Microbichitos

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Los microbios no los vemos, pero sus efectos, para bien o para mal nos afectan a diario. Más numerosos que todos los demás seres vivos, algunos más antiguos que todos ellos, probablemente seguirán dominando la Tierra mucho después de que los humanos desaparezcan.

¿Somos lo que nuestras bacterias nos ordenan?

Por: | 30 de diciembre de 2013

A veces se dice que somos lo que comemos, pero a la vista de varios descubrimientos publicados a lo largo de 2013 sería más acertado decir que somos lo que determinan las bacterias de nuestro aparato digestivo. Y como cada día eliminamos con las heces un enorme número de ellas, más de un billón, casi podemos decir, como contrapunto a nuestra arrogancia como reyes del universo, que más bien somos lo que evacuamos.

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¿Somos lo que comemos? Llevado a extremos cualquiera podría convertirse en un famoso futbolista o, por qué no, en una cocinera con tres estrellas Michelin, simplemente eligiendo la dieta indicada.

Empezando por arriba, se había ya descrito que Fusobacterium nucleatum, una bacteria comensal de la boca que a veces se asociada a la piorrea (enfermedad periodontal), puede también encontrarse en el intestino y su abundancia se relacionó con el cáncer de colon. En estudios más recientes, utilizando tanto modelos de ratón como células humanas, se ha descubierto el proceso por el que la bacteria induce actividades oncogénicas e inflamatorias que favorecen el desarrollo de las células cancerosas y el crecimiento del tumor. El mecanismo se inicia cuando un componente de la superficie de la bacteria, una adhesina llamada FadA se une a un componente de la superficie de la célula cancerosa, la E-cadherina, y activa una señal que regula la respuesta inmunitaria y la oncogénica. Si se bloquea la interacción entre FadA y E-cadherina, por medio de un péptido sintético que reproduce la región de la E-cadherina por la que se une FadA, no se activa la respuesta patológica. No se ha excluido que además de la bacteria estudiada no haya varias más que contribuyan a la activación de las células cancerosas y aunque casi todas las personas tienen F. nucleatum en la boca no todas desarrollan cáncer de colon. Pero al menos los resultados sugieren que podría explotarse el péptido de E-cadherina para producir en el futuro medicamentos que frenen la enfermedad.

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¿Es el final de las dietas milagro? Los ratones a los que se les transfieren bacterias de un gemelo delgado son delgados, los que reciben las bacterias del obeso son obesos. Está aún por ver si lo que ha servido para el ratón puede funcionar en los seres humanos, y además, entre otras cosas que aún ignoramos, nadie sabe todavía los efectos secundarios que puede producir un cambio completo de la microbiota intestinal. Fuente: Science 341 (6150): 1069-1070.

Otra condición en la que las bacterias de la microbiota intestinal (antes llamada “flora intestinal”) juegan un papel importante es la obesidad. Durante 2013 se ha comprobado que si la microbiota de gemelos en los que uno es obeso y el otro no se trasplanta a ratones libres de gérmenes los ratones se convierten en delgados u obesos según fuese la procedencia de la microbiota trasplantada. Esto parece producirse como resultado de las diferencias en la capacidad de metabolizar las grasas que tienen las dos microbiotas. Lo más llamativo es que la microbiota “delgada” puede desplazar a la “obesa”, y el ratón estar delgado, cuando se les alimentó con una dieta considerada saludable en la que abundaban frutas y verduras y escaseaban las grasas saturadas. Los investigadores concluyen que la dieta rica en grasas no favorece que se desarrollen las bacterias presentes en la microbiota “delgada”. Se ha publicado también un trabajo cuyas conclusiones conectarían la obesidad con la microbiota intestinal y con el desarrollo del cáncer de hígado en ratones y que estaría mediado por la producción de ácido deoxicólico por las bacterias de los individuos obesos. De hecho si a los ratones se les eliminaban las bacterias de su intestino por un tratamiento con antibióticos se observaba una disminución de la aparición de cáncer de hígado.

