El pánico en política es muy contagioso. La RAE lo define así: “Se dice del miedo extremado o del terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso”. Pero su origen, en la palabra griega marenguakös, resulta revelador e interesante. Hace referencia al "terror pánico" de los viajeros en las encrucijadas de los caminos, cuando se les aparecía el semidiós Pan, similar a un fauno con cuernos y extremidades inferiores de cabra. El temor que provocaba en los caminantes, hacía tomar el sendero equivocado a los que huían presos del pánico. Y se perdían.
¿Qué le pasa al presidente? ¿Por qué huye? ¿Qué semidiós ha visto para salir, casi corriendo, por la puerta del garaje del Senado? Mariano Rajoy ayer cometió un grave error, lloviendo sobre mojado con la nota de prensa del día anterior en la que como camuflado, de incógnito, se anunciaba un nuevo recorte de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación. La sensación de que Rajoy evita dar la cara se ha confirmado con la gincana de ayer por los pasillos. Hemos pasado de la arrogancia de no conceder ruedas de prensa en la campaña electoral, a ignorar a los periodistas durante los 100 primeros días de su Gobierno sugiriendo incluso que se aparten de él en la entrada del Congreso, para acabar huyendo de ellos.
Supongo que habrá visto las imágenes. Sería terapéutico para él y conveniente para su gestión. Es probable que no fuera consciente del impacto que van a tener en su imagen, y en la de España. La sensación de fragilidad y debilidad es máxima, en el peor momento. El siguiente movimiento frente a la prensa y a la opinión pública va a estar escrutado al detalle. Sus nervios y su capacidad de reacción se pondrán a prueba.
Es obvio que así no puede seguir. No me cabe ninguna duda que la situación que debe gestionar es de una extraordinaria complejidad y dificultad. Sería razonable, incluso, que estuviera incómodo, nervioso y ansioso. Y muy preocupado, claro. Sin descartar otras tensiones más personales. Pero no se lo puede permitir. Sus equipos deben de comprender que se han roto las redes de seguridad de protección. Y que hay que empezar, casi de nuevo, a restablecer la autoridad y el respeto zarandeados por él mismo y por una torpe y egoísta estrategia de comunicación que confiaba en que alejarlo, protegerlo de la exposición mediática y pública, era lo más conveniente en tiempo de turbulencias. Justo lo contrario. Tiraron de Manual de Liderazgo desfasado y perdieron el termómetro social. De esta crisis no salimos solo con el poder del BOE, sino con el poder de la reputación. Hoy está deteriorada, gravemente.
Hay que volver a empezar. Esta crisis reclama una comunicación de crisis. Es imprescindible recuperar la autoritas y la credibilidad política. Estas serían, a mi juicio, algunas de las claves:
1. Pedagogía. Los esfuerzos y sacrificios que se deben enfrentar no se pueden asumir sin comprensión. Se pueden imponer, sí; pero más importante que gobernar es gestionar la cultura del cambio de comportamientos sociales, personales y económicos que se deben asumir. Lo que no se explica, no se entiende. Y sin comprensión, no hay esfuerzos. Solo dolor.
2. Humildad. Las hemerotecas van a echar humo. La implacable oposición del PP ha dejado un rastro digital que va ser munición para la oposición, y rubor permanente para el presidente. Sin asumir dosis importantes de humildad y de rectificación no va a poder liderar las reformas. Todo es demasiado reciente. Y la memoria no olvida. Michael Ignatieff afirma: “Los líderes prudentes se obligan a prestar la misma atención a los defensores y los detractores de la línea de acción que están planeando”. Rajoy debería parecer menos obstinado y más receptivo. Ahí radicará su fortaleza.
3. Ejemplaridad. No me refiero solo a la de la imprescindible estética (bajarse el sueldo, renunciar a vacaciones, a algunos privilegios…) sino a la ética. La ejemplaridad significa, por ejemplo, que no hay privilegios y que los que más tienen (aquí o en Suiza) tienen que ser los primeros en apechugar y no beneficiarse de las urgencias de tesorería recaudatoria de nuestro erario público.
4. Unidad. Esta crisis no se resuelve, simplemente, con la aritmética parlamentaria. Reclama aritmética social, que no es lo mismo. Es cierto que el presidente debe y puede (tiene la legitimidad democrática y la mayoría absoluta) marcar el ritmo y la intensidad de las reformas. Pero no estamos hablando de capacidad de tomar decisiones. Sino de conseguir que sean asumidas por la mayoría. Rajoy debe liderar una gran unidad política y social para luchar contra la crisis. Es un momento excepcional que reclama generosidad y altura de miras. La campaña acabó el 20N. El presidente parece que ha perdido capacidad de interlocución y, así, no podrá mantener su agenda reformista.
