• Treinta años después de haber pasado a formar parte de la Unión Europea, una amplia mayoría de españoles (70%) sigue pensando que formar parte de este proyecto ha sido, en conjunto, beneficioso para el país.
• También son mayoría clara (54% frente a 37%) quienes creen que estar en la Unión está siendo bueno para la economía nacional. Una mayoría similar (55% frente a 40%) cree, de hecho, que la pertenencia a la Unión está ayudando a España a hacer frente a la actual crisis: lo afirman masivamente los votantes de PP, PSOE y Ciudadanos, y solo disiente una clara mayoría de votantes de Podemos.
• Predomina ampliamente, en el conjunto de la población y en todos los electorados, la idea de que muchas de las actuales dificultades de la UE se solventarían con avances en integración política paralelos a los ya logrados en integración económica. Y de ahí que un 60% (proporción que se mantiene básicamente constante en todos los electorados y tramos de edad) se muestre favorable al establecimiento urgente de un gobierno europeo que unifique y coordine a los actuales gobiernos nacionales: meta esta (la de unos Estados Unidos de Europa) que, hoy por hoy, no parece en todo caso tan cercana como deseable a la mitad de la ciudadanía.
• Siete de cada diez españoles creen que la Unión Europea constituye un entorno geográficopolítico ejemplar en el contexto mundial en cuanto a su respeto de los derechos humanos y a la erradicación, en su seno, del belicismo: de ahí, que el 74% (porcentaje llamativamente estable en todos los tramos de edad, y con matizaciones moderadas según los electorados) diga sentirse orgulloso de que España forme parte de ella.
• La identificación emocional con el proyecto europeísta parece estar sobrenadando con éxito el posible impacto de años tan duros, social y económicamente, como los siete últimos: el 63% de los españoles (y, una vez más, sin diferencias significativas por edad o por orientación ideológica) dice sentirse ahora ciudadano europeo. De hecho, parece haberse consolidado la intensidad de ese sentimiento. El 80% expresa ahora una identidad incluyente española/europea: en 2011 este porcentaje no pasaba del 54% (por “identidad incluyente” se designa, técnicamente, a la capacidad de las personas de integrar y combinar, en plano de igualdad o con algún mayor predominio de una sobre otra, señas de identidad distintas, en vez de tenerlas por incompatibles y mutuamente excluyentes). Esta identidad incluyente predomina de forma masiva en todos los electorados, y es especial, y significativamente, elevada entre los españoles más jóvenes.
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