Llenar el depósito con algas o beber cerveza de kombu repleta de umami deja de ser una utopía. Con el precio del petróleo por las nubes, y con la amenaza de que se nos acaba, la producción de combustibles renovables para rellenar los depósitos de los coches es uno de los objetivos prioritarios de la investigación aplicada. Lo que en un momento se postuló como alternativa, la producción de etanol por fermentación de los almidones de maíz o arroz, ha dejado de considerarse viable porque drena recursos alimentarios a un mundo que además de pobre en energía está hambriento. Otras fuentes posibles de etanol como la paja y otros restos leñosos de los cultivos tienen el problema de que por su composición (lignocelulosa) son más difíciles de fermentar. Si pudiéramos obtener con facilidad compuestos que sean combustibles o que sirvan para sintetizar otros productos y lo hiciéramos con materiales que no se usan normalmente como alimentos básicos nos encontraríamos en el camino de resolver, o cuanto menos aminorar, este problema.
Instrucciones tipo IKEA para construir una Escherichia coli que produzca alcohol a partir de las algas pardas. A la izquierda el producto final tal como debe quedar tras ensamblar todas las piezas. En el centro detalle de cómo montar los componentes en los diferentes espacios de la bacteria. A la derecha los componentes que debe llevar el fósmido que colocaremos en el interior. Tomado de la Figura 1 del trabajo comentado. Ojo y que no le vaya a sobrar ningún gen cuando la ensamble.