Según lo que parece no hay nada como despistar a las bacterias y marearlas para atacarlas mejor. Eso es lo que se ha demostrado en un trabajo de dos investigadores de la Universidad Técnica de Dinamarca en Lyngby. Sus resultados indican que alternar los antibióticos con los que se trata a las bacterias consigue despistarlas de forma tal que a la vez que se hacen resistentes a uno resultan más sensibles a otros. Este resultado despierta la esperanza de que no todo está perdido en ese juego del gato y el ratón en el que las bacterias logran evadirse frente a un nuevo antibiótico haciéndose resistentes y nosotros buscamos nuevos antimicrobianos eficaces para combatirlas. Pero a la vez el descubrimiento aumenta el riesgo de hacernos olvidar la urgencia de investigar para lograr fármacos totalmente nuevos que frenen las infecciones y mantengan su eficacia por más tiempo.
Sensibilidad colateral. Una población de E. coli que adqueire la resistencia a un antibiótico (naranja) se hace más susceptible a otros. Por ejemplo en la primera fila la resistencia a amikacina (AMI), un inhibidor de síntesis de proteínas, está acompañada por la sensibilidad a ampicilina (AMP), amoxicilina (AMX), dos inhibidores de la síntesis de pared, e incluso a cloranfenicol (CHL), otro inhibidor diferente de la síntesis de proteínas. Fuente: referencia.