Política y 'collons'

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 14 may 2012

Les collons

La crisis financiera y económica es, también, la crisis de la testosterona. No exagero: la frase no pretende ser un reclamo para el lector/ la lectora. Diversas investigaciones independientes han identificado el exceso de esta hormona (propia del género masculino) en los brókeres y gestores financieros como una de las razones que inhiben y bloquean razonamientos más sensatos, equilibrados y prudentes. La testosterona es una poderosa química natural que aumenta la agresividad y la inconsciencia ante el riesgo, al estimular comportamientos irracionales que buscan el placer y la autoafirmación en una escalada constante. Nunca es bastante. El hombre se reta a sí mismo y a otros hombres. La avaricia es, pues, una consecuencia lógica…, y muy varonil. Y sus efectos son desgarradores en términos de cohesión, sostenibilidad y seguridad.

La testosterona también está muy presente en el lenguaje político. Y en el comportamiento y la acción política. La obstinación de Mariano Rajoy, con sus reformas imparables e innegociables, tienen algo de contumaz virilidad. “Cada viernes, reformas; y el que viene, también. Y así hasta el fin de la legislatura” dijo, entre provocador y altanero, hace unas semanas. Los viernes, el día del Consejo de Ministros, se han convertido así en su particular exhibición de fuerza. Rajoy ha vuelto a insistir, hace un par de días, en su pertinaz propuesta: el Gobierno “no se va a cansar de hacer reformas”. Pero de lo que se trata no es de su resistencia, sino de su acierto.

La testosterona es una hormona esteroide del grupo andrógeno que, en los mamíferos, se produce principalmente en los testículos de los machos. La testosterona está marcando, pues, el clima político y económico y parece que los cojones lo hacen en el lenguaje político.

Hay, incluso, cojones que marcan la biografía de un político. Nadie olvida el espontáneo “¡manda huevos!” de Federico Trillo, en abril de 1997, cuando era presidente del Congreso de los Diputados y pudo respirar, al fin, tras enunciar un interminable y complicado párrafo sobre el aplazamiento de una votación. Su naturalidad nos provocó una sonrisa que se mantiene viva en el tiempo. Sonrisa que se convirtió en mueca desagradable a causa de otros cojones biográficos, cuando el ex alcalde de Getafe llamó, en 2008, "tontos de los cojones" a los votantes del PP. Esa declaración provocó un auténtico terremoto político, que tuvo graves consecuencias en su trayectoria.

Las consecuencias políticas de unos cojones mal utilizados no tienen fronteras. Una cámara grabó una salida de tono más de Nicolas Sarkozy, originando un fuerte debate político en las pasadas elecciones presidenciales francesas y ofreciendo munición atractiva para los medios de comunicación y muy eficiente para François Hollande, el entonces candidato y hoy presidente de Francia. Sarkozy llamó toca cojones a un periodista durante un acto oficial al ser preguntado por las cargas policiales efectuadas contra los trabajadores de la empresa siderúrgica Arcelor Mittal de Florange. 

Incluso nuestros cojones son la gran contribución española, como nos recuerda Pablo Pardo, al lenguaje político de EE.UU. y a las relaciones internacionales. Empezó con John F. Kennedy que ya en 1961 escribió: "en el Departamento de Estado hay mucho cerebro y pocos cojones, y en el Departamento de Defensa muchos cojones y poco cerebro". Siguió Madeleine Albright, secretaria de Estado, que afirmó en 1996, cuando el régimen de Fidel Castro derribó dos avionetas del grupo anticomunista 'Hermanos al Rescate': "Esto no es cojones, es cobardía". La declaración fue calificada por Bill Clinton, como "la frase más efectiva de la política exterior de la Administración".

Y, así, los cojones son una constante en la comunicación política en los EE.UU. desde George W. Bush hasta llegar –incluso- a la presidencia de Barack Obama. En 2010 Sarah Palin, mientras deshojaba sus posibilidades como precandidata a las primarias republicanas, dijo en español que a Obamale faltaban cojones” en la cuestión migratoria.

En resumen, será difícil encontrar una palabra, en éste o en otros idiomas, con mayor número de acepciones, versiones y usos. También para la comunicación política en España y en el mundo. Camilo José Cela, en su Diccionario Secreto 1, exploró hasta la extenuación su riqueza y su profundidad. Releerlo es un placer.

Pero lo nuevo, en la política española, es el protagonismo de los cojones en lengua catalana. El presidente de Extremadura José Antonio Monago, que ha utilizado el catalán y el  euskera en sus declaraciones políticas institucionales, ha espetado recientemente al alcalde de Barcelona, Xavier Trias, en el marco de un cruce de acusaciones políticas con trasfondo de solidaridad financiera territorial, que “si tiene ‘collons’, que me diga que el AVE es una catástrofe”. El alcalde de Barcelona había cuestionado la viabilidad de la alta velocidad en Extremadura. La respuesta del alcalde al presidente no se ha hecho esperar y le ha recordado que la política no es cuestión de atributos sino de argumentos.