5. Sensibilidad. Esta crisis provoca miedo y desasosiego. A los que han perdido la casa y/o el empleo, la política no puede ni debe parecer insensible y alejada. La mayoría de los ciudadanos vive con preocupación y los jóvenes asisten al deterioro casi irreparable de las oportunidades vitales. El pesimismo colectivo da paso a la depresión individual creciente. Y a situaciones trágicas. Rajoy no puede encerrarse en La Moncloa. Debe mostrar sentimientos, no la ausencia de ellos. No es más fuerte porque haga lo que debe, sino porque sepa, comparta y asuma el sacrificio que ello supone. Para entendernos, no ha abrazado a nadie y, sin compasión, sin ponerse en la piel de las personas que más sufren, no hay salida.
6. Liderazgo. Hablo de moral. El maestro del liderazgo contemporáneo, Peter Drucker, lo define muy bien: “Administrar es hacer las cosas bien, liderar es hacer las cosas correctas”. Rajoy se enfrenta a su propia realidad. No es un superhombre. No se distingue por sus cualidades empáticas. A sus limitaciones retóricas se suman las cognitivas de una realidad cada vez más compleja e incomprensible. No le arropan virtudes excepcionales. Es, casi, un hombre corriente. Pero es el presidente. Y debe emerger como líder desde esa condición de servidor público. De su capacidad de esforzarse y superar, también, sus propias limitaciones para dar lo mejor de sí mismo a un país que está contra las cuerdas. No necesitamos héroes. Pero sí valientes. Hasta para pedir perdón, aceptar los propios errores, prometer –y ejercer- pedagogía, humildad, ejemplaridad, sensibilidad, unidad, y liderazgo moral.
Rajoy tendrá que superar su condición natural de registrador para renacer como líder. No le será fácil, aunque tenga todo el poder. Los primeros pasos, a partir de ahora, serán claves. El pánico (propio) y colectivo, así como el bursátil y financiero, solo se supera generando confianza y dando la cara. Hay que empezar de nuevo. Se la juega. Y con él, todos los demás.
(Fuente de la fotografía)
Hay 11 Comentarios
un problema que veo yo y grave, es que para el electorado, no hay alternativas reales, no hay líderes carismáticos que nos den imagen de poder guiarnos en esta crisis.
http://www.recetariodesirena.com
Publicado por: Charo | 14/04/2012 8:21:40
El texto me ha llevado a otra reflexión (igualmente dolorosa). Este mal que nos aqueja ya viene de lejos, creo que todos lo hemos vivido en nuestras propias carnes dentro del mundo laboral.
¿Qué es un líder en un entorno laboral/profesional? Quizá aquél que conoce su trabajo profundamente, que rentabiliza su esfuerzo y que colabora con los compañeros. Ayuda al más desconocedor mostrándole las herramientas que debe usar y que le permiten volverse autónomo y tomar sus propias decisiones. Si ignora o desconoce algo permite la participación de los demás en beneficio del bien común, la producción y de él mismo. Buen rollito. Trabajo en equipo no? Luego eso quizá conduzca a la amistad, pero sin perder de vista el entorno que sigue siendo laboral.
¿Qué es lo que ocurre realmente? Pues que lo más habitual es que las jefaturas sean bastante ignorantes del proceso productivo y ejerzan el mando sin liderazgo. El liderazgo es ejercido dentro del grupo de trabajo por personas que acaban siendo apartadas porque hacen evidente la incapacidad del jefe, que cobra por ello. El líder despierta envidias.
La conclusión es desoladora. No hay líderes en las jefaturas (salvo honrosas excepciones). El equipo prefiere llevarse bien con el inepto porque determina su permanencia. Se olvida cual es el fin último –la producción- y el interés común se redirige a intentar esconder la ineptitud de la jefatura. Y surgen los aprovechados, los trepas, los mentirosos, aquellos que consiguen hacer prevalecer sus intereses personales/profesionales sobre su auténtica profesionalidad (y que normalmente son los menos capaces). Y el jefe se acompaña de sus acólitos y no necesita a nadie más.
Esto es lo que está pasando en política, viene de lejos. Yo me canso de ver, año tras año las mismas caras, los mismos apellidos, ahora en Sanidad, luego en Cultura, luego en Exteriores… en Endesa, en Gas Natural… valen para un roto y para un descosido. Ignoro en qué consiste tamaña versatilidad, son superhumanos, saben de todo y hacen de todo.
Como su ignorancia es evidente se rodean de asesores que surgen de entre los mismos equipos, de sus propias amistades y de clientelismos (siempre de entre los mismos núcleos de relación).
Si un representante político es simplemente un personaje, planteado como una representación vacía, parlanchina y colocada en cualquier ministerio, al que no se le exige capacidad alguna… y que sólo busca su provecho y el de sus amigos… ya llegamos a la catársis cuando, encima, se niega incluso a hablar.
Publicado por: Levaux | 13/04/2012 9:47:26
No se trata de hablar sino de HACER.
