Las elecciones andaluzas del pasado 22 de marzo revelaron que las estimaciones electorales previas estaban en lo cierto. La mayor parte de las encuestas previeron, con un margen de error estadísticamente mínimo, lo que ocurrió finalmente: el PSOE consiguió ser el partido más votado lejos de la mayoría absoluta; gran caída del PP; irrupción de Podemos y Ciudadanos como tercera y cuarta fuerza política, respectivamente; relegación de IU a quinta fuerza; y ausencia de UPyD en el hemiciclo. No obstante, cabría preguntarse en retrospectiva por los entresijos de los trasvases de voto en unas elecciones tan particulares como estas.
PSOE: los socialistas mantienen una alta fidelidad de voto
Casi ocho de cada diez andaluces —78 %— que votaron a los socialistas en las elecciones de 2012 repitieron su voto el pasado domingo 22 de marzo. El PSOE ha perdido en estas elecciones más votantes de los que ha sido capaz de atraer procedentes de otras opciones políticas. De los 319.000 votantes que ha perdido (y descontando a sus votantes fallecidos a lo largo de estos tres años), la mayoría ha optado por votar a Podemos (144.000) o abstenerse (58.000). Unas pérdidas que se han visto mitigadas al lograr atraer a alrededor de 88.000 votantes anteriores del PP y a 81.000 electores que hace tres años optaron por quedarse en casa.
PP: medio millón de votos menos
Los populares ganaron en 2012 las elecciones autonómicas en Andalucía por primera vez en su historia, pero lo hicieron con menos votos de los que habían obtenido cuatro años antes. En las elecciones del pasado domingo se ha confirmado, de manera abrupta, esa tendencia descendente de los apoyos electorales al PP iniciada en 2004. Los populares han obtenido ahora medio millón de votos menos que hace tres años. Votos que han ido, sobre todo, hacia Ciudadanos (223.000), hacia la abstención (130.000) y hacia el PSOE (88.000). El PP ha conseguido retener a seis de cada diez (61 %) votantes de 2012, pero ha resultado ser un partido poco atractivo para otros electorados ajenos: su máxima ganancia proviene de los solo 46.000 votantes que ha conseguido rescatar de la abstención.
Ciudadanos: el centro derecha se fragmenta
En concordancia con lo que venían indicando los sondeos de Metroscopia en las semanas previas a las elecciones, Ciudadanos se ha nutrido fundamentalmente de votantes que en 2012 votaron al PP. El desapego de parte del electorado popular, según la estimación, se tradujo en que 223.000 votantes populares dieron ahora su confianza a la formación liderada por Juan Marín, es decir, aproximadamente un 60 % de los votos conseguidos por el partido naranja provinieron de antiguos votantes del PP.
Podemos: tercera fuerza política
Podemos ha captado de forma mayoritaria un flujo de votantes procedentes de tres electorados: abstencionistas (185.000), PSOE (144.000) e IU (143.000). La formación liderada por Teresa Rodríguez ha conseguido principalmente dos cosas: introducir en la competición electoral a un buen número de electores que se abstuvieron en los comicios de 2012 y sumar la mitad de los votantes fugados del PSOE y de IU. En conjunto, este imán triangular de atracción de votos supone el 80 % del total que consiguió: 472.000 de 590.000.
Izquierda Unida: caída y fuga histórica
El partido encabezado por Antonio Maíllo obtuvo el peor resultado de su historia en Andalucía con un 6.9 % de los votos, un balance negativo provocado fundamentalmente por el gran número de votos perdidos a favor de Podemos (143.000). La cifra estimada de votos con los que partía IU en 2012 se ha visto reducida en un 61 % (258.000), por lo que solo habría conseguido mantener a un 39 % de fieles (166.000). Así pues, dado que solo ha podido ganar 108.000 votos, el recuento global registra una caída de 37 puntos porcentuales desde 2012 (164.000 votos).
Para concluir, una nota de cautela. Es prácticamente imposible saber con total certeza cuáles son, en cada elección, los trasvases reales de voto, esto es, a quién han votado ahora quienes antes votaron a determinados partidos. La única certidumbre es que, por estables y fidelizados que sean los electorados, siempre se dan (en medida sin duda variable según los casos o la ocasión) intercambios de votos entre ellos y que estos intercambios no son perceptibles con total nitidez a simple vista. La estimación que aquí se ofrece trata de ir más allá de especulaciones basadas en meras apariencias a partir de la encuesta preelectoral de Metroscopia para EL PAÍS sobre una amplia muestra total de población (3.200 entrevistas) publicada el pasado 15 de marzo. Esta es, ciertamente, una estimación de trazo grueso, pero no muy distinta de los cálculos que suelen elaborarse a partir de encuestas poselectorales. Por último, ambos tipos de prospecciones (preelectorales y poselectorales) se basan en datos de solidez (o endeblez) muy similar: lo que las personas entrevistadas dicen que van a hacer, en un caso, o lo que dicen que han hecho, en el otro. Y está por ver cuál de estos dos tipos de declaraciones contiene menos sesgos y puede por tanto ser considerados como relativamente más fiable para tratar de deducir los comportamientos reales.
* José Pablo Ferrándiz es Investigador Principal de Metroscopia, Francisco Camas y José Juan T. Zapata son analistas de Metroscopia.
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