Sobre el autor

es asesor de
comunicación y consultor político.
Profesor en los másters de comunicación
política de distintas universidades.
Autor, entre otros, de los libros: Políticas.
Mujeres protagonistas de un poder
diferenciado’ (2008), Filopolítica:
filosofía para la política (2011)
o La política vigilada (2011).
www.gutierrez-rubi.es

Sobre el blog

Hago mía esta cita: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.” James Baldwin

Embestir la investidura

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 22 ene 2016

Podemos ha vuelto a hacerlo: anticipación, audacia, sorpresa, ataque. Su asalto a la investidura («a los cielos») es por embestidura. Pablo Iglesias ha provocado un movimiento que veremos dónde acaba: si con el Presidente que propone o, paradójicamente, con el Presidente al que se opone. La fuerza de su propuesta reside en que hace perder el control del tiempo (de la maduración) a Pedro Sánchez, en plano casi de igualdad y con una gesticulación que molesta, irrita o provoca, según las sensibilidades.

Hoy, parecen más claros los estilos para la investidura de cada líder. Rajoy es resistir. Sánchez es maniobrar. Iglesias es atacar. Y Rivera es esperar. Las preguntas son casi evidentes. ¿Rajoy puede resistir? Sí. Confía en que la ley de la gravedad de los apoyos transversales le ofrezca una fruta madura. Cuenta con el no inscrito partido del orden institucional, tan eficaz como diverso y concertado en intereses y responsabilidades.

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Mas, el Everest y Cataluña

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 09 ene 2016

Artur Mas, en la comparecencia de esta tarde en la que ha explicado (e interpretado) el acuerdo de investidura, ha utilizado una nueva metáfora. Esta vez montañera, alpina, de escaladores: «Para subir al Everest no se puede ir con sandalias». Mas, a diferencia de otras ocasiones, no ha asimilado el full de ruta a una travesía marítima, con su capitán, su embarcación, su tripulación, su ruta y su destino: Ítaca, la independencia. Esta vez, ha relacionado su proyecto político con la dificultad extrema. Es decir, con el alpinismo de los ochomiles. Con el techo del mundo. Con el Everest.

Este diciembre conmemoramos los 30 años de la primera expedición catalana con éxito a la cima del mundo. La expedición capitaneada por Conrad Blanch logró su objetivo: situar a tres alpinistas en la cumbre. Óscar Cadiach, que ya lo había intentado en dos ocasiones anteriores, fue el primer occidental que escalaba el Everest sin oxígeno por la ruta del Collado Norte y Arista Noreste, algo que, según él, abrió las puertas a un nuevo tipo de alpinismo mucho más técnico y preparado. Gracias a la fuerza de voluntad y al trabajo en equipo, el descenso que se complicó muchísimo no se convirtió en tragedia y todos los expedicionarios pudieron volver a sus hogares sanos y salvos. Sólo usaron una botella de oxígeno compartida para los tres durante la noche previa a la cima. Escalaron sin él. Antoni Ricard, el médico de la expedición, mantuvo despierto a Cadiach a través del walkie durante todo el vivac que realizó a más de 8.000 m de altitud al descender de la cumbre. Fue una de las páginas más emocionantes del alpinismo. Subir era importante. Volver, todavía más.

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Mapas del poder

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 06 ene 2016

La geografía del poder, es decir las relaciones y vínculos entre personas, organizaciones (públicas y privadas), instituciones e intereses, es un poderoso elemento de análisis para comprender lo que no es evidente, pero sí condicionante. Estos datos, cuando son cartografiados con varias capas de densidad informativa, cambian nuestra percepción y conocimiento del entorno social, porque nos cambian el diámetro, el foco y la intensidad de la mirada. Cambiar la mirada para obtener una nueva visión, es la base para encontrar nuevas conclusiones. Nuevas causalidades. Porque como decía Aristóteles, pensamos lo que vemos. O como lo confirma la neuropolítica, nuestro cerebro es, fundamentalmente, visual.

En España, algunas organizaciones sin ánimo de lucro están elaborando minuciosos (y reveladores) mapas de relaciones. La Fundación Civio y su proyecto Quién Manda es una referencia indiscutible y ejemplar. Y no están solos, aunque no es fácil mantener el enorme esfuerzo humano y profesional que supone este tipo de mapas. La realización de estas cartografías y geografías del poder se desarrolla con investigación periodística, con colaboración ciudadana (denuncias y whistleblowers cívicos) y con tecnología aplicada a los datos públicos que no están -aparentemente- relacionados. Los rastros digitales, su interpretación y relación, son una poderosa minería de información para la construcción de estos mapas de poder.

Estoy convencido que las batallas políticas del futuro inmediato se librarán, también, entre proyectos políticos capaces de utilizar estos mapas y, a la vez, tener auténticos laboratorios que les permitan pasar del del big data al data thinking, con una cuidada y eficaz política de visualizaciones para la comunicación en los ecosistemas digitales. Pensar con datos, pensar con imágenes, pensar con mapas. Hacer política con todo ello.

En este escenario, los mapas interactivos que permiten combinar un gran volumen de datos y visualizaciones a la carta de los usuarios en múltiples pantallas y dispositivos son una herramienta decisiva. En las últimas elecciones generales y catalanas hemos visto, también, como algunos medios han innovado con mapas interactivos en la presentación de datos estadísticos, electorales o periodísticos. ArcGIS, QGIS, MapBox estas son 3 herramientas con las que sencilla y gratuitamente (al menos en un principio), se pueden convertir bases de datos en mapas interactivos. También existe Gather,  una plataforma que permite crear Apps con mapas interactivos.

