El concepto "sesión de control" al Gobierno no existe con tal literalidad ni en la Constitución Española, ni el Reglamento del Congreso de los Diputados. Es una expresión que se deduce, y puede derivarse, del artículo 66 de la Constitución que dice textualmente: “Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución”.
Es evidente que el principal control a la acción del Gobierno debería ser, especialmente, sobre el comportamiento, visión y actuación del presidente del mismo. Pues a pesar de esta conclusión, que se nutre del sentido común, el actual Reglamento no obliga al Presidente a responder ni a comparecer personalmente en las sesiones de control que tienen el formato de preguntas orales. Se trata de respuestas del Gobierno, no específicamente del Presidente aunque sean dirigidas a él, como sucede en otros parlamentos. Y su presencia se debe a una costumbre parlamentaria que puede ser obviada en cualquier momento. El Reglamento, a pesar de haber recibido modificaciones puntuales a lo largo de varias legislaturas, sigue teniendo su arquitectura casi intacta desde 1982, cuando fue aprobado. Y su configuración es más propia de un sistema presidencialista que de uno parlamentario.
Por ello, en caso de mayoría absoluta de un grupo parlamentario, por ejemplo, el Gobierno no tiene prácticamente ninguna obligación de responder, a través del Presidente, en casi ninguna circunstancia salvo la inevitable moción de censura. El Gobierno sí que está obligado a comparecer en determinados supuestos, como después de un Consejo Europeo, porque así lo establece la Ley por la que se regula la Comisión Mixta para la Unión Europea.
Hoy hay sesión de control. Rajoy responderá, por este orden, a las siguientes preguntas:
1. ¿Qué acciones piensa emprender el Gobierno para compensar a los afectados por el fraude masivo al ahorro con productos tóxicos, como preferentes? (Alfred Bosch, de ERC, del Grupo Parlamentario Mixto).
2. ¿Qué medidas va a proponer en el Consejo Europeo de esta semana para impulsar el crecimiento y la creación de empleo? (Josu Iñaki Erkoreka, del Grupo Parlamentario Vasco).
3. ¿Qué posición va a defender en el próximo Consejo Europeo? (Alfredo Pérez Rubalcaba, del Grupo Parlamentario Socialista).
Previsiblemente, y a pesar del valor político y el interés social de las preguntas y las consiguientes respuestas, es muy probable que la sesión de control acabe con un cruce de declaraciones escleoritizado y jibarizado en el famoso y primario corte televisivo de 10 segundos por intervención. Así los retos (y sus debates) se convierten en muecas y frases huecas.
No me cabe ninguna duda de que, en el hemiciclo, flotará en el ambiente la última encuesta y estudio de opinión pública publicada que asegura, nuevamente, que la ciudadanía suspende a las instituciones democráticas y que el 62% cuestiona a los responsables públicos. Cifra que llega al 70% cuando se trata de responsables políticos. Cada sesión de control puede contribuir -o no- a reducir esta brecha de desconfianza o a aumentarla.
A pesar del interés objetivo de los temas y del coste social y democrático que una determinada práctica política y parlamentaria tiene sobre el estado de ánimo cívico, es muy probable que esta sesión no contribuya ni a clarificar nuestra posición en el próximo Consejo Europeo ni a mejorar la percepción pública sobre la vida parlamentaria. Justo cuando más necesitamos debates vitales, debates propositivos y búsqueda honesta de puntos de encuentro y soluciones de amplio consenso, la aritmética electoral y un incuestionable resultado electoral del pasado #20N dejan al Parlamento con sordina. Anestesiado, y casi amordazado, como vemos en el tema de las comisiones de investigación.