Publicado por: el enano parlanchín | 12/04/2012 1:11:05
He recibido un mail que el autor me pide que os comparta vía comentarios. Cosa que hago con mucho gusto.
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Su entrada es perfecta -en la línea que mantiene siempre este Blog-, una receta teórica sobre los presupuestos comunicacionales básicos en época de deriva económica. Pero desgraciadamente, la lección le llega un poco tarde a nuestro Presidente y sus asesores de cámara. El presidente ahora no tiene un problema de comunicación -un mantra muy socorrido-, sino fundamentalmente de credibilidad en su doble vertiente nacional e internacional (global). Y esa debilidad está asociada a una imagen muy potente, un Presidente a la deriva que como un zombie va caminando por un pasillo y en un momento determinado decide salir "por la puerta de atrás" (hay un comentario de una periodista en la grabación "anda y se va!" absolutamente demoledor).
(Rajoy) "Amante del flujo y la resolución por decantación, no ha marcado como debía el ritmo de la comunicación, que es el símbolo de la política", me remito a sus propias palabras. Es más, Rajoy ha cometido un error de estrategia política letal al no controlar los ritmos de la realidad política Europea dejando que Italia nos haya dejado el foco de los ataques a nuestra economía. Quizás Andalucía era una pieza política que a él le merecía la pena pero que al final ha resultado ser un obstáculo que ha repercutido de lleno en su proyección pública y su discurso (¿acaso no viste el vídeo de TVE cuando se dirigía a su partido desde Antequera?, esas caras, esa pesadumbre, ese pesimismo en el ambiente, esa resignación; sencillamente letal). En ese sentido Monti ha sido muchísimo más sutil e inteligente y efectivamente sí ejerce un liderazgo político junto al Presidente de la República. Dúo imprescindible, ¿quién se acuerda de Berlusconi?.
3 aspectos para terminar:
- Decir una cosa y hacer la contraria una vez tras otra es una pérdida de crédito brutal, ej. Amnistía fiscal.
- Al presidente no le gustan los asesores ni la comunicación política, ni tampoco está entrenado ni ha sido consciente de la importancia de este aspecto quizás porque antes toso le venía de cara (recordar que no dio ruedas de prensa en la Campaña electoral).
- En 2012 no se entiende que un partido de gobierno no articule su política de comunicación ligada a un mass media. ¿Quién puede ejercer esa función en un centro derecha mediático incapaz de liderar esa centralidad?. ¿Intereconomía, La Razón?.
Un saludo.
J. Enrique
Publicado por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 12/04/2012 0:53:25
Muy bueno, pero seguro, que no lo leerán, los que más deberían hacerlo, desde las hemerotecas deberían echar humo, por la forma que atacó a España, cuando hacía falta, y ahora, desde el jueves que lanzó Sarkozy, su fanfarronería francesa, y ayer el italiano, tendría que haber reaccionado antes y pararles los pies y pegando un puñetazo en la mesa de Bruselas, para decir que aqui estamos los españoles dispuestos a sacarles los colores a los cuatro... que nos quieren limpiar el poco dinero que nos queda, encima tiene que salir un expresidente el Sr. Gonzalez a dar la cara por España, frente a los mercados y frante los presidentes francés e italiano. Desde luego que tendrá que poner en marcha estas claves y alguna más, para no dejar todo el peso sobre los españolitos de a pie, que parece que tiene alguién gobernando sobre su espalda. De todas formas leí después de las elecciones, no recuerdo de quien, que antes de un año habría nuevas elecciones, como no haya una unidad nacional, cosa que el se opuso en la oposición y ahora no creo que quiera teniendo mayoría absoluta.
Publicado por: pozeta | 12/04/2012 0:20:36
Chapeau.
Publicado por: Ángela Paloma | 11/04/2012 17:55:15
Gracias Johan, Levaux, Isabel e Imma.... Gracias lectores. En plena crisis (y en una muy parecida a la nuestra) así explicó Dwight Eisenhower qué era liderazgo: "Le diré qué es el Liderazgo: es persuasión, y conciliación, y educación... y paciencia".
Publicado por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 11/04/2012 15:10:00
Pienso que tu visión es mas o menos perfecto, especialmente la parte sobre unidad. Es importante que todo el mundo apoyan las cosas que se está diciendo y haciendo.
Publicado por: Johan | 11/04/2012 14:17:02
Ojalá todos nuestros políticos realizasen un acto reflexivo delante de cada una de esas claves planteadas
Publicado por: Levaux | 11/04/2012 13:30:47
Totalmente de acuerdo con su visión de la situación. Nos hacen falta valientes y hasta ahora no aparecen.
Publicado por: Isabel | 11/04/2012 11:51:24
Espero que Rajoy y sus asesores lean este artículo. Les ayudará mucho... nos ayudará mucho.
Publicado por: Imma Aguilar Nàcher | 11/04/2012 10:47:55