Sobre el autor

es asesor de
comunicación y consultor político.
Profesor en los másters de comunicación
política de distintas universidades.
Autor, entre otros, de los libros: Políticas.
Mujeres protagonistas de un poder
diferenciado’ (2008), Filopolítica:
filosofía para la política (2011)
o La política vigilada (2011).
www.gutierrez-rubi.es

Sobre el blog

Hago mía esta cita: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.” James Baldwin

Rajoy y Feijóo: elecciones que valen doble

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 30 ago 2012

Feijoo

La mayoría de los analistas políticos enmarca la decisión del presidente de la Xunta en clave española. Eso sí, desde la perspectiva de Rajoy. Pero hay otras miradas. Si Alberto Núñez Feijóo obtuviera una nueva mayoría absoluta (su única opción de gobernar), en el momento actual, su triunfo bien podría atribuírsele a él, “a pesar” de Rajoy, del impacto de sus medidas y del hipotético rescate en su versión blanda, dura, parcial o total.

Feijóo ha labrado una identidad y personalidad políticas con perfil propio con la rara habilidad de no necesitar, aparentemente, contradecir o desmarcarse de la línea oficial. Habilidad solo apta para los sutiles. Los más torpes necesitan el grito para conseguir notoriedad. A los más inteligentes les basta con un gesto.

Una victoria del actual presidente gallego, con la misma ley electoral que intentó cambiar sin consenso ni necesidad, le otorgaría un ascenso importante en el ecosistema del PP y podría presentar su gestión como la del gobernante prudente que recetó austeridad antes que practicar recortes. No se debe olvidar que buena parte de su éxito electoral radicó en un discurso “antidespilfarro”, de regeneración ética en la gestión de los recursos públicos. Un nuevo éxito le situaría como delfín in pectore si, finalmente, Rajoy no consigue recuperarse del brutal desgaste al que está sometido por su errática gestión (y comunicación) de la crisis y sus relaciones con los socios europeos.

Feijóo no lo tendrá fácil. Las encuestas pronostican un resultado incierto. Y las elecciones municipales de 2011 ya mostraron síntomas de castigo a su gestión, antes de las generales del 20N que dieron la presidencia a Mariano Rajoy. En la ciudad más poblada de Galicia, Vigo, el PP no ganó en las municipales. Perdió 5.000 votos, los suficientes para que el PSOE se hiciera con la alcaldía, con Abel Caballero al frente (a costa, también, de dos concejales “robados” al BNG).

El acuerdo entre los gallegos Rajoy y Feijóo para adelantar las elecciones sindica sus futuros, pero abre puertas al de Ourense. Si ganan, ganan los dos, aunque mucho más Feijóo. Será muy interesante ver si en esta campaña Rajoy se implica tanto como en las andaluzas, bien para protegerse (sería su último bastión) o bien por cálculo electoral (para beneficiar al candidato). Las andaluzas han enseñado, quizás, el camino al PP.

¿Tiene Feijóo ambición de líder estatal? No lo sabemos. Su cautela y prudencia en el verbo y en el gesto le protegen. Pero estoy convencido de que no descarta nada. Astuto, discreto, jugador paciente… el próximo día 21 puede ser, de nuevo, presidente de la Xunta y candidato natural a las próximas elecciones generales. Estos comicios valen doble: una presidencia y una candidatura. La oposición siempre ha visto al presidente con un agenda propia, y quizás aciertan: Pachi Vázquez (PSdeG) reaccionó así justo antes del adelanto electoral: "Feijóo cambió los intereses de Galicia por los suyos".

El presidente fundador del PP, Manuel Fraga, ya advirtió en su momento que el actual líder del partido, Mariano Rajoy, “tiene posibilidades muy buenas de ganar" las elecciones generales y ha mostrado su "deseo" de que lo haga, pero en caso de que no ganase, "en el partido hay varias cabezas que podrían servir". Preguntado por la idoneidad del actual presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, como "buen candidato a presidente del Gobierno", Fraga dijo que "sin duda sería un magnífico presidente", aunque "hay que dejarlo que se ruede un poco más". Y remató: “Núñez Feijóo tiene madera de líder importante de un partido nacional".

El próximo día 21 veremos de qué madera está hecho y si el rodaje se acelera o se agota.

