¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocía… tenía un humor incansable, una agudeza asombrosa. Hamlet, príncipe de Dinamarca, reflexiona así sobre la muerte de un bufón real cuyo cráneo sostiene mientras hace un alto en el camino. Se basa la tragedia de Shakespeare en posibles sucesos verídicos ocurridos entre los siglos XIII y XIV y la acción se desarrolla en una corte inmersa en luchas fratricidas como las que también por entonces llevaron en Castilla al asesinato de Pedro I el Cruel a manos de su hermanastro Enrique de Trastámara el Bastardo. En esos mismos años Jorge, un desconocido danés de Odense falleció víctima muy posiblemente de la lepra que le infectaba. Ningún príncipe debió estar muy interesado en su muerte, y lo que es seguro es que nadie desenterró su cráneo para recitarle versos transcendentes. El cráneo de Jorge ha tenido que esperar hasta hace unos días para conseguir su momento de gloria participando en un estudio sobre la estabilidad del genoma del bacilo de Hansen, Mycobacterium leprae, causante de su mortal enfermedad. Es un genoma en el que apenas ha habido cambios desde el medievo hasta llegar al genoma de los bacilos de la lepra actuales.
Cráneo de Jorgen_625. Y ahora, ¿dónde están tus pullas, tus brincos, tus canciones, esas ocurrencias que hacían estallar de risa a toda la mesa? Fuente de la imagen: Ben Krause-Kyora.