realizada tras la aprobación de las medidas anticrisis del Gobierno—, la mayoría de los españoles (58%) pedía un cambio de gobierno porque el que estaba en esos momentos había perdido por completo —según el 69% de todos los ciudadanos y el 53% de los votantes socialistas— la capacidad de dar solución a la situación que atravesaba el país.

Fue en esos momentos, junio de 2010, cuando los votantes socialistas pensaron que Zapatero les había fallado: por primera vez en más de seis años, quienes desaprobaban su gestión eran más que quienes la aprobaban (57% frente a 38%, un saldo negativo de 19 puntos). A partir de ese momento, con alguna que otra fluctuación, su electorado le dio por amortizado electoralmente. Zapatero y su partido, que habían llegado al Gobierno, en gran medida, a causa de una mala gestión —la llevada a cabo por el PP en relación con los atentados de los trenes de Atocha— van así a tener que abandonarlo a causa de otra mala gestión: en este caso, la de una crisis económica que, no por imprevista y negada, siempre existió.

GRAFICO ZP- balance

Imágen de withlove_allison

¿Impuestos o recortes?

Por: | 26 de octubre de 2011

TijerasUna disyuntiva poco halagüeña. Pareciera que la crisis nos asaltara en una esquina poco iluminada y tuviésemos que decidir qué ceder. Pocos son los que confían que exista una salida a la crisis que no pase por (al menos) una de las dos cesiones: ¿la bolsa o las prestaciones?

Empecemos por lo fácil. Naturalmente, tienen un amplio apoyo las medidas que no suponen un sacrificio para la mayoría, como eliminar los gastos superfluos y controlar mejor el fraude fiscal (94%) —que, por definición, ya deberían eliminarse y pocos serán los que vayan a salir en su defensa— y gravar a quienes tienen más de 700.000 euros de patrimonio (76%). También estaríamos dispuestos a subir los impuestos del alcohol y el tabaco (70%), si con ello protegemos la sanidad pública.

Tabla recortes 1

Pero si —como apuntan los economistas— estas medidas no son suficientes, la elección se complica. A nadie le gusta pagar impuestos ni recibir menos prestaciones sociales. Y, especialmente en época preelectoral, el dilema se convierte en una división casi ideológica: los españoles que se consideran de izquierdas pagarían más impuestos para, a cambio, proteger las prestaciones; por contra, quienes se consideran de derechas preferirían perder prestaciones sociales antes que subir los impuestos. ¿Y en el centro? División perfecta de opiniones.

Grafico prestaciones sociales

En el caso de la sanidad, la joya de la corona del estado de bienestar español, los ciudadanos no están dispuestos, en principio, ni a recortar ni a reducir su gratuidad. Por un lado, se rechaza el copago sanitario (61%) y el hospitalario (66%). Se rechaza también el aumento del copago farmacéutico (62%) y que la sanidad deje de ser gratuita para todos (74%). Por otro lado, los ciudadanos, apurados por los efectos de la crisis, se oponen a la introducción de un nuevo impuesto destinado a financiar la sanidad pública (67%). Esta actitud pudiera parecer un intento por mantener la bolsa y las prestaciones y, en parte, es coherente con la percepción generalizada de estar pagando una crisis del estado de bienestar generada por otros.

RecortesEn el caso (que parece inevitable) de tener que elegir entre dos situaciones que los ciudadanos quieren evitar —recortes o impuestos— las discrepancias son intensas, pero son algunos más (51% frente a 41%) quienes preferirían subir los impuestos a seguir recortando prestaciones en educación, sanidad y ayudas sociales. Entre el electorado de los dos principales partidos los porcentajes son claramente distintos: dos de cada tres votantes socialistas (64%) está a favor de subir los impuestos para proteger el estado de bienestar; mientras que entre el electorado popular la mayoría (55%) prefiere los recortes a los impuestos.

Tabla recortes 2

*Imágenes de Ole C Eid y de Consuelo Bautista

¿Dónde está el voto católico?

Por: | 25 de octubre de 2011

Catolico_rosarioDepende de lo que entendamos específicamente por “católico”, pero una primera respuesta podría ser que en la España actual está repartido un poco por todos lados. O lo que es igual: no se arracima exclusiva, ni siquiera mayoritariamente, en torno a una única opción política. Pero vayamos por partes.

