
Hay una gran expectación. Fuentes de La Zarzuela insisten en que mañana Felipe VI pronunciará «un gran discurso». Será histórico, es indudable. Pero la auténtica dimensión histórica dependerá de su contenido (formas y fondo), más que de las circunstancias del mismo. Estas pistas pueden ayudar a interpretarlo:
1. Los antecedentes. Felipe VI ha pronunciado numerosos discursos que han marcado su largo camino hasta la sucesión. El 30 de enero de 1986, Felipe juró lealtad a la Constitución de 1978 y al Rey en el Congreso de los Diputados, aceptando su rol, a los 18 años, como sucesor al trono. El, ya muy lejano, primer discurso del Príncipe, tuvo lugar cuando tenía 13 años, en el marco de los premios que llevan su nombre, el 4 de octubre de 1981. Desde entonces, ha dado 1.041 discursos.
2. La comparación. En la anterior proclamación (la de su padre Juan Carlos I, en 1975), el Rey agradecía la labor de Franco y situaba a la monarquía como el eje de integración de una España moderna, haciendo una llamada a la unidad para recorrer una nueva etapa: «Si todos permanecemos unidos, habremos ganado el futuro». El discurso de Juan Carlos I fue de unos tres minutos.
3. Los idiomas. Se especula con que Felipe VI utilice, en algún momento y más allá de un saludo protocolario, las diferentes lenguas cooficiales del país. Sería un gesto importante… y, más aún, en la sede del Congreso de los Diputados, cuyo Reglamento (en vigor y sin reforma desde 1982) sigue sin regular el uso de estas y las prohíbe expresamente, provocando más de un desencuentro entre los presidentes de la Cámara y los parlamentarios que, reiteradamente, fuerzan el reglamento para señalar la contradicción entre la cooficialidad de las lenguas y su uso en las Cortes. El rey belga, Felipe de Brabante, prestó juramento ante la Cámara y el Senado de Bélgica, en el recinto del Parlamento de Bruselas, en las tres lenguas coexistentes en el país: primero en neerlandés, luego en francés y finalmente en alemán. Su padre, Alberto de Sajonia-Coburgo, se dirigió al nuevo rey en un breve discurso que pronunció también en las tres lenguas y con el mismo orden.
Será interesante ver si, además de la utilización en el discurso de las distintas lenguas, se lleva a cabo y se pone a disposición una versión del texto escrito en cada una de ellas.
4. La puesta en escena. Felipe VI será proclamado junto a la corona (de 1748) y el cetro, símbolos de la monarquía española, que también acompañaron a su padre, Juan Carlos I, en el mismo lugar hace 39 años. Solo faltará el crucifijo, propiedad del propio Congreso, y que sí estuvo presente en la proclamación de Juan Carlos I, en 1975. Otra de las imágenes curiosas será ver a la reina Sofía pero no a Juan Carlos I en el Congreso. Se convierte así en el primer monarca europeo de las últimas décadas que abdica y no está presente en la proclamación de su sucesor.
Todos los aspectos del protocolo y la liturgia de la proclamación están contemplados en el documento informativo que La Casa Real hizo público anteayer titulado Datos sobre España, la Casa de su Majestad el Rey, la abdicación, la proclamación y otras informaciones útiles para los medios de comunicación.
5. Las palabras clave. Analizar la estructura del texto será otro aspecto relevante. Las citas (a personas, lugares o hechos históricos). La repetición de palabras o conceptos. Los datos y su visualización. Herramientas como wordle o tagcrowd pueden servir para hacernos una rápida idea de lo que destaca en su discurso.