(Autor de la fotografía: Óscar Corral-EFE)

Política 'isotrópica'

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 28 ago 2012

Mapa_politico

Estos días, en Barcelona, se puede visitar una exposición que merece toda la atención: Cartografías contemporáneas. Dibujando el pensamiento”. Descubre cómo distintos artistas, desde Hamilton a Dalí, se enfrentan y critican la representación geográfica del mundo. Los mapas y las fronteras nunca han sido inocentes. A lo largo de la historia, hemos visto cómo estos no son la fiel copia geográfica de la realidad sino que la construyen. Quien controla la visión del mapa, controla la visión del mundo.

Esta sólida y vinculante relación entre la geografía y la política tiene en la geometría una aliada perversa. La concepción del Estado como territorio, con propiedades geométricas, está atrofiando nuestra capacidad de comprender la pluralidad y la diversidad.

El Estado (= el territorio) concebido como una superficie continua, homogénea e isotrópica -en palabras del profesor Franco Farinelli de la Universidad de Bolonia- ha jibarizado nuestra visión, ha empobrecido nuestra opinión, ha reducido nuestra comprensión. Lesionadas la visión, la opinión y la comprensión, las posibilidades de construir con parámetros nuevos, más dinámicos y ricos, es casi una tarea imposible. Llevamos años, siglos, “viendo” España con el mismo formato geográfico-geométrico que nos impide hacer nuevas aproximaciones que se ajusten más y mejor a nuestra realidad. A España le convienen nuevas cartografías, infografías, mapas mentales y nuevas visiones plásticas de su identidad si quiere, no solo comprenderse mejor, sino esbozar futuros compartidos. En la visión está parte de la solución.

Estado continuo. Esta concepción es antigua, insuficiente, además. No estoy hablando de nuestra realidad insular o de las ciudades autónomas, me refiero a que hoy la continuidad espacio-tiempo, tan analógica, debe ser superada por una mentalidad digital que permita niveles de relación, identificación y pertenencia a una comunidad política contemplando la realidad digital como un fundamento imprescindible para pensar el Estado en el siglo XXI. Las rígidas fronteras sirven mal a los escenarios de globalización, interdependencia y soberanías compartidas a los que nos enfrentamos y con los que convivimos. La tecnología cambia la geografía.

Estado homogéneo. Si hay algo que fracasa constantemente en política es la identificación unidad-homogeneidad. Nuestra sociedad no se puede pensar ya, de manera solvente y sostenible, sin dos conceptos clave: identidades múltiples y sentimientos complejos. La homogeneidad es la antítesis no solo de las identidades contemporáneas sino de la innovación y de la creatividad. Se le atribuye a Albert Einstein esta sentencia: “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Más locura es, todavía, que lo hagan siempre los mismos, o parecidos, individuos. Si solo respiras tu propio aire, acabas envenenándote.

Estado isotrópico. Asociar la centralidad al centro geométrico es claramente un déficit en la articulación de un Estado moderno, capaz de comprender la estructura de la sociedad red y la progresiva articulación y ósmosis de la geografía de las redes (con sus nodos dinámicos) a la geografía económica. La política sigue viendo capitalidades como centros de diana. Esta concepción está disociando la estructura del Estado en relación con el tejido social y económico que tiene otra estructura más rica, compleja y dinámica. Cuando el Estado no se parece a su sociedad, el colapso es inminente.

(Fuente de la fotografía: todocoleccion.net)

Agendas públicas

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 22 ago 2012

Agenda

No, no es una “anécdota” que el Presidente no informe de con quién se ve y habla en cumplimiento de sus funciones, como dijo la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en el último Consejo de Ministros. Y mucho menos justificable es que el argumento para la no información sobre la agenda pública del Presidente sea “por el interés general”.

Desde que Mariano Rajoy ha reanudado sus actividades (este lunes pasado), la agenda del Presidente en la web de La Moncloa solo recoge dos días con actividad programada. Hoy será recibido por S.M. el Rey en La Zarzuela y el próximo viernes, 24 de agosto, presidirá la reunión del Consejo de Ministros en La Moncloa y recibirá al equipo español que participará en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012.

No es mi intención valorar si esta actividad es poca, mucha, suficiente o conveniente, pero no me cabe ninguna duda de que el Presidente hace más cosas y, aunque no sean actividades públicas, sí que son de interés público. Este es el concepto de agendas públicas y transparentes con el que se mueven otros Gobiernos. No se trata de “actos”, se trata de “actividad”.