Ahora que collons está de moda, quizás algunos lectores quieran saber, en un enfoque plural y federal, que en euskera se escribe “potroak” (que suena tremendo) y que “collois” es la musical y suave voz en gallego, aunque nada pueda superar el entrañable y popular “manda carallo”.

De todos los cojones políticos, mis favoritos son los collons de Estanislao Figueras, federalista catalán, que fue el primer presidente de gobierno de la I República española. Se vivían momentos tensos, ya no sólo en las Cortes mientras se discutía la nueva Constitución, sino incluso en el Consejo de Ministros. Precisamente, mientras presidía uno, y harto de debates estériles, llegó a gritar en catalán: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”. 
Días después dejó, disimuladamente, su dimisión en su despacho de la Presidencia, se fue a dar un paseo por el parque del Retiro y, sin decir una palabra a nadie, tomó el primer tren que salió de la estación de Atocha. No se bajó hasta llegar a París, y no volvió hasta muchos meses después.

Pues eso. Cada vez es más difícil aguantar.

Hay 8 Comentarios

BernaGHarbour

El nuevo primer ministro de Francia tiene lo que hay que tener: contactos en Berlín

[Eso sí son razones, de peso]

Es curioso pero en castellano podemos usar otra palabra y no son faltas de ortografía y es uebos, acepción que dejo para la utilicen los comunicadores de medios. Y para testosterona la metida de pata del famoso Cirujano valenciano y su desdichada comparación de la vocación medica con la facilidad para encontrar parejas en el grupo de la enfermería...muy desafortunado comentario que dará que hablar por machista. Quizás este ocurriéndole como a Pep y se ha vaciado con la practica sin parar durante años que lo ha convertido en uno de nuestros mas famosos cirujanos; no contento con operar en la publica se va a África y tiene allí una ONG para la cual opera desinteresadamente...uebos!!

Queda pués demostrado que los de Bilbao como Unamuno, ni somos faroles ni nada de eso, somos superhumildes, nosotros decimos !! Con dos cojones como los de Bilbao !! no decimos con tres ni con cuatro, solo con dos que son los únicos que tenemos,¿ que tiene esto de arrogancia, chulería o faroleo? Siempre hemos sido unos incomprendidos aunque la verdad es que Don Miguel pensaba que eran incomprendidos por que no sabían hablar.

Qué gran distorsión de la realidad es que las decisiones se tomen bajo el determinismo masculino. Tienes razón, hay que liberarse de esto. El lenguaje es el primer paso.


Con un par de cojones Fonseca!!


http://www.youtube.com/watch?v=1wtQ1FdzduA

muy bueno y muy divertido el artículo...

"Si tiene collons que me lo diga a la cara", dixit el Presidente de la Junta de Extremadura, propio de carpetovetónicas maneras. Caspa y cutrez en el lenguaje machista que exhibió el mencionado político, que por ende invalidó el argumento de la crítica que pudiera haber construido.Testorena hay mucha en nuestro suelo patrio a través de los tópicos que muchas veces nos conforman.
El toro bravo, animal totémico donde los haya y para nosotros motivo de innumerables símiles aplicados a nuestra vida diaria: "estoy como un toro", "tengo la fuerza de un toro", " tiene los cojones de un toro", "esa persona es muy brava". Y se consumen las "criadillas"(cojones) del toro, que se le suponen virtudes afrodisíacas de aumento de la virilidad. Con la verga del toro se fabrica un instrumento para golpear.
Los cojones son un simbolo principal de nuestro esperpento nacional, seguramente sea casi la palabra más empleada en el lenguaje masculino diario de los españoles: "fulano no tiene cojones", "hay que tener cojones para llegar a.....", voy a hacer.... por cojones", "tengo más cojones que---", "tiene más cojones que el caballo de Espartero", "En España hay cojones".Este lenguaje es común en bares, centros de trabajo, tabloides periodísticos.........
Tantísimos cojones han impedido que España sea un gran país industrial, pletórico en i+d+i, con un modelo económico racional y no el modelo de los ladrillos "de los cojones".

Política y cojones.
Por seguir con el mismo léxico, la verdad, es que acojona.

Con un par...
Muy salado el artículo, y ¡cuanta verdad!.
Demasiado a menudo no pensamos las cosas con la víscera adecuada... tampoco en política.

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Sobre el autor

es asesor de
comunicación y consultor político.
Profesor en los másters de comunicación
política de distintas universidades.
Autor, entre otros, de los libros: Políticas.
Mujeres protagonistas de un poder
diferenciado’ (2008), Filopolítica:
filosofía para la política (2011)
o La política vigilada (2011).
www.gutierrez-rubi.es

Sobre el blog

Hago mía esta cita: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.” James Baldwin

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