Para empezar, conviene aclarar que el mundo católico presenta hoy, en nuestro país, una notable fragmentación. Cierto que cuando se pregunta a los españoles cómo se definen en el terreno religioso, un 75% se acoge a la etiqueta genérica de “católico”. Pero cuando se profundiza un poco más se descubre que en realidad apenas un 16% se considera “católico practicante”, es decir, católico realmente ejerciente o activo. ¿Qué ocurre con el 59% restante? Se reparte entre quienes se definen como “católicos poco practicantes” (26%) o, más rotundamente, como “no practicantes” (33%). Un “católico poco practicante” puede entenderse como alguien que mantiene una especie de relación desmotivada y a tiempo parcial con su fe y con su iglesia. Más complejo resulta entender qué cosa pueda ser eso de “católico no practicante”. Sea lo que fuere, lo cierto es que los abundantes datos de encuesta existentes muestran que ese tercio de españoles (33%) que se definen como “católicos no practicantes” se encuentran por lo general mucho más cerca, en actitudes y opiniones, de quienes se definen como “no creyentes” que de quienes lo hacen como “católicos practicantes”.

En todo caso, lo que estos datos permiten concluir es que lo que predomina claramente en la sociedad española actual es la tibieza (o podría quizá decirse también la templanza) en materia religiosa: quienes se posicionan en esta tema con rotundidad y sin ambigüedades (es decir, los que se definen como católicos practicantes o como no creyentes) representan tan solo, respectivamente, el 16% y el 23% de la población adulta española actual. La clara mayoría (el 59% restante) se define en cambio como católica, sí, pero poco o nada practicante, algo que probablemente no difiere mucho de considerarse casi o claramente no creyente.

Partiendo de estos datos,  la respuesta a la pregunta que da título a estas líneas (“¿dónde está el voto católico?”) depende obviamente, en buena medida, de lo que se decida entender por “católico”.

La primera opción, la más simple y menos matizada, es considerar como “voto católico” el de todo aquel que al definirse religiosamente recurre a esta etiqueta, con independencia de los matices o reservas que pueda añadir a la misma. Así entendido, y como puede verse en las columnas sombreadas en azul del Cuadro 1, el voto católico resulta ser masivamente mayoritario en el PP (92%), pero también en el PSOE (72%): es decir, desde esta perspectiva, no hay un partido que pueda ser considerado, en exclusiva, como “el partido de los católicos”; en realidad, podría más bien decirse que los dos grandes partidos nacionales lo son prácticamente por igual. Y la conclusión que de ello cabe extraer sería que, en consecuencia, a ambos conviene por igual que las cuestiones religiosas no se conviertan en tema de discordia.

TablasUna segunda opción es entender como voto católico exclusivamente al emitido por quienes se definen como católicos practicantes y poco practicantes, considerando en cambio como voto no religioso (o poco religioso) al de quienes se consideran no creyentes o católicos no practicantes. Esta nueva forma de agrupar las identidades religiosas, que queda reflejada en las columnas sombreadas en gris en el Cuadro 1, tiene como resultado una distribución del voto “católico” entre PP y PSOE que ya no es parigual: en el caso del PP, el 63% de sus votantes serían católicos y el 35% no creyentes; en el caso del PSOE, en cambio, serían católicos el 36% de sus votantes y no creyentes el 62%. Es decir, desde esta segunda perspectiva, el PP queda configurado como la formación política de ámbito nacional con una proporción de voto católico más abundante, pero en modo alguno absoluta: un tercio largo de sus votantes tiene escasa o ninguna afinidad religiosa. Lo mismo, pero en sentido inverso, ocurre con el PSOE: es, de los dos grandes partidos nacionales, el que cuenta con mayor proporción de votantes no creyentes o poco religiosos (62%), pero al mismo tiempo un tercio largo de sus votantes son católicos. El resultado de este reparto del voto católico y no católico es que ambos partidos se encuentran en la misma tesitura: la de tener que tratar con sumo tacto y prudencia los distintos ángulos, dimensiones y aristas que conlleva la cuestión religiosa, pues cualquier tentación de deslizamiento fundamentalista (en un sentido o en el opuesto) les puede enajenar una parte sustancial de sus votos.

