Sobre el autor

es asesor de
comunicación y consultor político.
Profesor en los másters de comunicación
política de distintas universidades.
Autor, entre otros, de los libros: Políticas.
Mujeres protagonistas de un poder
diferenciado’ (2008), Filopolítica:
filosofía para la política (2011)
o La política vigilada (2011).
www.gutierrez-rubi.es

Sobre el blog

Hago mía esta cita: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.” James Baldwin

Rajoy y el Cabo de Hornos

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 25 feb 2014

El Cabo de Hornos es el nombre que recibe el cabo más austral de la isla de Hornos y del archipiélago de Tierra del Fuego, en el sur de Chile. Fue descubierto en 1525 por un español, Francisco de Hoces, cuando la expedición de la que formaba parte trataba de cruzar el estrecho de Magallanes y fue sorprendida por un temporal. Al modificar el rumbo, se encontró con el paso al sur del cabo de Hornos, en el extremo meridional del continente.

Rajoy no improvisa. Esta referencia al Cabo muy al inicio de su discurso no es casual. Ya sabemos que a él no le gustan ni las «improvisaciones, ni los bandazos, ni los atajos». Y esta referencia es la metáfora de su discurso: temporal (crisis y las «facturas pendientes»), cambio de rumbo (sus reformas) y la salida, el descubrimiento de un nuevo paso que Rajoy define como «previsible para ser fiable». De la tempestad, al nuevo horizonte.

El discurso no ha sido brillante, pero sí efectivo y… calculado. Con un tono enérgico. Muy visual, con referencias sencillas: a la navegación (rumbo, tempestad...); al mundo rural (árbol, frutos...); a la mecánica (motor, engranaje...); al paisaje (horizontes...). Ni una sola cita. Todo datos y un relato basado en que lo peor pasó (la crisis asociada al PSOE) porque hemos rectificado el rumbo (es decir, porque ganamos las elecciones e hicimos las reformas que nunca se habían hecho). Los datos e indicadores económicos actuales le han permitido afrontar su segundo Debate del Estado de la Nación de su mandato con una fortaleza nueva.

Para empezar, ha recordado dónde estábamos (titulares de prensa) y dónde estamos ahora... Todo con titulares internacionales. Al ataque, fuerte, sin dar vueltas. Vuelve el «España va bien» (en Twitter #EspañaAvanza). El uso de titulares de hace dos años ha sido útil para contrastarlos con el cambio de tendencia, asociado al nuevo «rumbo».

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Detalles de una escenificación

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 22 feb 2014

Las imágenes que hemos conocido hoy a través de la BBC, en su servicio español de noticias, muestran a dos supuestos miembros de ETA encapuchados y a dos miembros de la denominada y no reconocida ni por España ni por Francia Comisión Internacional de Verificación (CIV), Ram Manikkalingam y Ronnie Kasrils. El vídeo es una escenificación que merece una mirada atenta.

1. Sin banderas. La ausencia de banderas (sí estaban presentes en el anuncio del cese de la actividad armada el 20 de octubre de 2011) es un detalle significativo y estudiado que pone el acento en el aspecto militar y material de la banda terrorista ETA. La ikurriña presidiendo una mesa con armas asesinas hubiera sido un golpe estético y político difícil de soportar. No es una mala noticia.

2. El papel. Me ha sorprendido que, en una toma tan artificial y ensayada, el solitario papel con los datos que verificaban los expertos estuviera boca abajo, provocando un gesto forzado del terrorista que lo entrega. ¿Por qué? No sabemos si era simplemente un listado del material expuesto, un inventario general o algo más. Pero los verificadores parecen leerlo con atención y contrastarlo con las armas y explosivos presentados. La ausencia de palabras es positiva. Menos retórica, menos política para los terroristas. No tienen nada que decir. Mejor centrar la atención en un papel que pueda ser el anticipo de un comunicado final.

3. El arsenal. ETA expone armas cortas y largas, fusiles, granadas, explosivos, detonadores. Una variedad de armas que muestran, en toda su crudeza, el carácter letal de su arsenal y la potencia del mismo. Parece una intencionada selección con la pretensión de proyectar su disponibilidad y voluntad de entregar «todas» las armas, sin excepción. También es positivo.

