El 24 de marzo es el día de 2012 en el que la Organización Mundial de la Salud quiere llamar la atención sobre el azote que la tuberculosis, una infección que por un momento se creyó superada, supone para la salud de los seres humanos más pobres. A la dificultad de curarla, porque el bacilo que la causa permanece aletargado en los pulmones de los enfermos, se añade lo difícil que es diagnosticarla, muy en especial en los países donde los recursos económicos son más bajos, precisamente donde la enfermedad más ataca. Por eso el descubrimiento de que las abejas pueden oler algunos compuestos que produce el bacilo de la tuberculosis en las personas infectadas tiene que despertar la esperanza de que la batalla contra esta enfermedad puede resolverse.
Las abejas en el colegio. En la imagen se observan las abejas colocadas en un pupitre y listas para ser estimuladas con aromas florales.