Si el PP actuara como un partido declarada y militantemente católico, o si el PSOE lo hiciera como un partido declarada y militantemente anticatólico, el riesgo sería similar: incomodar seriamente a un tercio de sus respectivos votantes. La conclusión que cabe extraer es que el factor religioso —y pese a quien pese— queda estructuralmente desactivado como potencial semillero de discordia cívica y de enfrentamiento social: por convicción sincera o por resignación pragmática no queda otra alternativa a los más enconados de uno y otro extremo (minoritarios ambos, por cierto) que el mutuo respeto y la pacífica convivencia.

¿Qué fue del voto joven y del voto femenino al PSOE?

Por: | 24 de octubre de 2011

Mitin_electoral_PSOEUn mes antes de las elecciones generales de 2008, la ventaja del PSOE sobre el PP era casi 10 puntos en intención directa de voto entre el conjunto de los españoles: 34.5% frente a 24.7%(1) . En ese momento, los socialistas gozaban de mayor apoyo que los populares en todos los grupos de edad y tanto entre hombres como entre mujeres. Pero era entre estas y entre los más jóvenes —los menores de 35 años— entre quienes el PSOE conseguía una mayor distancia frente al PP: 11.4 y 13.6 puntos, respectivamente.

Ahora, casi cuatro años después, la situación es radicalmente distinta. La oleada del Barómetro de Clima Social de Metroscopia correspondiente a este mes de octubre arroja una distancia en intención directa de voto de casi 14 puntos, pero, en esta ocasión, favorable a los populares: 30.9% frente a 17.7%. El desplome de los socialistas se produce en todos los frentes: también entre las mujeres —entre quienes la intención de voto al PP supera en 12.4 puntos a la intención de voto al PSOE— y entre los jóvenes —la distancia favorable al PP es, en este caso, de 10.8 puntos. Quienes se han bajado del tren socialista no parecen dudar de su decisión: los porcentajes de mujeres y jóvenes que ahora se muestran indecisos apenas han aumentado con respecto a febrero de 2008. Los beneficiados de esta huida de votos no son ni la abstención —que, de hecho, desciende en los dos grupos analizados— ni el voto en blanco —que desciende entre las mujeres y apenas crece entre los jóvenes—, sino el resto de fuerzas políticas: principalmente el PP, pero también —y sobre todo entre los jóvenes— UPyD e IU.

Dibujo

Los jóvenes se apearon antes que las mujeres

Hasta noviembre de 2009, los jóvenes manifestaban una mayor intención de voto al PSOE que al PP —si bien con una tendencia decreciente—. En diciembre de ese año, sin embargo, se produce un vuelco y, por primera vez en las seis oleadas del Barómetro de Clima Social que se llevaban realizadas hasta ese momento, el PP aventaja al PSOE en la intención de voto de los menores de 35 años. En esa oleada —algo que probablemente ayudó a ese alejamiento de los socialistas— lo que hasta ese momento era una percepción negativa de la economía circunscrita al ámbito nacional, sin un reflejo directo en la economía familiar, comenzaba a ser una realidad directa: el porcentaje de jóvenes que consideraba positiva su situación económica descendió 11 puntos con respecto al mes anterior, a la vez que aumentó 11 puntos el de quienes la calificaban negativamente. Solo en la oleada de noviembre de 2010 el PSOE logró atraer de nuevo al electorado joven gracias —con toda probabilidad— a la inyección de aire nuevo que supuso electoralmente para los socialistas la remodelación del Gabinete ministerial llevada a cabo por el Presidente Zapatero el 20 de octubre de ese año. La ilusión que transmitía la nueva etapa fue efímera, y en la siguiente oleada de diciembre de 2010 los jóvenes se inclinaron nuevamente por apoyar en mayor medida al PP que al PSOE. Y así ha seguido ocurriendo —con mayor o menor intensidad— hasta este momento. 