4. La disposición. Curiosamente, al disposición de las armas recuerda las ruedas de prensa de los cuerpos y fuerzas de seguridad cuando incautan armas a delicuentes o terroristas. Una composición «ordenada» (con los cañones apuntando hacia la izquierda de la imagen, al lado contrario de los verificadores). Una imagen que es su derrota.

5. El Guernica. Al fondo de la sala, una copia del Guernica, la obra del pintor Pablo Picasso de 1937, preside la escenificación. Creo que es la primera vez que el emblema de ETA no jerarquiza y centra el espacio visual. La pretensión etarra de situarse como víctima, al utilizar el Guernica, es soez y repugnante. ETA continúa queriendo hablar en nombre del pueblo vasco. La instrumentalización es escandalosa pero, junto al desplazamiento de su emblema y la ausencia de banderas, crea una imagen artificial, quizá menos macabra.

6. La escenificación. La mayoría de los análisis insisten en la tramposa escenificación, que no dudan de calificar de amago, de farsa, sin ninguna credibilidad. Una pequeña dosis pretenciosa que pretende alargar la existencia de ETA. Pero, realmente, parece una rendición. La imagen no es de fuerza, a pesar de la dureza de la presencia de las armas. No hay proclama, ni solemnidad.

El dramaturgo Arthur Miller escribió una breve pieza, La política y el arte de actuar, que conviene releer para interpretar bien lo sucedido.«Cuanto más te acercas a cualquier tipo de poder, más teatro tienes que hacer», escribió el genial autor. Esta escenificación es imprescindible para el que se rinde, y obscena y dolorosa para el resto. Pero sin ella, la disolución definitiva de la banda terrorista estaría más lejos. ETA muestra su poder, aunque, con ello, certifica su derrota. Su teatro macabro acabó.

¿Puede el WhatsApp cambiar las campañas electorales?

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 15 feb 2014

En agosto de 2013, España contaba con 20 millones de usuarios de WhatsApp de los 300 millones que hay en todo el mundo, según anunciaba Jan Koum, el CEO y co-fundador de la compañía. Unos datos muy relevantes si se comparan con el número de población total del país. No es solo eso. En una previsión de la plataforma española MassyPhone, de octubre de 2013, se indicaba que en España, para 2015, es probable que 40 millones de personas usen WhatsApp o alguna alternativa parecida (Telegram o Line, por ejemplo).

Las razones de la generalización de su uso se explican por el aumento de los teléfonos inteligentes entre la población. España se ha convertido en el país europeo con mayor penetración de smartphones con un 66 % mientras que la media europea es del 57 %.

La integración de la tecnología, especialmente en las generaciones más jóvenes, conlleva un rápido cambio de hábitos en las formas de relación y organización social. Estos se caracterizan por su versatilidad gracias a sus características móviles y su facilidad para interactuar con otros usuarios. La pantalla móvil se ha convertido en el primer espacio de socialización y relación a través de compartir contenidos.

Las aplicaciones en smartphones −y WhatsApp en particular− se convierten, pues, en una vía/oportunidad para aproximar a personas con intereses comunes a través de la tecnología y resolver sus necesidades reales a partir de la propia iniciativa individual. Whatsapp nos permite socializar y entablar conversaciones cuando lo deseemos. Además, es una herramienta que miramos constantemente, de forma rutinaria. Incluso un estudio de TomiAhonen Almanac explicaba que los usuarios lo miran de media 150 veces al día.

Los móviles dejan de ser solo teléfonos para convertirse en el instrumento más versátil, global y potente que nunca hemos disfrutado. Cada vez más pequeños, cómodos y completos, estos nuevos dispositivos se adaptan bien a nuestra vida en movimiento. Esta es una de las características más importantes de esta tecnología social: que relaciona personas construyendo comunidades de intereses, pero que también −y a la vez− las empodera, anima y promueve la acción autónoma y creativa de los usuarios. Los teléfonos inteligentes ya son parte de nuestra vida cotidiana. La gente habla directamente entre ella e interactúa mediante WhatsApp, de forma inmediata y a cualquier hora y lugar.

Life Mobile Style es, seguramente, el concepto más transformador del comportamiento social e individual que hemos conocido hasta ahora. Esta vida provoca grandes transformaciones en las pautas de consumo y de uso personal y profesional, que son bien conocidas por el mercado e ignoradas por la política. Lamentablemente, los actores políticos y las instituciones no han comprendido que la política móvil es el escenario de mayor innovación para la recuperación de nuevas prácticas de comunicación, organización y creación de valor.