Barack Obama, por ejemplo, facilita la información casi por horas... y Hillary Clinton tiene, además, un mapa interactivo. Sorprende que en la versión final del texto aprobado -en ese mismo Consejo de Ministros del pasado 27 de julio- sobre el “Proyecto de ley de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno” no haya ninguna mención expresa a la obligación de informar de la asignación temporal (y sus contextos) de servicio público de nuestros representantes, o al menos de nuestros gobernantes.

No es un tema menor. La transparencia de las agendas públicas es un desafío si se quiere romper el cerco de sospecha permanente que cada vez se estrecha más sobre la calidad de nuestra democracia. No solo tenemos derecho a saber, sino que conviene explicar, si se quiere -realmente- romper el maleficio de desconfianza y descrédito. Es un pequeño gran paso. El secreto como fuente de legitimación política se acabó. Si no se puede saber, no se puede contar y no se puede mostrar, es que quizás no debería hacerse por razones políticas, éticas o incluso legales.

El Gobierno debería liderar, impulsar y aplicarse la ejemplaridad de la visibilidad pública de sus agendas como parte de una ofensiva democrática para recuperar el prestigio, dotar de significado, informar puntualmente e iniciar una profunda revisión del concepto de rendición de cuentas asociado a la transparencia y accesibilidad de toda su actividad. La verdad, una ojeada a la agenda de La Moncloa desanima al más voluntarioso de los ciudadanos dispuesto a ver, en positivo, la actividad pública de nuestros representantes. Se impone un cambio radical.

Los 400 euros y el silencio de Rajoy

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 15 ago 2012

Rajoy

La comunicación de la decisión del Gobierno de prorrogar la ayuda de 400 euros por parte del Presidente, tras la audiencia de verano con el Jefe del Estado, no es un tema menor. Después de dos semanas de silencio por parte de Rajoy, y a pesar de los síntomas de inflexión que diversos dirigentes del PP habían dejado entrever, la fórmula escogida permite explorar algunas hipótesis que merecen una reflexión.

Solo había tres escenarios posibles, desde el dramático último Consejo de Ministros y la posterior rueda de prensa del Presidente en la que se nos dijo que el gabinete no había estudiado la medida, a pesar de la fecha inminente de finalización de la prestación (15 de agosto) y del desasosiego que la incertidumbre generaba. Los tres escenarios eran: El primero, suprimir la ayuda. El segundo, mantenerla con más o menos cambios. El tercero, no sabían qué hacer, todavía.

Lo que parece evidente, tras el desenlace y transcurridos estos días, es que el silencio del Presidente ha sido una pésima decisión para cualquiera de los tres supuestos y para la deteriorada imagen del Presidente. Estas son las claves:

1. Insensibilidad. El silencio se ha llevado por delante nuevos jirones de su malograda imagen, añadiendo una dosis de insensibilidad -y casi crueldad- inasumibles en términos de confianza. No me cabe ninguna duda de que el Presidente es sensible a la tragedia del paro que nos azota y que es devastadora para aquellas personas que han perdido la esperanza y están casi en la marginalidad. Pero, precisamente, su silencio ha sido hiriente y le ha situado como un gestor sin alma. La cobardía en política es nefasta, pero la insensibilidad es letal.

2. Improvisación. Dada la magnitud de la prórroga, y el impacto en las cuentas públicas, no es normal que se estuviera esperando hasta el último día para tomar la medida. O se sabía, o se dudaba, como mucho. Pero es difícil que no se supiera, ¿o quizás han cambiado de opinión? Su silencio ha alimentado la improvisación, el cálculo y la duda. Cualquiera de estas imágenes y sensaciones son perjudiciales.

3. Iniciativa. El silencio ha dejado la decisión como una concesión o una cesión, no como una decisión de voluntad, creando el marco de que "no estaba por la labor" y ha dejado todo el espacio a la oposición a la que no le ha faltado tiempo para atribuir la “rectificación” de Rajoy a la respuesta política y social. El silencio, en vez de hacer comprensible la posición del Gobierno, ha alimentado la irritación y el rechazo social a la misma. Otro error de cálculo. En cualquier caso, si la alternativa a los 400 euros eran otras medidas de apoyo a la empleabilidad, como las que apuntó el ministro Wert, hay que afirmar que no parece que la alternativa fuera pensada en términos estratégicos de visibilidad y comunicación política. Ha faltado diseño, convicción, coordinación y efectividad. En este escenario, algunos líderes del PP, con citas electorales a la vista y con mayor sensibilidad social, han apretado las tuercas forzando cambios en la inercia empezada. El mérito se lo llevan ellos, no Rajoy.