Inteción de voto entre jóvenesEl mayor apoyo de las mujeres al PSOE que al PP ha sido algo más duradero: no fue hasta marzo de 2010 que los populares lograron situarse por encima de los socialistas en la intención de voto de las electoras. En esa fecha, Rodríguez Zapatero avanzó algunas de las medidas que tenía pensado adoptar para luchar contra la crisis económica: iniciativas que la mayoría de españoles —y de las mujeres— consideraban que llegaban tarde, que no resultaban creíbles y que eran inadecuadas. A partir de ese momento, la intención de las mujeres de votar al PSOE inicia una tendencia decreciente, pasando en cambio a ser ascendente la de votar al PP. Desde entonces y hasta ahora —con la excepción de las oleadas de abril y agosto de 2010—, los populares siempre han superado al PSOE entre este grupo de votantes.

Intención de voto entre las mujeresQuedan lejos aquellos días anteriores a la elecciones de 2004 en que el, en ese momento, candidato socialista, Zapatero, le pedía a los jóvenes que se convirtieran en los “voluntarios del cambio”. O cuando antes de ser reelegido presidente en 2008 pedía el voto masivo de los jóvenes para que nadie pudiera ganar con su abstención. El PSOE de Rubalcaba ha heredado una losa demasiado pesada para ser levantada a solo un mes de las elecciones. Los jóvenes y las mujeres —a quien Zapatero debió en gran parte su última victoria, según reconocieron algunos dirigentes socialistas— parecen haberles dado la espalda.

(1) La intención directa de voto (que es la que aquí se analiza) es la respuesta que espontáneamente dan las personas entrevistadas a la pregunta sobre el partido al que votarían en el caso de tener lugar unas elecciones generales en ese momento. No ha de ser confundida, por tanto, con la estimación electoral, que se obtiene aplicando a aquella una serie de técnicas correctoras (lo que habitualmente se conoce como “cocina electoral”).

El malestar del crédito (político)

Por: | 24 de octubre de 2011

15M_La falta de crédito no solo afecta al sector financiero. Muchas de las entrevistas que se realizan diariamente en Metroscopia constatan el descreimiento generalizado entre los ciudadanos cuando hablan de los profesionales de la política. Expresan desconfianza; algunos, hartazgo; otras, resignación. Pocos parecen creer en la honestidad y en la capacidad de los políticos. Para tres de cada cuatro españoles defienden solo sus propios intereses o los de una minoría. En general, no votan a los que consideran mejores, sino a los que creen menos malos. Aunque desearían que fuera distinto, la política está tan alejada, piensan, que no tienen ni mecanismos ni tiempo ni energías para intentar cambiar esa realidad.

Este es el campo abonado en el que se desarrolla el movimiento 15M/15O. Siete de cada diez españoles piensan que tienen razón en la mayor parte de sus demandas. Pero, quizás, lo más importante: para muchos, el movimiento supone un punto de referencia visible, una externalización de su enfado. Cierto, no todos simpatizan con algunas partes de su ética y su estética, pero a pesar de ello, son una amplia mayoría (63%) quienes quieren que continúe: tres veces más que quienes aseguran haber asistido a alguna de sus concentraciones de protesta y ocho veces más que quienes han participado en alguna de sus asambleas. Para ese casi 40% que se queda en casa, pero que quiere que perduren, esas protestas sirven para ver representado parte de su desencanto, esperando que algo del mensaje llegue a sus señorías.

Varios son los países en los que se repiten las protestas. Entre su ciudadanía, el persistente descontento con su clase política se ve agravado por la percepción de estar pagando su doblegamiento a las imposiciones del mercado. En las últimas semanas, Nueva York acoge un fenómeno similar al de aquellas primeras protestas del 15-M. Según sondeos de Pew y Gallup, cerca de 70 millones de estadounidenses han seguido con atención las noticias del movimiento OWS y, según Time, ya son más sus simpatizantes (54%) que sus detractores. Una ola de indignación recorre el mundo. Un preocupante déficit de confianza aqueja no solo a nuestras economías sino también a nuestros políticos. No conviene, tampoco en este caso, negar la crisis. Urge acercar la política, recapitalizarla, ofrecer mecanismos de participación, recuperar la confianza de la ciudadanía.

