El olor es sentido humano y metáfora social. Inmortalizado como categoría política desde que, alrededor de 1600, el dramaturgo inglés William Shakespeare escribiera La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca. En una de las escenas de la obra, que se desarrolla en la explanada del palacio real de Elsingor, el príncipe Hamlet escucha a su centinela Marcelo pronunciar la frase que se tornó célebre y universal: «algo huele mal en Dinamarca», antes de que apareciera el fantasma de su padre, el rey.
Las referencias al olor, sea sobre el frescor o el hedor, son habituales en el discurso político, y crean visuales y certeros marcos mentales y conceptuales. Cuando Juan Carlos Monedero ha dejado caer esta mañana que reclamaba que Podemos «regrese a los orígenes», reincidía en la idea que hace tan sólo dos días, durante la presentación del libro Conversación con Juan Carlos Monedero (editorial Turpial) había expresado al reclamar que su organización «recupere el frescor del 15M». El dirigente político sabía perfectamente el alcance de sus palabras. Y la profundidad de las mismas. Recuperar es la antítesis de lo que se abandona. El frescor es lo contrario de lo podrido, estancado, cerrado. Y el 15M es el corazón y el alma de Podemos. Monedero sabe, literalmente, «poner el dedo en la llaga», como ha reconocido Pablo Iglesias en la rueda de prensa de hoy en la que ha explicado que aceptaba la dimisión del que fuera cofundador de Podemos. Iglesias hablaba de su capacidad intelectual para aguijonear a los adversarios políticos y, también, de hacer autocrítica.