También el efecto saludable que se cree tienen las dietas con pocas calorías podría estar mediado por los microbios del intestino. Este mismo año se ha comprobado que la microbiota del intestino de los ratones sometidos a dietas bajas en calorías se modifica de forma que proliferan más algunas bacterias que, como los Lactobacilos, producen efectos saludables. En los individuos alimentados con dietas hipocalóricas se reducen los niveles de una proteína sanguínea que se une a los lipopolisacáridos y que es un regulador inmunitario. Otro resultado sorprendente que se acaba de publicar indica que los cambios en la dieta modifican con gran rapidez la composición de la microbiota intestinal, por lo que al final los microbios de nuestro cuerpo también acabarían por contribuir a que en alguna medida sí que seamos lo que comemos.

Podemos pensar que modificar de manera controlada la composición de la microbiota intestinal puede proporcionar terapias muy potentes de manera muy sencilla. De hecho también en 2013 se ha publicado cómo los trasplantes fecales pueden combatir las infecciones recurrentes de Clostridium difficile, una bacteria que produce diarreas en personas que tienen poca diversidad en su microbiota intestinal, como puede ocurrir tras un tratamiento con antibióticos. Sin embargo, antes de utilizar los trasplantes fecales como terapia se tendrá que evaluar con detalle todos los procesos fisiológicos en los que interviene la microbiota intestinal. No sería bueno dar, sin más, albergue permanente en el intestino a una población de bacterias foráneas, ahora que sabemos todo lo que pueden intervenir en la salud.

Hay 6 Comentarios

"...lo que nuestras bacterias nos ordenan..." El título es interesante para conocer si las bacterias son causantes de tiranías, terrorismo, bandidaje, etc., etc. Pregunto... ¿quién creó ese tipo de bacterias desestabilizadoras? La respuesta es sencilla... Mefisto, que convirtió a una parte de los humanos en simples títeres del gran teatro social.

Gracias, Miguel.
Como siempre, es un placer aprender del maestro.
Un fuerte abrazo,
Paulino.

Hola Paulino,
en el intestino las distintas bacterias ya se regulan unas a otras, lo primero compitiendo por los escasos nutrientes que quedan según su diferente capacidad de degradarlos. También actúan bacteriocinas y microcinas que son péptidos antibióticos muy sofisticados frente a los que además las bacterias adquieren resistencias.
Intervenir para modificar los enterotipos http://www.madrimasd.org/blogs/microbiologia/2011/05/01/131306 exigiría un conocimiento exhaustivo de su composición, de las propiedades de todos sus componentes y de sus efectos a largo plazo, conocimientos estos que aún no tenemos.
O sea, que si bien en principio podría imaginarse una dieta antibiótica, por ahora no sabríamos cómo formularla, y lo que es peor, nos arriesgaríamos a perjudicar seriamente y por mucho tiempo la salud de quien la siguiese http://www.madrimasd.org/blogs/microbiologia/2011/01/16/131247
Pero quién sabe, porque en el mundo de las dietas se han visto y se ven cosas muy sorprendentes, y lo que es peor, poco saludables.
Igualmente te deseo feliz (o lo que nos dejen que sea) 2014.
Miguel

Hola, Miguel.
Feliz salida y entrada de año!
Tengo una curiosidad: ¿Crees que se podría controlar la composición de la flora intestinal con una batería de antibióticos específicos?
Antibióticos como adelgazantes, je, je...
Un abrazo,
Paulino.

Comentario a Ramón: Sí, pero...

Los transplantes fecales ya se utilizan como terapia de forma rutinaria en EEUU.

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Sobre el autor

>Miguel Vicente

Miguel Vicente, Profesor de Investigación del CSIC publicó su primera colaboración en EL PAÍS en 1983. Dirige un laboratorio en el Centro Nacional de Biotecnología, y cree que relatar al público con sencillez los resultados de la investigación es su deber. Puede que algún día se jubile, pero científico lo será hasta que se muera, mientras tanto sigue trabajando y en algunos ratos libres divulgando la Microbiología.

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