Si, como parece, el Gobierno de Rajoy confía única y exclusivamente en la recuperación económica —sobre todo, en que esta sea percibida por los ciudadanos— para obtener un buen resultado en las elecciones generales de finales de año, debería, quizá, ir pensando en cambiar su estrategia o ampliarla a otras áreas. Por varios motivos.
Por un lado, porque persiste la negativa percepción ciudadana sobre la situación económica española. La abrumadora mayoría sigue pensando, como hace un año, que es mala (un 83 % ahora, un 90 % en febrero de 2014). Tampoco ha mejorado la visión sobre la economía familiar: aunque siguen siendo más quienes definen como buena su economía doméstica (45 % frente al 46 % de hace un año) han aumentado quienes ahora la describen negativamente (32 % frente a un 26 %). Y, lo que quizá es más relevante, los españoles tampoco esperan cambios económicos —ni en España ni en su casa— en un futuro cercano: la mayoría cree que tanto la economía nacional (52 %) como la suya personal (70 %) seguirán igual que hasta ahora en los próximos meses.
Por otro lado, la percepción sobre la evolución del paro —probablemente, el reflejo más claro de que la crisis económica sigue presente en nuestro país— dista mucho de ser optimista. La mayoría (68 % ahora, 73 % hace un año) sigue pensando que va a continuar, como mínimo, igual de alto que ahora durante bastante tiempo todavía. Mucho tendría que descender la cifra de parados a lo largo del año para incidir positivamente en la percepción ciudadana sobre la economía. Hay que tener en cuenta que incluso en los años en los que la tasa de desempleo en España se situaba por debajo del 10 % los ciudadanos seguían mencionando el paro como el principal problema de la nación.
Y, en todo caso, solo un tercio de los españoles (31 %) atribuye a las medidas puestas en práctica por el Gobierno la mejora de la economía española que, según algunos indicadores, se está empezando a producir. La mayoría (59 %) cree, por el contrario, que nada tiene que ver con las políticas gubernamentales porque la mejora económica también se está produciendo en otros países que aplicaron medidas diferentes a las nuestras.
Además, el tema ya no es solo lograr superar la crisis económica sino los perjuicios sociales que ha causado esta, cuántos son los damnificados y durante cuanto tiempo. La mayoría de los españoles sigue pensando —como ya lo hacía un año atrás— que llevará mucho tiempo recuperar las prestaciones y ayudas que tenían los más desfavorecidos (84 %), que habrá más pobreza y desigualdad en nuestro país (74 %), que los jóvenes verán afectadas sus posibilidades de desarrollo personal y profesional (73 %) y, en definitiva, que las cosas no volverán a estar como antes de la crisis (72 %).
El tiempo juega, así, en contra de la recuperación económica como única estrategia electoral. Si el PP quiere aspirar a la victoria debería considerar otros argumentos, sobre todo ahora, que ha surgido un nuevo competidor en el centro y centro derecha ideológico —Ciudadanos— que cada vez atrae a más votantes populares.
INTENCIÓN DIRECTA DE VOTO Y VOTO PROBABLE DECLARADO (VOTO + SIMPATÍA)
La Intención directa de voto (IDV) es la respuesta más inmediata y espontánea expresada por los entrevistados al preguntarles a quien votarían en unas elecciones generales que tuviesen lugar mañana. A quienes no mencionan partido alguno se les pregunta por el partido con el que sienten más afinidad o con el que identifican en mayor medida: estas respuestas constituye la “Simpatía” que, en la segunda columna, aparece sumada a la IDV.
Por voto probable declarado se entiende aquí la suma de dos conjuntos de respuesta: por un lado, las intenciones directas de voto que, en este sondeo manifiesta, en total, el 66.5% de los españoles; y, por otro, la mayor preferencia, simpatía o cercanía por algún partido que declara un 9% adicional de electores que dicen estar dispuestos a votar en una elección que fuese inminente, pero no tienen totalmente decidido si, finalmente, acabarían haciéndolo y, en ese caso, por quién. Se trata, por tanto, de un dato que combina intenciones e identificaciones partidarias de muy distinta intensidad, lo que hace que su solidez como predictor del posible comportamiento final sea solo aproximada. Debe además tenerse presente que no se trata en todo caso de un voto estimado, pues los datos no han sido sometidos a tratamiento de depuración y refinamiento alguno. Es decir, no estamos ante una estimación de los alineamientos electorales en que, en el supuesto real —y no meramente hipotético— de una elección inminente, podrían finalmente cristalizar las intenciones ahora declaradas. Los datos de este Cuadro reflejan, sencillamente, lo que cabe considerar como “la voz de la calle”, es decir, el estado de ánimo, en el terreno electoral, que parece predominar, y que con más facilidad y prontitud aflora, en este concreto momento. Los datos de esta oleada del Clima Social de Febrero corresponden al 66.6 % de la ciudadanía (porcentaje, por cierto, inferior al de votantes —sobre censo— en 2011: 71.7%).
TRANSFERENCIA DE VOTO
En el cuadro de transferencia de voto se puede observar el grado de fidelidad de los votantes de cada partido. La fidelidad de voto se refiere al porcentaje de electores que votaron por un partido en unas elecciones y vuelven a hacerlo en las siguientes. Es un dato que alude, por tanto, a la capacidad que tienen los partidos para retener a sus votantes de una elección a otra y estudia, en definitiva, el cambio neto en los apoyos electorales de los distintos partidos en las sucesivas elecciones.
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Hay 1 Comentarios
Que largo se le hará este año a Podemos.....pero quizás más al PP
Publicado por: carolina | 09/02/2015 15:38:40