Sobre el autor

es asesor de
comunicación y consultor político.
Profesor en los másters de comunicación
política de distintas universidades.
Autor, entre otros, de los libros: Políticas.
Mujeres protagonistas de un poder
diferenciado’ (2008), Filopolítica:
filosofía para la política (2011)
o La política vigilada (2011).
www.gutierrez-rubi.es

Sobre el blog

Hago mía esta cita: “Escribimos para cambiar el mundo (…). El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo.” James Baldwin

El PP gana, el PSOE decide

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 26 jun 2016

El resultado electoral ha sorprendido a las encuestas y a los analistas. Y ha demostrado, una vez más, que los electores indecisos (o los que deciden en el último tramo de la campaña) son los determinantes. Tiempo habrá para sacar conclusiones sobre si este resultado es deudor, adicionalmente, del Brexit, por ejemplo. Hoy no lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que el PP ha ganado muy claramente las elecciones y ha taponado —por ahora— a Ciudadanos como voto alternativo de centro derecha. El PP ha ganado pero no puede decidir solo; sin el PSOE de Pedro Sánchez, principalmente, no será posible.

Sánchez e Iglesias, igualan resultados, prácticamente, aunque con algunos jirones para ambos. Aunque Sánchez gana varias batallas perdiendo. La primera, la de las expectativas y las percepciones. El sorpasso no se ha producido. Todo el mundo le daba por amortizado, y ahí está.  La segunda, gana la prioridad en el liderazgo de las izquierdas y en el primer movimiento en cualquier posible diálogo progresista. La tercera, gana tiempo.  No está en condiciones de imponer, pero sí de poner condiciones al futuro. El suyo, incluido. La cuarta victoria, la del orgullo socialista. La resistencia del PSOE demuestra la enorme capacidad resiliente del voto socialista y de su organización. Y la quinta y última: gana la batalla interna frente a los que ya habían acordado su funeral político. Y su principal rival interna, Susana Díaz, pierde en Andalucía. Dulce derrota para Sánchez.

Mariano Rajoy no sólo ha resistido, sino que ha crecido. Gran lección. Ha demostrado muchas cualidades no siempre reconocidas. Pero a pesar de que nadie podrá exigirle nada, tampoco podrá imponer sus condiciones en solitario. Ni su presidencia está garantizada: necesitará acuerdos. El PSOE decide, en parte: la presidencia, el Gobierno, el signo político del mismo… y el calendario. Pero la situación es de estancamiento, hasta que el PSOE acuerde internamente su posición y obtenga varias mayorías reforzadas, incluyendo, seguramente, la de sus bases. El bipartidismo resiste, la nueva política flaquea. El pacto es igual o más difícil que después del 20D con un electorado fracturado. La formación de un Gobierno dependerá de la capacidad de pacto del bipartidismo. ¿Quizá ha llegado el momento de un Presidente de consenso?

Es obvio que en el funcionamiento normal de una democracia parlamentaria, pero con un acusado sesgo presidencialista, la responsabilidad de dirigir el Gobierno debe recaer en un líder parlamentario que cuente con el respaldo suficiente en el Congreso de los Diputados. Este es el juego implícito que se desarrolla en las campañas electorales, con un protagonismo acentuado de los líderes de los partidos que convierten de facto la competencia electoral en una competencia personal entre los aspirantes a la Presidencia del Gobierno. Esta es la lógica que ha funcionado durante años en un sistema caracterizado por la alternancia entre las dos fuerzas dominantes del centro-derecha y del centro-izquierda.

Al quebrarse esta lógica, y pasar de las alternancias pasivas a la construcción de alternativas activas, el automatismo entre el liderazgo del partido ganador y la candidatura a presidir el Gobierno se rompe, para entrar en un nuevo escenario en el que el resultado de la negociación entre los diversos actores políticos de un sistema más fragmentado abre nuevas posibilidades… Hasta llegar a la posibilidad de que sea Presidente un candidato que no haya ganado las elecciones (ya ocurrió el #20D pasado), o yendo mucho más allá, al límite de explorar la posibilidad de proponer un candidato no parlamentario para facilitar el acuerdo y evitar una repetición electoral, a todas luces inconveniente.