15M









Wanted

Por: | 17 de octubre de 2011

YateQuien tenía que regular no reguló. Quien tenía que supervisar no supervisó. Y quien tenía que proteger no protegió. Pero, eso sí, una vez producido el descarrilamiento de la economía quien tenía que sancionar sí ha sancionado, y ferozmente: pero no a los causantes primeros del desaguisado sino a las víctimas últimas del mismo. Aquellos están apaciblemente al sol en las Bahamas —por decirlo de forma metafórica y quizá algo demagógica, pero no necesariamente errada—, disfrutando de las ganancias obtenidas con el caos.

Este es, expresado en forma telegráfica, el sentir ciudadano en relación con la actual crisis de la economía occidental, tal y como llevamos ya meses detectándolo en diferentes sondeos de opinión: total impunidad para los causantes, desvalimiento total para los afectados. El movimiento 15-M, que nacido en España se está globalizando como reguero de pólvora es, en buena medida, el reflejo de la inevitable indignación popular ante esta soberana injusticia. El ciudadano medio no entiende que no pueda saberse, de forma clara y precisa, quiénes son los culpables del desaguisado que está arrasando nuestras economías. Han sido personas concretas, con nombres, apellidos y cargos concretos, quienes han producido el actual caos financiero. Pero que nadie busque sus caras en cartelerías tipo far west con el consabido “WANTED” debajo: sus nombres solo afloran, fugazmente, cuando se pasan con exceso de la raya y se convierten en noticia por haberse autoconcedido bonus desorbitados, retribuciones disparatadas u ofensivas pensiones vitalicias siempre a costa, claro está, de los desvalijados.

  

Haga usted la prueba e intente recordar no ya cinco, ni tres, sino un solo nombre de esos genios de la ingeniería financiera que están detrás del actual y monumental fiasco. Y que no sea Bernard (“Bernie” para los amigos) Madoff, claro. No se moleste: no los va a encontrar, porque esa ominosa lista está por hacer. ¿Quién fue la lumbrera que por primera vez concibió la idea de entreverar hipotecas tóxicas (concedidas sin duda, a sabiendas, por su propia entidad) con hipotecas solventes y hacer con ello un paquete para ofrecerlo a inversores externos? ¿Quiénes fueron las brillantes agencias de calificación que avalaron la solvencia del nuevo producto y permitieron su difusión mundial? ¿Quiénes fueron los analistas y asesores de entidades bancarias que consideraron que este nuevo producto, en vez de una potencial estafa, constituía una buena oportunidad de negocio (vamos, de especulación)?

Madoff-WantedNadie los conoce. Se da por sentado que lo ocurrido no es culpa de nadie. Que la economía financiera haya podido derivar en agresivo cáncer para la economía real no parece provocar mayor inquietud en quienes ahora encuentran normal que la única solución al problema sea echar la soga al cuello a países enteros… ¡para seguir cumpliendo los dictados precisamente de la así llamada economía financiera! Urge pues poner cara, nombre y apellidos a los culpables, ya. Declararles públicamente estafadores y salteadores de caminos y ofrecer a la sufrida ciudadanía recompensas y bonus por su busca y captura. Vivos o muertos. Como en el far west.

La marca España

Por: | 10 de octubre de 2011

SpainA lo largo de los últimos 40 años los españoles no han evaluado nunca de forma tan pesimista como ahora la situación económica del país. No solo no perciben que la situación vaya a mejorar pronto, sino que además se muestran convencidos de que, cuando las cosas finalmente se estabilicen, no volverán ya al mismo punto en que estaban antes de septiembre de 2008. La actual generación joven —se piensa— vivirá sencillamente peor que la de sus padres.

En este contexto de profundo pesimismo no deja de resultar llamativo la elevada buena opinión que nuestras empresas y empresarios (sobre todo en el caso de las pymes) merecen a nuestra ciudadanía. Según la última oleada del Barómetro Continuo de Confianza Ciudadana de Metroscopia, de inminente publicación, los empresarios de las pymes ocupan un espectacular quinto lugar en ese ranking de crédito ciudadano, empatados con la sanidad pública y con la policía, y por detrás tan solo de los científicos, los médicos, los profesores y la Universidad.

