Antes de ser ejecutado en 1915, Joe Hill envía una nota a sus compañeros del sindicato: “No perdáis el tiempo llorando por mí, ¡organizaos!”. El grado de organización siempre ha sido un elemento de tensión dentro los movimientos sociales. En la horizontalidad, la coordinación tiende a ser más compleja. En la verticalidad, las bases se sienten alejadas de las consignas de la dirección.
El debate se repite, desde el principio, en las asambleas del 15M. ¿Una mayor organización? ¿Quizás una asociación, crear un partido? ¿O seguir con la dinámica asamblearia? Unos temen que la emergencia de líderes conduzca a una deriva ideológica y a la desarticulación del movimiento. Otros, que la falta de una estructura lleve a la vaporosidad y no permita la consecución de los objetivos.
¿Qué opinan los ciudadanos? En general, sugieren una mayor organización para el 15M. El 36% cree que debería convertirse en un partido político y solo el 17% cree que debería seguir como hasta ahora. Estos datos, sin embargo, precisan algunas cautelas a la hora de ser interpretados.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que quienes responden a la encuesta es la población general. No representa, por lo tanto, la opinión de quienes han participado de sus protestas y han estado más directamente implicados en el movimiento — una muestra mayor permitiría conocer esa opinión pero, hoy por hoy, no disponemos de esos datos—.
En segundo lugar, hay que considerar cómo perciben los ciudadanos el 15M. La mayoría lo percibe como un espacio de expresión, un recipiente heterogéneo que permite visibilizar la indignación que ellos mismos experimentan. Son millones los que no han acudido a ninguna manifestación —por razones varias— pero que se alegran, y en cierto modo necesitan, que continúen —dos de cada tres (68%) simpatizan con las últimas protestas—. La incertidumbre de los mercados, la situación de la economía y el paro rampante generan en mayor o menor medida un estado de angustia entre la mayor parte de los ciudadanos (el 59% siente mucha angustia por la situación económica del país; el 31%, algo de angustia). Además, la política tradicional parece no estar ofreciendo soluciones eficaces a esa situación que se viene sosteniendo desde hace meses —años ya—. El ciudadano medio se siente desprotegido por unos poderes políticos que percibe impotentes ante fuerzas económicas más poderosas. Ocho de cada diez están convencido de que quien realmente manda en el mundo —y por extensión en nuestro país— son los mercados financieros y no los gobiernos democráticamente elegidos. Ante esta sensación de indefensión, son muchos los que desean una mayor fortaleza de los movimientos de protesta y necesitan la existencia de un espacio de expresión de la angustia y la indignación.
Una tercera cautela a la hora de interpretar la respuesta. La amplia mayoría de los ciudadanos desconoce los argumentos de la controversia sobre la organización del movimiento —así como, muy probablemente, la propia existencia de la controversia—. Tampoco tiene pensado, en estos momentos, cambiar su grado de implicación en las protestas. Si no acudía a las concentraciones, una mayor estructura organizativa de las protestas no será el elemento que vaya a aumentar —a priori— su participación en ellas.
En cuarto lugar, una parte significativa de los ciudadanos identifica a los partidos políticos como el espacio fundamental de participación política —a pesar de estar generalmente descontentos con su funcionamiento—. La opción de que “debería convertirse en partido político” es, para muchos, la respuesta natural.
Si asumimos que lo anterior es válido para la amplia mayoría de la ciudadanía, la posición a favor de un aumento de la organización debería interpretarse como el deseo de que los movimientos reivindicativos tengan una mayor solidez. Una interpretación errónea de la encuesta sería pensar que el 36% de los ciudadanos se movilizaría en unas elecciones a favor de un nuevo partido político o que el 16% participaría activamente en una nueva asociación. La encuesta no nos dice eso.
¿Qué opináis? ¿Se podría encontrar un plano inclinado, el punto adecuado entre la verticalidad y la horizontalidad? ¿Cómo se alcanzaría esa utopía deseada en todos los movimientos sociales? Aunque quizás este sea un falso debate. Espacio de participación asambleario y proyectos concretos pueden ser elementos distintos y simultáneos: el 15M puede continuar siendo unas coordenadas, un tiempo y un espacio en que la participación es abierta y plural, del que siempre pueden surgir proyectos independientes entre los que puede haber una asociación que sirva de punta de lanza de las reivindicaciones del ágora bajo su óptica particular. El debate es intenso. Ya me diréis.
@peplobera