El día de su coronación, el 2 de junio de 1974, el cuarto rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck, introdujo en su discurso unas palabras que han pasado a la historia de este pequeño país: "La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto".
Basada en principios budistas, la filosofía de la felicidad interior bruta se fue secularizando hasta llegar a convertirse en un artículo de la Constitución aprobada en 2005 según el cual “El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la felicidad interna bruta”. La idea que subyace es que el progreso de una sociedad no puede medirse teniendo en cuenta únicamente los indicadores económicos (básicamente el Producto Interior Bruto) sino que tiene que incorporar, además, otros aspectos menos economicistas como son el bienestar y la felicidad de la población.
La búsqueda de la felicidad como fin de una sociedad no es nuevo: ya se mencionaba en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos del 4 de julio de 1776 Lo novedoso en el caso de Bután fue el propósito de su recién nombrado rey de medir la felicidad de sus súbditos. Como afirma el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, “lo que medimos afecta lo que hacemos”, y Wangchuck pidió al Centro de Estudio de Bután que se pusieran a trabajar en el cálculo de la felicidad de los butaneses. El resultado fue la elaboración de un cuestionario de más de 200 preguntas agrupadas en nueve bloques temáticos —bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y gobierno— que dan lugar a 33 indicadores. Un cuestionario que los ciudadanos tienen que rellenar cada dos años.
Según los resultados de la segunda oleada llevada a cabo en 2010 —la última hasta este momento— la mayoría de los butaneses (55%) se declaran satisfechos con su calidad de vida y se sitúan, en promedio, en una 6.1 dentro de la escala 0-10 de felicidad (en la que el 0 equivale a nada feliz y 10 a totalmente feliz). La encuesta arroja otros datos interesantes como que los hombres son más felices que las mujeres, que la felicidad está más extendida entre los residentes de áreas urbanas que en entre quienes viven en zonas rurales y que los solteros y los jóvenes se encuentran entre los más felices del reino.