4. GestiónEl error “informático” que impidió tramitar la ayuda en el mes de julio fue un fallo imperdonable y, cuando menos, inoportuno que alimentó la idea de “decisión tomada”. La alarma social y la tensión en las personas y las familias de los receptores eran más que justificadas. El error alimentó la idea de provisionalidad, fragilidad y vulnerabilidad de la ayuda y actuó como preparación a su supresión. La sospecha de que alguien -con responsabilidades públicas- habría podido hacer cálculo semejante con el dolor ajeno se nutre con estos graves desajustes. Y la duda nace cuando la confianza se resquebraja.

5. Escenificación. La decisión se ha sabido tras la audiencia con el Rey y después de un vaivén de posiciones respecto a la rueda de prensa posterior. Hemos pasado de no dar rueda de prensa a estar, incluso, en corrillos con los periodistas después de realizarla. Las contradicciones sobre la convocatoria han reflejado cambios no previstos en la escenificación. El Rey, que ya estuvo presente en el decisivo Consejo de Ministros (la última vez fue en 2008) no ha querido quedar asociado a una medida brutal y que fractura a la sociedad por su parte más débil. El Rey y Rajoy se han ayudado mutuamente, en diversas circunstancias. No es la primera vez y va más allá de sus responsabilidades institucionales. Hay complicidad e interés compartido. Que la comunicación haya sido tras su reunión debilita, creo, a Rajoy. De nuevo, el silencio de los días anteriores le ha pasado factura.

6. Humillación. Ha sido lo peor y lo que hay que evitar en el futuro. Que los parados que reciben estaprestación hayan tenido que esperar hasta el último día es una humillación innecesaria e injustificable. Hay dignidad en la miseria. He aquí, quizás, el aspecto más lamentable e intolerable de la gestión comunicativa de esta decisión.

El balance final ha sido esperanzador para las personas que recibirán la ayuda, ha dado bríos a la oposición política y social, y ha sembrado de dudas la gestión gubernamental, deteriorando la imagen del Presidente. No sé a quién se le ocurrió estar callado, pero ha sido un mal asunto, que no se compensa (para el Presidente) con la decisión tomada.

 

Política y "gamificación"

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 13 ago 2012

Gamificación y política

La política no es un juego, aunque a veces parece un juguete roto en manos de críos malcriados. Pero jugar, los juegos, es una actividad humana que genera múltiples beneficios. Por ello, no es de extrañar que la comunicación política vea en esta actividad, y en sus instrumentos y modalidades, una nueva oportunidad para captar el interés de los electores (de cualquier edad), crear nuevas dinámicas de movilización y activismo, y reconectarse con las nuevas prácticas y formas de socialización de importantes sectores, en especial los más jóvenes.

La gamificación es una de las diez tendencias relacionadas con la tecnología más importantes a nivel mundial y es el nombre con que se refiere al “proceso del uso del pensamiento y la dinámica de juego para atraer al público y resolver problemas", según Gabe Zichermann, autor del libro Game-Based Marketing.  

La gamificación no se refiere estrictamente a la creación de juegos sino al empleo  de mecanismos propios de juegos en entornos y aplicaciones no lúdicas con el fin de potenciar la motivación, la concentración, el esfuerzo o la fidelización. Sería una intersección entre el marketing, la psicología y la tecnología, creando experiencias atractivas y emocionantes que aprovechan nuestra psicología interna para aplicar los factores desencadenantes de comportamiento que inspiran la acción e involucran al cliente o usuario.

La aplicación de estas mecánicas pretende motivar a los jugadores mediante el logro de objetivos y reconocimiento en su comunidad. En su gran mayoría, los juegos utilizan mecanismos que permiten sumar puntos, ganar insignias, seguir hitos y caminos, superar niveles o conseguir privilegios y recompensas, permitiendo de esta manera que una actividad poco atractiva o rutinaria se convierta en proactiva, dinámica y divertida. El ejemplo más claro y exitoso de este funcionamiento ha sido la red social FourSquare.