Hago estos comentarios porque la situación resultante del proceso electoral es muy paradójica: los que ganan (PP) no pueden decidir (aunque puedan intentar sumar con C’s, PNV o Coalición Canaria), sin el apoyo del que ha perdido (PSOE), pero que resulta vencedor en sus otras elecciones: en el liderazgo de la izquierda y en su propio partido. Aunque a Sánchez, parece, que se le han acabado las coartadas para intentar otras operaciones. Su pacto con Ciudadanos no suma hoy ni más votos ni más escaños que el 20D, ni —juntos-— superan al PP. ¿Hay espacio para un segunda oportunidad? No lo parece. Muy difícil, muy angosto, muy complejo.

Sánchez debe administrar bien los tiempos. Y acumular fuerzas dentro y fuera. Tiene en sus manos varias opciones: evitar unas terceras elecciones; desbloquear la política española; sumar a Ciudadanos (a cualquier operación para compartir costes y esfuerzos); demostrar que su voto es útil para gobernar (en el Gobierno o en la oposición parlamentaria); poner muy duras condiciones al PP a cambio de su abstención; o, in extremis, intentar un acuerdo a su alrededor.

Estas elecciones ofrecen, además, otras lecciones. La más importante: la de la humildad. Empezando por quienes aseguran que saben lo que quieren los electores, pasando por los que venden la piel del oso antes de cazarla, hasta llegar a aquellos que deben interpretar sus mandatos.

Guía para seguir las elecciones del #26J

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 25 jun 2016

Este domingo #26J tendrán lugar las elecciones generales en España. Son las segundas elecciones en pocos meses al no haber podido formar Gobierno ninguno de los partidos, por primera vez en la reciente historia democrática. Situación inédita, resultado -quizás- imprevisible. Un final emocional, para un resultado emocionante en una campaña en donde la vida cotidiana ha tenido más relevancia que nunca.

El número de personas indecisas todavía es muy relevante. Para seguir las elecciones, e incluso para saber a quién votar, o para clarificar dudas o reconfirmar intuiciones, adjuntamos algunas ideas que pueden ayudar a tomar un decisión formada e informada:

1. Chequeos electorales. Hay dos interesantes, para preguntar por la ideología y, a partir de las diferentes respuestas, otorgar un partido como el que más se ajusta a las respuestas. Uno de ellos es el de La Vanguardia. Otro, el test de afinidad política de El Confidencial. Y el último, el de la app de APK.

2. Gamificación. Hay otra manera de descubrir e identificar los grados de afinidad con líderes e ideas políticas. Es un ejercicio muy revelador de nuestras convicciones y nuestros prejuicios, también. Se trata de los test lúdicos. ¿Adivina quién dijo qué? Aquí tienes el de EL PAÍS y otro más para seguir explorando tus conocimientos… y tu identidad electoral.

3. Pactómetro. Esta herramienta permite imaginar escenarios de gobernabilidad en función de resultados electorales. Ayuda a tomar conciencia del voto y su utilidad en clave de mayorías parlamentarias. Crea tus pactos postelectorales con el pactómetro. Vota… y verás cómo se puede gobernar con tu voto.

4. Telegram y Twitter. Además de seguir en directo las opiniones y las llamadas a la acción de todos los partidos (así como saber cómo viven cada momento de la jornada electoral), recomiendo sí o sí seguir a politibot, creado por Eduardo Suárez, Martín González, Kiko Llaneras, Juan Font, David Martín-Corral y Jorge Galindo. Se trata de un robot que nos ofrece un montón de buena información sobre la campaña en nuestros móviles. En Twitter, todos los medios se van a hacer eco del minuto a minuto de la jornada. El hashtag será, predominantemente, #26J.

5. Ley d’Hondt. ¿Por qué es importante nuestro voto? ¿en qué provincia tiene más importancia? ¿Cuántos votos son necesarios para que un escaño cambie de un partido a otro (y a qué partido iría)? A estas preguntas nos responden desde un minisite en ABC y desde una app de inventos Montolio.

6. Especiales informativos y las apps. En la mayoría de medios de comunicación habrá (y ya hay) especiales para seguir todas las noticias de la jornada electoral, así como los resultados. Ejemplos: El País, El Periódico, El plural, El economista, El Mundo, Expansión, Sabemos, Huffington Post, etc. Y un acento especial para las Apps móviles. Para saber los resultados y las últimas noticias (en algunas incluso los programas electorales de los diferentes partidos), aconsejo la de eldiario.es, la de El Confidencial y la de APK.