La utilización de mapas colaborativos para la acción política es otra dimensión al enorme potencial de estos mapas interactivos. mapea.cc es una herramienta de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI) desarrollada por Outliers Collective que sirve para mapear dos tipos de incidencias: denuncias de cualquier “ataque” a la libertad de información y cualquier tipo de acción de protesta en el ejercicio del derecho a la libertad de expresión. No todas estas iniciativas consiguen el caudal de información y participación sostenida para que se conviertan en más útiles todavía. Pero estamos al inicio de una nueva era: las cartografías sociales y las tecnopolíticas serán los mapas del futuro sobre los que representaremos las nuevas geografías de nuestro mundo.

Cuando los ríos son también flujos; las montañas, nodos; los caminos, enlaces; los océanos, la red; y los datos y sus relaciones, las nuevas ciudades.

La política y el método de Harvard de negociación

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 02 ene 2016

El método de negociación de Harvard es uno de los más usados en todas las organizaciones. Se caracteriza por ser simple y práctico. Características despreciadas -lamentablemente- en la mayoría de las tradiciones políticas. El método, desarrollado a finales de los años setenta por Roger Fisher, William Ury y Bruce Patton, nos enseña a negociar de forma eficiente a través de un proceso que se concentra en identificar y satisfacer intereses, aunque no sean compartidos a priori.

Cuatro principios son la clave de ese proceso:
1. Separar a la persona del problema.
2. Concentrarse en los intereses y no en las posiciones.
3. Inventar opciones de mutuo beneficio.
4. Insistir en la aplicación de criterios objetivos.

El paso -histórico- de las alternancias a las alternativas en la política española (después del resultado del 20D) va a obligar a nuestros líderes a revisar sus apriorismos, sus líneas rojas. Estas parecen más excusas que argumentos. El miedo a negociar los atenaza. Y los inutiliza. No se trata de renunciar a los principios, pero hay que evitar que estos impidan que la política (también la negociadora, la que pacta, la pragmática) cumpla su función de servicio público, de bien común, de interés general. Es decir: que sirva para resolver problemas, no para crearlos o agravarlos.

Estoy convencido que uno de los cambios regeneradores que debemos incorporar en la cultura política española es la capacidad de estar abierto a nuevas y diferentes influencias para la resolución de problemas, conflictos o retos. El mundo de la innovación emprendedora es una fuente inagotable de inspiración para refrescar nuestras ecuaciones y mapas mentales. Maneras de ver, maneras de pensar. Por ello, más que nunca, la política renovadora debe estar dispuesta a nutrirse de nuevas ideas, tradiciones y experiencias que vienen del mundo de la gestión. No estoy hablando de postpolítica, sino de introducir más variables para ejercer una política más deliberativa. Se trata de abrirse a nuevas disciplinas. Si las ventanas no se abren, nunca entra aire fresco. Y acabas envenenado de tu propio oxígeno, hasta que lo consumes haciéndolo irrespirable.

Mason Currey, autor de Daily Rituals: How Artists Work, investigó a más de 160 artistas y creadores de todas las disciplinas: desde compositores a filósofos, pasando por científicos, escritores y también políticos. Descubrió algo que por intuido o conocido no deja siempre de sorprender: el método inspira, el método es creativo.

El método Harvard, por ejemplo, demuestra (con décadas de éxito) cómo nuestras ideas se vuelven incapaces de resolver problemas cuando se arman desde las afirmaciones y no desde las preguntas. El que afirma, no puede dudar y casi nunca cambiar. Con ambas limitaciones es -casi- imposible y acordar. Esta es la cuestión. Se pacta con el adversario, con el rival. Pero se puede hacer cuando el miedo a perder a tu posición es menor que el miedo a perder la oportunidad de ganar, juntos, o a la vez. De nuevo, los intereses por encima de las posiciones. También en política.

Desde una renovada cultura política, parece extraño (y sospechoso) negarse -de entrada- a explorar las posibilidades de acuerdos y pactos con formaciones políticas que comparten espacios electorales, ideas políticas, y soluciones programáticas de amplia base y coincidencia. Hay quienes están más preocupados por el futuro de sus partidos y posiciones, que por los problemas de los electores y de la política. La falta de coraje intelectual es el síntoma más evidente de la falta de confianza en la política que construye. Construir una alternativa no es fácil, ni cómodo. Pero cuando es necesaria, debe ser una exigencia democrática. Este miedo, paralizante, es revelador. Y abrumador. ¿En manos de quiénes estamos, o estaremos? ¿En manos de líderes perezosos?

Los electores castigarán, con severidad, a quienes prefieran -o provoquen- una segunda vuelta… a la espera de mejorar sus hipotéticas posiciones a costa de renunciar a sus responsabilidades. Muchos ciudadanos y ciudadanas han votado para que nuestros líderes no se queden en la trinchera, en sus líneas rojas, tan confortables como inservibles para la mayoría. Quieren que las crucen, que exploren las tonalidades, las gamas de color, las hibridaciones, las mezclas. En definitiva, los compromisos, los acuerdos. Es tiempo de salir a campo abierto. Desconfiemos de los puros. Su pureza es su pereza. Y a veces nuestra perdición.

El País

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