También el uso de WhatsApp tiene cosas que decir en torno a la acción política y a las campañas electorales. El equipo de campaña que antes lo entienda antes podrá aprovechar las capacidades que una herramienta así permite para la acción política del día a día, y que resumiría en 5 características:

1. Posibilidad de crear grupos orientados a la acción, así como grupos temáticos, territoriales y operacionales entre los activistas. Se trata de comunicación en directo y planteamiento de acciones en tiempo real, que se pueden discutir rápidamente aunque entre estos activistas disten decenas −o miles− de kilómetros. Desde idear una acción en concreto a avisar de una noticia, discutirla y tomar una decisión al momento. Se podrían acabar, también, algunas tediosas reuniones y las respuestas que llegan tarde y mal.

2. Posibilidad de un nuevo lenguaje audiovisual. Texto, imágenes, vídeos, emoticonos… pueden ser compartidos entre los miembros del equipo. No son largos y aburridos informes de acción, sino materiales cortos y muy visuales. La creatividad en el lenguaje es muy superior gracias a la posibilidad de combinar palabras, emoticonos y recursos.

3. Creación de nuevos líderes. Se trata de liderazgos naturales en los grupos, en función de la capacidad de crear opinión y aportar buenas ideas, y en función del tiempo que dedique a la campaña. Afloran líderes y lo hacen por su talento, no por su cargo. También el lenguaje es más cercano entre todos, incluyendo al candidato o candidata, y a los responsables de campaña.

4. Posibilidad de hacer circular con rapidez elementos audiovisuales en tiempo real. El teléfono permite grabar vídeos o tomar imágenes en vivo y compartirlos entre todos los activistas para que sean subidos a la Red. Es un nuevo lenguaje audiovisual, que conecta con el lenguaje al que están acostumbrados las nuevas generaciones: vídeo, audio, imagen e infografía. La rapidez es un factor competitivo en el ecosistema digital y en la creación de la agenda pública.

5. Respuesta rápida. En una campaña electoral, la respuesta rápida a situaciones inesperadas (noticias imprevistas, ataques de oponentes, oportunidades en agenda) es clave. El wapp permite establecer protocolos de actuación, coordinar respuestas y movilizar recursos humanos y técnicos en el tiempo adecuado y de la forma más eficaz.

Los mercados son conversaciones y, ahora, relaciones inteligentes y en la palma de la mano, en tiempo real. Y parte de la política tradicional, todavía, no ha comprendido ni lo uno, ni lo otro. En las próximas campañas electorales (o de primarias) el diseño WhatsApp para la organización, comunicación y creación políticas... será decisivo. 

En coche: la primera declaración de la Infanta

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 08 feb 2014

La infanta Cristina, a su llegada al juzgado de Palma / Foto: Uly Martín

Finalmente, no ha bajado la rampa. Esta primera declaración visual y escénica de la Infanta es parte de su estrategia jurídica. “Soy, antes que nada, Infanta”, nos ha dicho con su gesto y su decisión. No había ninguna razón de seguridad para no bajar por su propio pie. Se ha sentado, también, en el lado contrario al que se sienta habitualmente, con el único objetivo de impedir un plano visible y directo de los medios a la salida del vehículo.

Estas son algunas claves para interpretar un gesto que es metáfora y símbolo, a la vez.

1. La altura y la posición son elementos decisivos en la construcción de la liturgia del poder. Sea religioso o civil. Político o económico. La distancia y la altura respecto a la audiencia o al público (o los asistentes cuando se trata de un hecho presencial); así como la posición que ocupa quien representa y ostenta el poder configuran, en parte, los símbolos del poder y, a veces, del privilegio.

Por eso el poder necesita tarimas y estrados. Púlpitos y atriles. Por eso el poder está delante, alto, encaramado; o en el centro, por encima de los demás. El poder necesita visibilidad y… distancia. Sin ella, no hay atributos de autoridad.

2. El suelo. No pisar el mismo suelo (o no estar a la misma altura) es también parte de la escenografía de la jerarquía. Moquetas y alfombras, así como espacios reservados para el paso, el acceso o la posición formarían parte también de esta interpretación tradicional de la autoridad: estoy contigo pero ni a tu altura, ni piso tu mismo suelo, ni estoy en el mismo lugar, mi disposición es superior.

