Esta misma semana, de vacaciones, he leído en The Scientist un artículo sobre los efectos perversos a los que tras la disolución de la URSS ha conducido la aplicación en las antiguas repúblicas soviéticas de políticas muy similares a las defendidas por los recientes gobiernos españoles: recortar la inversión en investigación propia y enfatizar la explotación puramente mercantil de la ciencia que hacen otros. ¿Nos servirá de escarmiento la lección rusa?.
La puesta en órbita de un satélite artificial, el Sputnik, todo un símbolo de la ciencia soviética durante la guerra fría. Bip, bip, bip- un sonido estremecedor cuyos ecos repercutirán por mucho tiempo en el futuro de la humanidad. Diario ABC 6 de octubre de 1957.