Los antibióticos son muy buenos como medicinas, y todavía curan la mayoría de las infecciones, pero son muy poco rentables como productos de consumo, precisamente por sus propiedades curativas. Aunque cada vez se encuentren menos antibióticos, la inversión para descubrirlos es menor. Los que eran fáciles de encontrar son los que ya hemos estado usando y su eficacia ha quedado mermada al propagarse las bacterias resistentes. Parece poco probable que ahora se produzca una afortunada coincidencia como la que ayudó a Fleming a descubrir la penicilina. Por eso el descubrimiento, realizado por un equipo canadiense y británico, de que hay un compuesto, la aspergilomarasmina A, que puede ayudar a anular la resistencia de varias bacterias Gram-negativas frente a los antibióticos del tipo de la penicilina, los llamados por su estructura molecular betalactámicos, además de ser una buena noticia, tiene un cierto grado de buena suerte. Porque el nuevo compuesto no es realmente nuevo, sino que se ha vuelto a encontrar.
El moho que nos puede salvar de las superbacterias. Aspergillus versicolor se une al grupo de hongos que como ya ocurrió con Penicillium rubens, productor de penicilina, nos ayudan a curar las infecciones bacterianas.