Durante siglos, el poder absoluto se ha caracterizado por no pisar el suelo de los mortales ni por el esfuerzo de caminar para desplazarse. Te llevaban, te porteaban.

3. A pie. No hay duda que las condiciones particulares del acceso a los juzgados de Palma (bajada peatonal, buena visibilidad, único plano posible) hacen de la llegada a pie de cualquier persona un marco de interpretación lleno de matices y símbolos. “Bajar” de las alturas para cumplir con la justicia, es cómo caer del pedestal. Es la metáfora perfecta de la pérdida del privilegio y la distinción. Descender a lo terreno, a lo común.

Llegar a pie, además, introduce la visibilidad de la pérdida del poder del acompañamiento del coche y del personal de seguridad. Llegas tú (por tu propio pie), no te llevan. Es un cambio en la percepción de la autoridad extraordinario.

4. La pena de TV. Es evidente que la larga exposición mediática (a pesar del tramo corto de la rampa) que significaría llegar a pie es un coste en términos de imagen muy severo. Llegar a declarar a un Juzgado como imputada por fraude fiscal y blanqueo de dinero no es poca cosa, y si después de la declaración tu posición judicial puede agravarse no es agradable para nadie. Tu llegada puede reflejar tu estado de ánimo, tu actitud, tu disposición. El cuerpo habla. La posición de la cabeza (mirando excesivamente al suelo o no) hubiera revelado sentimientos de ansiedad o culpabilidad. O de confianza, seguridad y tranquilidad. No llegar a pie ha sido la primera "declaración" de la Infanta.

Si llegaba a pie, hubiera podido mirar a los medios de comunicación. Ignorarlos ha sido una señal de inseguridad, más allá del saludo con la mano, tan impostada y artificial, tan propio de las inauguraciones. Falsa seguridad. No, Infanta, no. Hoy no había saludo con la mano. Los medios no eran entusiastas ciudadanos que se alegran y se admiran de la presencia real.

5. La ofensiva posible. Cuando la Infanta (y todo el entorno de la Casa del Rey), finalmente, asumió que el coste de la declaración podía ser inferior al de la sospecha permanente, empezó un nuevo marco jurídico, político y de imagen. Al no bajar a pie, coherentemente, ha perdido una oportunidad de mostrar seguridad y serenidad. Ambas condiciones ayudaban a reflejar, más allá de los hechos, que acepta su condición de ciudadana. No ha sido así. Ahora, en manos del Juez.

Ajuste de cuentas y arrebato electoral

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 02 feb 2014

La Convención del PP en Valladolid ha transcurrido, fundamentalmente, por los caminos de la liturgia política, con el único protagonismo de Esperanza Aguirre y su decálogo liberal (iPad en mano), hasta que ha llegado el discurso de Mariano Rajoy y su particular ajuste de cuentas. Muchos cambios formales: nueva web (con la apuesta por la retransmisión del evento con Google Glass); múltiples formatos de conversación; nueva fanfarria −más dinámica− de sintonía musical; escenografía inclusiva, envolvente (un mosaico de banderas que se funde con la orografía de España); y una decidida transición (que ya había empezado hace tiempo) hacia la personalización de la proyección política del partido: del PP a POPULARES con un rectángulo con forma de ventana de diálogo de chat. Del partido a las personas, como hace unas semanas sucedió con el PSOE y la nueva imagen de socialistas. Aquellos, con mayúsculas; estos, con minúsculas. Veremos cómo se van ajustando las nuevas imágenes.

En ausencia de propuestas políticas concretas, esta Convención sirve para la fe: la fe política y la autoestima del PP. «Contad lo que habéis visto aquí», les ha pedido Rajoy a sus correligionarios. «España, en la buena dirección» es el lema de la cita. Es una promesa que se visualiza en un camino, un itinerario, un destino. Hay algo de profético y mesiánico en este storytelling político de resonancia religiosa. Promesas, como por ejemplo, otra vez, la de la bajada de impuestos que el PP llevó en su programa e incumplió nada más llegar a La Moncloa, aunque Rajoy ha preferido hablar de «profunda reforma fiscal». La flecha hacia la derecha de la escenografía (mitad icono tecnológico y mitad señal de tráfico) es un esfuerzo simbólico que quiere representar esta oferta, también, como la única dirección posible.

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