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Las camisetas son para el verano

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 08 ago 2012

Foto

Las camisetas son para el verano. Pero también para un renovado activismo político. Los lenguajes visual y corporal, juntos, articulan formas de empoderamiento y denuncia social realmente atractivos. El cuerpo habla. Y nuestra ropa, más. Las camisetas son, por ejemplo, un elemento de uso personal pero que puede proyectar pensamientos comunes. El propio recorrido individual, diario, por las calles permite amplificar y socializar este mensaje. No es imprescindible que sea muy visible pero sí que capte la atención y genere empatía, implicación, compromiso personal... La foto que ilustra este artículo la tomé en una tienda de Barcelona hace tan solo unos días. Me impactó: el mensaje, la realización (gestual, con rotuladores sobre una camiseta blanca) y el desafío orgulloso de quien la llevaba. Cuando le pregunté a su creador si podía hacerle una fotografía me dijo: “Sí, claro, sin problemas”. 

Desde los años 60, las camisetas se han utilizado como arma de protesta; a veces, como forma de activación social para conseguir voces con mensaje propio y compartido con un pequeño grupo y, también, para lograr movilizaciones más amplias. Durante el pasado mes de febrero, por ejemplo, se inició -en distintas ciudades españolas- la llamada “Marea Amarilla” con el objetivo de evitar el préstamo de pago en las bibliotecas. El amarillo era el elemento unificador para llamar la atención de más personas, para sumarlas a la protesta y para certificar un compromiso individual a través de la camiseta. Al amarillo han seguido las camisetas verdes a favor de la educación pública y las negras, en alusión a los “viernes de negro (o de luto)” de los Consejos de Ministros y en defensa de la función pública.

Además el mensaje aprovecha toda su capacidad plástica a través de la forma, el color, la textura… el activismo, en definitiva, se encuentra con el Arte formulando el ARTivismo. La fórmula tiene dos ingredientes que, mezclados, tienen una capacidad social de visibilidad y viralidad. Nuestros dispositivos móviles hacen el resto.

Indisorder es un proyecto de “arte urbano itinerante en constante deconstrucción”. Los artistas han convertido las camisetas en obras de arte para reclamar la activación social. El mensaje se transmite, día a día, a través de las personas que llevan la prenda de ropa. La colección se ha convertido en un “lienzo callejero”: arte y activismo actúan conjuntamente por medio del compromiso personal y la acción colectiva.

En ocasiones, el ARTivismo además de ser un instrumento reactivo es proactivo. La protesta se organiza para encontrar o definir nuevas propuestas. En Barcelona, del 27 al 31 marzo, se celebró un encuentro internacional de activismo creativo autogestionado bajo el título de ‘Cómo acabar con el mal’. Durante las jornadas se combinaron presentaciones de experiencias para aportar ideas con coloquios y talleres para generar acciones para la movilización social. Una de las iniciativas más destacadas fue la de los ‘Reflectantes’. El concepto es claro: los ciudadanos hemos pasado de ser transparentes a ser reflectantes. Rayos de aluminio aprovechan la luz para alejar el mal. La acción es una respuesta creativa y pacífica hacia los instrumentos de poder (sistema político y bancario), que parecen muy alejados de la realidad que nos toca vivir. La plasticidad de las acciones combinan la formula del Arte y el activismo social.

Las camisetas digitales son, también, un nuevo espacio de creación para la comunicación política. Y abren el espacio a la manufactura individual o colectiva y a diversas formulas de producción, financiación y difusión. Es el crowdcreating político.

Las camisetas políticas, gracias a la movilidad e itinerancia de sus portadores, exploran nuevas intervenciones políticas y ciudadanas. Lo efímero y lo móvil se suman a lo provisional, como escenarios de nuevo lenguaje creativo y social a la vez. Lo personal deviene colectivo. La reconquista de las calles como espacio de esparcimiento, expresión, debate y denuncia creativa forman parte de las nuevas expresiones de la nuevas plasticidades políticas nacidas en los contornos del #15M. Nuevas periferias políticas y creativas que buscan nuevas centralidades.  

El storytelling de Rajoy

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 03 ago 2012

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Última carta. Rajoy ha puesto su propia trayectoria política, su biografía, como argumento: “Como siempre he hecho a largo de mi vida política (‘llevo 30 años en política, casi 31’) saldremos adelante con constancia y perseverancia”. Esta es la fe de Rajoy, su promesa: parecernos a él. Nos ofrece su manera de ser, que le ha garantizado continuidad y éxito, como los valores que nos permitirán resolver nuestros problemas.

