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“No creo en las encuestas”. Mal empezamos... Es tanto como decir “no creo en los termómetros”. Las encuestas, como los termómetros, no son una cuestión de fe, pertenecen al mundo más humilde y pragmático de la medición. Si están bien hechas, son una herramienta para medir, y así describir, los estados de opinión de una sociedad en un momento determinado. Los datos están ahí y son los mismos para todos. Otra cosa es cómo se analizan e interpretan...

Desde el oeste del Ebro

Por: | 08 de octubre de 2013

Río Ebro

Al oeste del Ebro, las cosas no se ven, lógicamente, igual. Para empezar, ahora como hace un año, la inmensa mayoría de quienes no residen en Cataluña (el 79% en el momento actual) afirma no albergar, personalmente, sentimiento alguno de desafecto o recelo hacia el Principado. Sin embargo, al mismo tiempo, uno de cada dos sospecha que no ocurre lo mismo, a su respecto, en la otra ribera: nos quieren menos allí de lo que nosotros les queremos a ellos aquí —parecen concluir—. Quienes deberían, a uno y otro lado del río-divisoria, propiciar la recíproca concordia parecen estar logrando más bien una cosecha de sospecha y recelo mutuos. “Son ellos, son ellos”, parecemos acusarnos mutuamente desde una a otra ribera.

Por otro lado, la idea predominante entre toda la ciudadanía española (la expresa el 49%) es que su respectiva Comunidad Autónoma recibe del Estado menos de lo que en cambio le aporta: solo un 14% cree que su región sea beneficiaria neta, y solo un 16% cree que aporte tanto como recibe. Respecto del concreto caso de Cataluña, los españoles que residen en otras Comunidades distan mucho de compartir en este punto la idea que, en cambio, predomina de forma clara entre los catalanes: el grupo más numeroso (37%) cree que el Principado recibe del Estado más de lo que aporta; un 16% estima que recibe lo que le corresponde; y solamente un 18% piensa que recibe menos de lo que aporta, que es en cambio la idea masivamente dominante en Cataluña. Un claro punto de desencuentro que, quienes a uno y otro lado del Ebro deberían haber contribuido a clarificar (lo que en principio no parece tan difícil: todo lo cuantificable es razonablemente sencillo de delimitar y pactar) parecen en cambio haber tenido rotundo éxito en embrollarlo y enconarlo.

En cuanto a las dificultades financieras y a la enorme deuda pública catalanas, quienes viven en el resto de España parecen tenerlo muy claro: no es resultado de que los últimos gobiernos de España hayan hurtado a Cataluña los recursos que realmente le corresponden  sino que son resultado de la mala gestión de los últimos gobiernos de la Generalitat. Así lo piensa el 65%. Es decir, al “España nos roba” que se oye en un lado se contrapone un “Cataluña malgasta” en el otro. Una vez más, un inquietante malentendido del que no cabe exculpar a quienes representan a ambas ciudadanías: estas han dado reiteradas pruebas de sensatez y prudencia en fuerte contraste con los continuos chalaneos de muchos que se dicen sus respectivos portavoces.

Finalmente, el viento de la opinión pública parece estar empezando a virar, en forma ya tan claramente perceptible como novedosa, en el siempre embarullado y debatido tema de la forma de nuestro Estado. Una cuarta parte (26%) sigue varada en la añoranza de un estado unitario, sin autonomía. Una proporción idéntica (25%) apuesta por un Estado de Autonomías como el actual. Y —esta es la novedad— un porcentaje ya muy cercano (21%) opta por un Estado federal, algo por lo que en estos últimos años optaba solamente algo del 10%. Tiende a decaer, en cambio, el apoyo a una ampliación de la actuales competencias autonómicas, y se mantienen en torno al 10% —en el conjunto de la población española— los que se definen independentistas.

Cataluña 1
Cataluña 2
Cataluña 3

Este artículo fue publicado en la edición impresa de EL PAÍS el lunes 7 de octubre de 2013.

Foto de Raw Rob

Hay 3 Comentarios

El derecho de la minoría a separarse de la mayoría cuando le interesa se paractica en muchos ámbitos de la vida social, en todo tipo de asociaciones: familias, empresas, patidos, sindicatos, iglesias etc. Claro, siempre bajo la tutela de la ley. No sé por qué no sucede lo mismo en el ámbito territorial de las naciones, por qué las leyes no tutelan que los habitantes de un determinado territorio decidan separarse del resto.

si cada región, ayuntamiento, pueblo, barrio... decidiera por si mismo igual que una autonomía se equipararían todas a un estado. Solo los ciudadanos y sus mayorías pueden decidir el territorio y las leyes que lo rigen. Los ciudadanos de España somos unos 43 millones, estos tiene el poder de decisión, respetemos esta decisión.

Lo que no debería hacer Cataluña es pedir el derecho a decidir cuando en Cataluña se discrimina a la gente en determinados trabajos por no saber el catalán. ¿Dónde está en derecho a trabajar de esa gente que está en zona bilingüe?. Aquí pueden ver a los propios catalanes protestando: http://xurl.es/cui1v

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Toda realidad ignorada prepara su venganza», advierte Ortega en uno de los párrafos finales del «Epílogo para ingleses» de su Rebelión de la masas. Y no hay realidad que, en democracia y sobre todo en tiempos de crisis, resulte más arriesgado ignorar que la opinión pública. El objetivo de esta serie de estudios es poner a disposición general datos de opinión solventes, relevantes y acerca de una amplia variedad de temas. Porque cuanto mejor conozcamos nuestro estado de ánimo colectivo menor será el riesgo de tener que afrontar las consecuencias de haberlo ignorado.

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Intentando ser fiel a uno de los lemas orteguianos («vivir de claridades y lo más despierto posible»), el Departamento de Estudios de Opinión Pública de la Fundación Ortega-Marañón (FOM), con la colaboración de Metroscopia, y gracias al patrocinio de Telefónica, ha elaborado el presente "Pulso de España 2010", que aspira a ser el primero de una serie de informes periódicos sobre la realidad social española desde un planteamiento sosegado, independiente y plural.

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