No hay nada más peligroso, como demuestran tantos guiones de películas de suspense, que bajar la guardia ante una amenaza que creemos vencida. De ahí que la aprobación en Estados Unidos del uso de la bedaquilina, un nuevo antibiótico para combatir la tuberculosis, haya sido noticia hace un mes. La tuberculosis es una de esas amenazas que lejos de desparecer con el uso de los antibióticos permanece como un peligro que se ha ensañado en especial con los más débiles, ya sea su debilidad producida por la pobreza en los países menos desarrollados o por la falta de defensas inmunitarias en los enfermos de SIDA. La produce una bacteria, Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch, que se contagia con tan solo diez bacilos, los que transporta una gota de un estornudo. Es un problema sanitario global muy grave pues una de cada tres personas del mundo está infectada y causa casi millón y medio de muertos al año, o sea tres muertos cada minuto.
Vencida pero peligrosa. Una escena de la película Atracción Fatal. Glenn Close, la protagonista, emerge repentinamente de la bañera en la que se suponía estaba ahogada.