La primera rueda de prensa de Rajoy tras un Consejo de Ministros ha estado trabajada y muy preparada por el Presidente y su equipo. Nada que ver con otros episodios de improvisación u omisión. El storytelling de Rajoy ha creado, durante los primeros 35 minutos de monólogo iniciales, un marco coherente, casi convincente: dónde estamos, por qué, qué hemos hecho, y… cómo vamos a salir de esta situación (“tarea enorme”). Visto el esfuerzo y el resultado inicial, no tengo dudas de que le habría sido muy útil al Presidente hablarle así al conjunto de la ciudadanía, pero no al final de curso… sino al principio. O, al menos, cuanto antes.

Dice Rajoy (omitiendo prudentemente la palabra “misión”) que salir de las actuales dificultades “no es una tarea imposible”. Aunque sí muy difícil. Dibuja un horizonte épico (“la mayor dificultad a la que nos hemos enfrentado nunca”); una convicción (“no podemos gastar más de lo que se tiene”); un camino (“incómodo, ingrato, desagradable”); y un destino (“no hay más remedio”). Así, el Presidente enmarca, justifica y relata su narración política. Pero ¿es suficiente?

Rajoy ha hecho de la inmovilidad su fuerza. “No me voy a mover”, dijo ayer en la rueda de prensa con Mario Monti. Cree que en las turbulencias, los faros son la mejor guía. Está convencido de dos cosas: que es “injusto” que haya diferencias tan brutales de los costes de financiación en los países que comparten la misma zona monetaria (el euro); y que el coste y las consecuencias de un euro a dos velocidades o el rescate duro —y el blando también— de España serían inasumibles para los socios fuertes. Pero su seguridad es frágil. Y puede ser incierta.

Rajoy es resistente, pero está por ver si lo es España. Y de este juego de cálculos, autoestimas y riesgos se resolverá el destino de los “intereses generales de los españoles”, en palabras de Rajoy.

Sabemos tres cosas: primero, que las pensiones serán la última trinchera (el último renglón para recortar). Segundo, que descarta más reformas. Tercero, que no descarta nada, ni el rescate: “Yo haré lo que convenga al interés general de los españoles”. Y así seguimos, unos días más de pulso. “Yo no tengo tomada ninguna decisión”, ha concluido.  ¿Hasta diciembre, hasta la reunión de líderes europeos de ese mes? Al menos es el plazo que cree que tiene Rajoy tanto de liquidez de las arcas públicas como de tempo político límite para resolver los problemas de la zona euro.

Rajoy ha sorprendido a los periodistas entrando por detrás, por el fondo de la sala, acompañado de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Para justificarse y explicarse ante los gráficos y las televisiones, ha dicho que solo se entraba por delante “en las citas internacionales”. Hemos esperado casi 8 meses para una rueda de prensa del Presidente tras una reunión del Consejo de Ministros y si había algún momento que justificara romper la tradición y entrar de cara, era hoy. Nunca una rueda de prensa del gobierno español ha sido tan internacional, tan europea.

Dice Rajoy que “nadie le ha pedido nada”, y “que no ha hablado con Mario Draghi”. Cuesta trabajo imaginarse cómo dedica el 50% de su tiempo (como afirmó ayer) sin hablar con nadie. Quizás este es el tema, que nadie habla con nadie, y nadie habla con él. Y por ello, ha decidido enviar una carta al presidente del Consejo Europeo y al de la Comisión Europea. Pero con quien tiene que hablar, y a fondo, es con la presidenta Angela Merkel. Menos paseos en barca, y más reuniones. Su último juego patriótico al mencionar que España tiene superávit en la balanza comercial con Alemania ha sido torpe e inútil. Y grotesco. Era innecesario y solo contribuye a crear mal rollo con quien tiene que ayudarte, si te comprende. Pero no habrá ayuda, solo humillación, con altanería.

Rajoy se ha despedido, con realismo y un tímido —e infructuoso— intento de distensión: “El que pueda, feliz verano”. Pues eso, el que pueda. Veremos qué pasa el lunes. Sigue el juego de la ruleta mortal.

