El libro Los presidentes españoles. Personalidad y oportunidad, las claves del liderazgo político (2014), de José Luis Álvarez, profesor de INSEAD, es un trabajo imprescindible para intentar comprender lo que está pasando en España. El autor afirma rotundo y contundente: “Ninguno de los presidentes españoles merece el nombre de líder en su concepción más exigente". La sensación actual de vacío es extraordinaria. La percepción de que, más allá de sus competencias y habilidades personales y profesionales, la política española está atrapada por la personalidad de nuestros líderes es cada vez más compartida.
El último episodio ha sido el comentario displicente de Mariano Rajoy al ser preguntado por el resultado del debate del máximo órgano de dirección del PP sobre las condiciones de Ciudadanos: "Podemos aceptar muchas cosas. O no". La respuesta, más allá de la resiliente y escapista estrategia, no se puede interpretar sin una clave psicológica. Rajoy ha sometido a su partido a su personalidad, y pretende, consciente o inconscientemente, hacerlo con el Rey, con el Parlamento y con España.
Álvarez, que estudia el liderazgo político desde hace tiempo lo define así, en un artículo reciente: “Tres actividades constituyen liderazgo. La primera, visualizar futuros transformadores del statu quo, la ambición del fin. La segunda y la tercera se refieren a los medios de acción, los recursos necesarios para conseguir grandes objetivos: respectivamente, generar energía para la consecución de fines; y facilitar soportes que hagan sostenible la tracción política”. No parece que se cumplan, actualmente, estas otras condiciones.
¿Puede un partido quedar desactivado, atrapado, secuestrado por la personalidad de su líder? Sí. ¿Es conveniente que suceda en una cultura democrática sólida? No. Radicalmente no. Este debate merece, creo, abrirse. Los partidos no son propiedad de sus dirigentes, ni líderes. Son —o deberían serlo— un instrumento de servicio público, de bien común. “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política… Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”, dice la Constitución Española. Es decir, no son instrumento de sus dirigentes, ni tampoco son propiedad de sus líderes, no están al servicio ni de sus ambiciones, ni de sus pulsiones psicológicas o caracterológicas. No pueden depender del estado de ánimo de sus líderes. No están a su servicio.
Rajoy no tolera (o no entiende) que el documento de Albert Rivera sea unas condiciones. Quisiera que fuera unas conclusiones. De ahí su respuesta desabrida y casi hiriente, que le retrata y le degrada. Detesta sentirse constreñido, limitado, condicionado. Rompe sus esquemas y le obliga a negociar, aceptando que su estilo (el control del tiempo y el de la información) no tiene espacio en un mundo de limitaciones. Tiene una tentación regia en la gestión de la política, desearía que el poder fuera absoluto, pero solo es un Presidente (en funciones) de una democracia parlamentaria, en un escenario con alternativas múltiples. Quizá está descubriendo que sólo podía ser Presidente, o sólo quiere serlo, en un contexto de control total. Pero ese tiempo político ya no volverá. Nunca más. Rajoy ha pasado de la comodidad máxima (mayoria absoluta) a la incomodidad máxima (mayorías múltiples y variables).
Rajoy, o no. Esta es, también, la cuestión para él. Y el escenario que resuelve este dilema es abierto. Rajoy o tres opciones: un recambio (dentro del PP), un cambio (con una alternativa parlamentaria), o un acuerdo por elevación (entre partidos) con un candidato de consenso.
Hay 5 Comentarios
Hola, Antoni.
Buen artículo al respecto de la función de los partidos políticos y el monopolio que pretenden sus líderes. La cuestión en cada una de las formaciones al respecto del liderazgo se viene zanjando, en función del partido, con más o menos democracia interna. El PP no se caracteriza por ser del culmen del la democratización de sus decisiones, por lo tanto hemos padecido una mayoría absolutisima de Rajoy y estamos a la espera de qué sucede sobre la próxima legislatura. Yo suele cuestionarme la responsabilidad que tenemos los ciudadanos, porque hemos estado muchos años viéndolas venir y dejando que los políticos decidieran nuestro futuro sin ponerles ni una pega, hasta que llegó la "gran crisis" y la gente se dió cuenta de que tenían poder, nos hemos empoderado, pero no lo suficiente.
Cordial saludo.
Publicado por: Inma | 08/09/2016 14:28:42
Personalmente creo que en el Partido Popular se eligió al más manejable (creo que fue Aznar quien asigno a dedo a Rajoy). Les ha salido rana. Esa es la mejor definición que se me ocurre. Si se tiene en cuenta que en cuanto ocuparon la Moncloa, se dedicaron a reformar leyes a destajo, y a hacer otras nuevas que favorecieran a los intereses propios (de partido) y a sus amigos, el análisis que has hecho es perfecto. No debe hacerse, pero lo han hecho. Lo malo es que no hay manera de parar esta sinrazón. ¿Por qué el Rey ha firmado todo lo que le han puesto sobre la mesa sin rechistar?... Hay circunstancias en las que uno se tiene que definir, creo yo... Y no me vale que la Monarquía "no esté para eso"... Mientras la gente carguemos con ellos y con todo lo que nos echen encima.
Publicado por: Alba | 26/08/2016 19:57:34
Bueno, eso de que ninguno de los presidentes españoles merece el nombre de lider en su concepción más exigente, es una idea muy relativa al Sr. profesor, que por otra parte, que datos utiliza para llegar a sus conclusiones? Sin ninguna duda F. González, a pesar de las muchísimas dificultades económicas de la época, el continuo problemas del terrorismo y las "zancadillas" de más de un militar y la oposición en su completo, supo cambiar y modernizar el país y la mentalidad española. No reconocer estos hechos no es tener una concepción demasiada exigente, es no querer reconocer la realidad.
Publicado por: Pablo Antón | 22/08/2016 20:05:03
De lo mejorcito que se ha escrito sobre el abúlico en funciones. Para los libros de Historia. Chapeau.
Publicado por: Peter Mountain | 20/08/2016 0:01:06
Absolutamente de acuerdo, yo me siento casi insultado y no solo por Rajoy sino también por los que le siguen votando aunque me duela decirlo. Es la viva recreación de Franco y el franquismo.
Publicado por: rogelio | 19/08/2016 9:24:01