7. Análisis temáticos. Por si importa mucho un tema y se quiere saber qué proponen los partidos sobre él. Respecto a medio ambiente, Greenpeace ha creado un análisis de programas. Lo mismo ha hecho Poletika respecto a cooperación, educación, sanidad, protección social, salarios, conflictos o infancia

8. Las otras webs. Unidos Podemos, Ciudadanos, el Partido Popular y el PSOE: todos tienen ya su web propia falsa, uno de los fenómenos más sugerentes y creativos en esta -¿aburrida?- campaña. Todos los partidos se lo toman con humor, menos el PP, que amenaza a sus creadores con emprender medidas legales.

9. El efecto Google. El posicionamiento en los buscadores (especialmente en Google) se ha vuelto un arma básica para conseguir la atención escasa de los electores (y en particular de los indecisos que resuelven a aplazan su voluntad en las últimas horas). Es a través de los buscadores cómo se ordenan y clasifican contenidos y, por tanto, se vuelve más rápido y sencillo obtener la información que buscamos... cuando dudamos. El posicionamiento SEO se ha vuelto clave en marketing y publicidad y lo es cada vez más en política. Aquí podemos ver cómo ha sido la campaña del #26J en Google.

10. Las redes y la nueva demoscopia. ¿Significa esto que quien gana en redes ganará en las elecciones? Por supuesto que no, pero sí que es un buen indicador para ver la evolución de la campaña de un candidato. La demoscopia tradicional mide opiniones, pero hay una nueva demoscopia que mide búsquedas, intereses, consumos. Se trata de una visión de la realidad mucho más rica e interesante. Que nos permite observar tendencias, adivinar –o intentar hacerlo- qué piensa la gente y en qué está más interesada. De entre las herramientas para ver cuál es el volumen, el tono y la orientación de la conversación recomiendo la iniciativa Elecciones 26J, un proyecto de investigación sobre visualización de datos reales elaborado por Websays, Quadrigram y Sibilare.

Espero que estos recursos os ayuden a tomar la mejor decisión. Suerte. Y nos leeemos en la noche electoral.

Final emocional

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 22 jun 2016

ScreenShot022

La última semana de las elecciones del #26J se parece, cada vez más, a una final de medio fondo. Más concretamente, la mítica prueba de 1.500 metros. El deporte (y, en especial, el atletismo) ofrece muchos paralelismos con la competición política y electoral. En estas pruebas, el equilibro entre táctica y estrategia es clave, definitivo, como lo es la administración de las fuerzas; el momento del ataque (largo o corto, en la curva o en su salida, por fuera o por dentro); la gestión psicológica de la recta final —en concreto, en la mismísima línea de cuadros—; y la «quinta marcha»: aquella que te permite intentar atrapar —in extremis— al que va delante, o separarte —definitivamente— de quien te persigue.

Estas elecciones pueden tener un desenlace no previsto demoscópicamente. La apelación emocional puede ser la quinta marcha para las fuerzas políticas: el miedo (a los malos, a los radicales, a los peligros) y el voto útil para el PP; el orgullo, la otra y la buena casta para los socialistas; la ilusión de la victoria alimentada por el sorpasso y el otro voto útil para Unidos Podemos; y el coraje sin complejos de los de Rivera. Las emociones —positivas y negativas— pueden provocar desenlaces inesperados. El pesimismo es tan contagioso como el optimismo. El miedo moviliza tanto como la alegría. También votamos con el corazón. Es la constatación de los límites de la racionalidad. Es el imperio de los sentidos que devienen sentimientos.

En el medio fondo atlético, lo psicológico se convierte en físico. Las neuronas (y las endorfinas) trasnsmutan en músculo y fibra. La resistencia empieza en la increíble resiliencia (tan desconocida como indiscutible). Y la fuerza nace en nuestro corazón. Quedan muchos días. Mejor dicho: muchas horas íntimas o compartidas. Muchas conversaciones con nuestro instinto. Y nuestros intereses. Este tramo final es inédito y puede acabar en un resultado inesperado. No tenemos antecedentes. Ni podemos establecer una línea clara que separe lo racional de lo emocional. Los electores que dudan pueden decidir con sus emociones, no con las razones que esgrimen los que pontifican. Sus dudas no son ignorantes. Son subjetivas, que no es lo mismo. Votarán lo que sientan, no lo que piensen. Cerebro emocional.

Seguir leyendo »

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal