Al nacer, una célula de Escherichia coli tiene por delante, si el ambiente le es favorable, una vida casi infinita dedicada a crecer y reproducirse. Pero incluso las bacterias pueden mostrar huellas del paso del tiempo. Al crecer una bacteria consigue duplicar todos sus componentes, momento en el que está abocada a dividirse produciendo dos hijas que son hermanas entre sí. Por mucho tiempo se debatió sobre si las dos hermanas eran o no iguales entre sí e iguales asimismo a la madre en el momento en que nació. Descontado que el citoplasma no está físicamente compartimentalizado hasta el momento de la división, y que el nucleoide intenta corregir los errores producidos en su replicación, el problema se centra en determinar si la cubierta celular se renueva con el tiempo o si permanece fija, y por lo tanto envejecida, en una de las dos hermanas. Datos de Miguel de Pedro (del CBMSO-CSIC-UAM) sobre cómo crece la pared celular y cómo se reparte en las hijas, demostraron hace tiempo que al menos el material que ocupa los polos de la bacteria prácticamente no se renueva, por lo que un polo va siendo cada vez más viejo mientras el otro siempre acaba de nacer.
¿Mueren las bacterias? La muerte para los seres humanos, además de ser una maldición bíblica, puede ser la consecuencia de su compleja biología. No parece ser así en el mundo de las bacterias, al menos en condiciones ambientales óptimas. La foto muestra uno de los relieves que en 2008 decoraban el Zócalo en Ciudad de Méjico durante las fiestas del día de muertos. Foto: MV.