«Cinco millones novecientos sesenta y cinco mil cuatrocientos. Esta cifra, por sí sola, refleja el aspecto más duro y dramático de la situación social y económica por la que atraviesa España». Estas fueron las primeras palabras del discurso de Mariano Rajoy en el Debate del Estado de la Nación de 2013. Dos meses después, los datos conocidos del paro agudizan la realidad: 6.202.700 personas sin ocupación. Y sin esperanza inmediata. Rajoy que utilizó los conceptos, «duro y dureza» con profusión intencionada se ha quedado corto. Esto no es duro, es insoportable.
Mariano Rajoy acumula récords. Y la novedad, en el discurso gubernamental de esta semana, es la postergación hasta 2015 o 2016 de la recuperación de empleo. Parece una rendición por incapacidad. Pero la realidad es que nadie puede esperar tanto: ni los que lo padecen directa o indirectamente, ni nuestro sistema de protección social. Mientras, Rajoy se protege tras los muros del silencio y de La Moncloa.
Los asesores y responsables de comunicación de Rajoy y del gobierno aseguran que hay una estrategia calculada y evaluada para ello. Pero: o es tan perfecta y compleja que es incomprensible para los demás y la opinión pública, o sencillamente es un espejismo. A veces, el poder produce imaginaciones o alucinaciones. No por repetir que existe esta estrategia (solo al alcance de muy pocos druidas) se convierte en realidad eficiente y eficaz. De momento, las dos únicas grandes innovaciones en comunicación política de este gobierno (y del PP) son el eufemismo y el escapismo.
No sabemos sobre qué razones demoscópicas y sobre qué argumentos políticos (y desde qué responsabilidad) se le sugiere y se le aconseja a Rajoy desaparecer. No consigo descifrar la fórmula por la cual el beneficio (político) de su ausencia sea superior al de su presencia. Pero ya no hay vuelta atrás, parece. Van a persistir en ello, aunque sea un error. Más pánico les produce cambiar de estilo y de enfoque.
El artículo 98 (Composición y estatuto del Gobierno) de la Constitución define muy claramente las funciones y competencias del Presidente: «Dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de estos en su gestión». La sensación creciente de que la invisibilidad del Presidente puede alimentar la percepción de su incapacidad política no es una exageración. La hipótesis de que no dirige porque no puede (condicionantes externos), no sabe (limitaciones personales) o no quiere (decisiones políticas), crece y dibuja un escenario de brutal deterioro de su credibilidad. Rajoy se está inmolando… y lo más preocupante y desconcertante es que no parece que este sacrificio nos sirva y le sirva.
El vacío que deja Rajoy lo ocupa, con total protagonismo, Soraya Sáenz de Santamaría. En política también funciona la física, además de la química. Y como en los principios de Arquímedes, «todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido desalojado», la política se comporta igual. Rajoy es un fluido desalojado.
Soraya tiene equipo (los sorayos… y su poderoso gabinete), estilo político, capacidad técnica y habilidad mediática. Buenas relaciones internacionales y despierta el interés y el elogio de Angela Merkel. Ha ganado la batalla de la interlocución y coordinación del gabinete, más allá del cargo. A la que hay que sumar la de la representación y visibilidad política del PP. Rajoy, que ama la previsibilidad como antídoto a la creatividad, está viendo cómo la cadencia temporal de las ruedas de prensa de los viernes tras el Consejo de Ministros se han convertido en el diapasón del PP, no solo del Gobierno. Marcan el ritmo y el compás frente a los desatinos y desafinos de María Dolores de Cospedal. Son el reflejo del poder. Estamos en manos de Soraya.
Ulrich Wilhelm (portavoz oficial de prensa y secretario de Estado de Angela Merkel en 2008) decía que «el portavoz de gobierno es limitadamente el mediador entre el poder ejecutivo y el cuarto poder». Pero Soraya no es la portavoz, es la voz del Gobierno. Soraya no media, dirige.