Made-in-spainEste dato, por si solo, permite pensar que los españoles reconocen, y valoran, el esfuerzo de nuestra clase empresarial (y dentro de la misma, del concreto sector del que dependen mayor número de empleos) para sobrellevar una crisis como la actual de la que son percibidos como víctimas y, en modo alguno, como causantes. Por eso no resulta extraño que esta positiva imagen colectiva de las empresas españolas se extienda también a sus productos: en una escala de 0 a 10, los españoles expresan con una nota de 7.8 el grado de confianza que les inspiran los productos hechos en España. Para mejor evaluar lo que esta puntuación media significa nada como ponerla en relación con la que otorgan a los productos procedentes de Alemania (aureolados siempre, en nuestro país, con el halo mítico de lo insuperable) o a los de la ahora considerada “fábrica del mundo”, es decir, China: un 7.0 y 3.6, respectivamente. La marca España se mantiene a flote, intacta y aun reforzada, a despecho de la intensa marejada económica.

 

“¿Hasta qué punto le inspira a usted confianza un producto que esté hecho en…?”

 

 

Total

Sexo

Edad

Votantes de

H

M

18-34

35-54

+55

PSOE

PP

España

7.8

7.5

8.0

7.7

7.9

7.9

8.0

7.9

China

3.6

3.6

3.7

4.3

3.4

3.3

3.3

3.6

Alemania

7.0

7.5

6.6

7.2

7.1

6.9

6.8

7.4

Fuente: Metroscopia, septiembre 2011. Puntuaciones medias en una escala de 0 a 10, en que 0 equivale a “ninguna confianza” y 10 a “confianza total”. El orden de las preguntas se rotaba en las entrevistas.

 

 

Grado de confianza que inspiran a la población española los productos españoles, chinos y alemanes

 

“¿Hasta qué punto le inspira a usted confianza un producto que esté hecho en…?”

(Puntuaciones medias en una escala de 0 a 10, en que 0 equivale a “ninguna confianza” y 10 a “confianza total”)

Total

Sexo

Edad

Votantes de

H

M

18-34

35-54

+55

PSOE

PP

- España

7.8

7.5

8.0

7.7

7.9

7.9

8.0

7.9

- China

3.6

3.6

3.7

4.3

3.4

3.3

3.3

3.6

- Alemania

7.0

7.5

6.6

7.2

7.1

6.9

6.8

7.4

Fuente: Metroscopia, septiembre 2011.

El taxista

Por: | 07 de octubre de 2011

Taxi
Todos tenemos una percepción de las opiniones de las personas que nos rodean. Uno de los colectivos que juegan con ventaja son los taxistas. Ellos pueden tomar el pulso ciudadano mejor de lo que podemos hacerlo los demás y solamente una encuesta aleatoria puede superarlos. La clave es que cada día cruzan palabras y opiniones con personas de condiciones y tendencias muy diversas. Los demás, en cambio, solemos conversar con personas de nuestro entorno cotidiano. Familiares, amigos, compañeros de trabajo suelen compartir con nosotros más valores y opiniones que la media de la población, por lo que nuestro pulso ciudadano no suele ser muy representativo de lo que opina el conjunto de la sociedad.

En cambio, si hacemos una media de las apreciaciones de personas de los más distintos entornos obtenemos una fotografía más o menos clara del ambiente que se respira en la calle. Hoy, esa fotografía sale en blanco y negro, sin matices. ¿Qué partido cree usted que ganará las próximas elecciones generales? El PP. Esta es la respuesta de una amplísima mayoría de los españoles, el 85%. Solamente el 5% siente que el partido ganador será el PSOE.

Post

Desde 1993, como un taxista que circulase por todo el país, un mes y medio antes de cada una de las elecciones generales hemos preguntado a personas de todas las condiciones cuál creía que iba a ser el resultado. Un repaso retrospectivo muestra que el pulso que sienten a su alrededor los ciudadanos suele coincidir con el resultado final de los comicios. La excepción: 2004. Un mes antes del sufragio nada hacía prever los dramáticos atentados del 11-M y el aumento de la movilización de una parte del electorado de izquierdas que se sintió engañada por el gobierno. En los otros casos, la percepción antes del inicio de la campaña apuntaba ya la tendencia del voto. A un mes y medio de las próximas elecciones generales, el taxista se dirige a Génova 13. Pocos, muy pocos, le indican el camino a Ferraz.

El País

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