 

Fuente de la imagen: EFE

Reivindicación uniformada

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 01 ago 2012

Bomberos

La calle hierve
. Y hay algo de inquietante cuando, además, se llena de manifestantes uniformados: policías, bomberos, guardias, militares. Es como si se subvirtiera el orden establecido llegando al desorden, pero democrático. Servidores públicos que toman las plazas para expresar su rechazo a la política de recortes del Gobierno del presidente Rajoy. Cuando los uniformes ocupan el espacio público, el choque visual es muy impactante. Sobre todo cuando delante de estos hay otros uniformados -aparentemente- en posición enfrentada, aunque no necesariamente confrontada o contraria.

La nueva y creativa plasticidad de las recientes protestas sociales reclama más reflexión y atención. Hemos visto la renovada emergencia de la poesía política, la irrupción de los coros para la denuncia política, el uso inteligente de datos y visualizaciones, o el simple uso del silbato o del grito como nuevas armas democráticas para la respuesta cívica y neopolítica. Nuevos registros visuales y presenciales a los que hay que añadir la ebullición del activismo en la red. Si las calles hierven, las redes queman.

Pero lo nuevo de estos últimos días es el juego que ofrecen las oportunidades de visibilidad y notoriedad del uso combativo del cuerpo y del uniforme laboral en la acción reivindicativa. Y, en particular, las acciones de los bomberos. Cuando no te queda nada, o no tienes otras opciones, el cuerpo -tu propio cuerpo- te brinda distintas posibilidades para el activismo político. El desnudo, entonces, aparece como la fuerza más poderosa mostrando la máxima fragilidad o debilidad. Y la vergüenza y el pudor, se transforman en orgullo y autoestima. 

En Mieres, por ejemplo, los bomberos se han desnudado para rechazar los recortes a los funcionarios públicos y denunciar que "los gobiernos solo saben recaudar dinero de los bolsillos de los ciudadanos". La pancarta que les acompañaba no necesita más análisis: “De tantos recortes en pelota hemos quedado”.

No es la primera vez que los bomberos exhiben sus cuerpos como forma de protesta. Conocen la irresistible fuerza de las imágenes. El año pasado, 200 aspirantes a bomberos del Ayuntamiento de Madrid se concentraron frente al Palacio de Cibeles para denunciar el "amaño" de las últimas oposiciones. Y en 2006, en A Coruña, protestaron sin uniformes para exigir un convenio laboral.

El desnudo irrumpe, altera, provoca, subvierte. Los nuevos movimientos redescubren su potencial. El transmedia calle-redes-medios actúa como una poderosa red viral. Y el desafío estético es parte del combate ético.

En mayo de este año, un grupo de personas pertenecientes a distintos colectivos ciudadanos se desnudaron ante las oficinas de una céntrica sucursal de Bankia, en Zaragoza, en protesta por su situación y el anuncio de nacionalización por parte del Gobierno. "Desnudos ante la estafa bancaria" fue el lema elegido por los protagonistas. Quedarse sin ropa es despojarse de tus últimas posesiones, las más personales e íntimas. La carga simbólica de la acción, frente a lo que consideran abuso, estafa y usura, tiene una gran energía narrativa y visual.  

Este tipo de acciones de ruptura y contraste van a continuar. Crecerán. Es la fuerza de los que no tienen fuerza. Y conecta con otras poderosas prácticas de denuncia política que van desde los movimientos ecologistas, o los defensores de los derechos civiles en cualquier parte del  mundo (pacifistas, animalistas…), a reivindicaciones por la seguridad vial y los derechos de los ciclistas, entre otras muchas. En la reciente Eurocopa de fútbol, por ejemplo, las activistas del grupo feminista Femen en Ucrania fueron la punta de lanza más contundente en la denuncia del régimen autoritario de su país.

El desnudo en la acción política tiene un profundo significado. Conecta con el pacifismo y la lucha por las libertades. Es la imagen que casi nunca los poderes quieren ver. Ofende y provoca. Ahí está su potencial. Esta crisis devastadora (de la política formal y de la economía oficial) va a generar respuestas contundentes. La irrupción, la interrupción y la provocación que boicotea y sabotea lo establecido serán las armas de una nueva generación de activistas políticos y sociales. No lo hemos visto todo, ni mucho menos.

(Fuente de la fotografía)
Otras fotografías de interés.

Otros títulos posibles que este artículo me ha sugerido:
- El cuerpo como arma política
- Uniformes y desnudos
- La calle uniformada y desnuda

 

El País

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