España vista desde la mirada de quienes nacieron en otros países. Migrados es un blog de encuentros y desencuentros, de episodios cotidianos, de integración y de lucha por la supervivencia en un entorno extraño y, a veces, hostil. Es una ventana a las vidas de personas que se han quedado en una tierra donde la crisis ha convertido a sus propios ciudadanos en emigrantes. Coordinado por Lola Hierro.
Lola Hierro. Periodista y viajera, está convencida de que su oficio debe entenderse como un servicio público. Cree que una de las obligaciones de los de su gremio es dar voz a los olvidados y a los débiles y, ante la duda, ponerse siempre del lado de las víctimas. Con Migrados quiere llamar la atención sobre un fenómeno social que no siempre recibe la atención que merece a través de las experiencias de héroes y heroínas cotidianos.
Quan Zhou Wu. China de cara, pero andaluza de corazón. Quan es diseñadora gráfica y dibujante del cómic Gazpacho Agridulce. Nacida en Algeciras en el seno de una familia profundamente tradicional, lleva 24 años intentando alcanzar el perfecto equilibrio entre sus raíces orientales y un estilo de vida muy occidental. @Gazpacho_Agri
Abdelouahed Belattar, Abdel. Es educador social y especialista en migraciones. Español de origen marroquí, él se ve de aquí de allá, o de los dos sitios a la vez. Su pasado le ha hecho tener una perspectiva diferente de las migraciones hasta el punto de estar decidido a investigar y demostrar que quienes emigran aportan mucho a la economía, a la política, a la cultura y a la sociedad, y que por ello tienen la llave para lograr un cambio social real.
Jean-Arsène Yao. Originario de Costa de Marfil, es Doctor en Historia de América por la Universidad de Alcalá (España), y titular de un Master en periodismo de agencia por la Universidad Rey Juan Carlos (España). En la actualidad combina su labor docente con actividades periodísticas.
Ernesto G. Machín. Cubano de corazón y con raíces españolas, profesor, periodista y escritor. Proviene de una familia trabajadora, vivió la época dorada de la revolución cubana y un día se convirtió en aprendiz de viajero. Un día decidió contar su largo viaje por el mundo convencido de que sus crónicas ilustraran el dulce amargo de la emigración.
Julissa Jáuregui. Madrileña de origen peruano, ha vivido más años en esta ciudad que en su natal Lima. Politóloga cuyo activismo le llevó a especializarse en cooperación internacional y migraciones. Escribir reportajes y crónicas narrando las historias de vida de los migrantes se ha convertido en una herramienta más de su reivindicación.
Sagar Prakash Khatnani. Escritor español de origen indio, y autor del bestseller internacional “Amagi”. Ciudadano del mundo y convencido acérrimo de que la cultura ha de servir para derribar fronteras, diferencias y dogmas.
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Una amiga me invito a un espacio de relax. La verdad: llegué allí con cierta suspicacia. Es un local muy amplio donde te reciben con una sonrisa. Primero, te dan una charla informativa sobre lo que ofrecen para tu bienestar. Un chico joven con dotes de pastor protestante te explica en qué consiste la terapia y te convida a dejar los problemas aparcados en la calle, al menos por el tiempo que estás ahí, para mejorar tu salud.
Se trata de unas camillas que dan automasajes con un rodillo, quiromasajes y termoterapia, que buscan el equilibrio de cuerpo y tu energía. Te ayuda a relajar músculos, reducir dolores y ansiedad, estimular la circulación y muchas otras bondades. El calorcito es agradable y se supone que tiene unos minerales que son curativos y muy utilizados en países orientales como medicina natural.
Llegan allí decenas de mujeres y algunos pocos hombres, la mayoría inmigrantes con rostros agotados manos que expresan las durezas de sus trabajos. Alguna cuenta sus dolencias corporales, a otras les duele el alma y otras animan a no faltar a la terapia porque para ellas ha representado una mejora notable para su salud. Además es gratis, te dicen (su trampita tendrá).
El sketch de la discordia
Tal como dice Shakespeare, hay mil Hamlets en los ojos de mil personas. En China, cuando preguntas a la gente cómo es España, tendrás miles respuestas distintas. Los aficionados del deporte te dirían "fútbol, la selección española, el Real Madrid, el Barça, Rafa Nadal, Fernando Alonso...". Los entusiastas del viaje te dirían "sol y playa, jamón ibérico, paella, aceite de oliva", etc. Y para quienes disfrutan de los clásicos, Cervantes y su Don Quijote seguro que son los primeros que les pasan por la cabeza. Podríamos decir que para los chinos estas palabras mencionadas son las imágenes representativas de España.
Un grupo de jóvenes canta victoria a su llegada a España tras cruzar la valla fronteriza. / Antonio Ruiz.
POR MARÍA SANDE
La presentadora de Telemadrid decía en su crónica del último salto de la valla de Melilla: “Esto, que podrían parecer murciélagos, son 500 inmigrantes…”. La expresión me dejó estupefacta.
Escuchar las grabaciones de la Guardia Civil sobre dos cadáveres de migrantes ahogados diciendo que “eso” estaba en zona marroquí y que ya “lo recogen” ellos me puso la piel de gallina. ¿Eran conscientes de que hablaban de personas, y que quizás se les podría reanimar con la asistencia adecuada?
Cada noticia que leo o escucho parece contribuir a una estrategia de deshumanización del migrante. De arrancarles sus atributos de persona para convertirles simplemente en una amenaza, algo (ni siquiera alguien) a lo que temer.
Las marchas por la dignidad salieron de ciudades de toda España y confluyeron en Madrid el 22 de marzo o 22M, día en que miles de personas unieron sus voces para clamar contra las políticas de austeridad y los recortes en derechos (dos millones según los organizadores). Las ocho marchas llegaron el viernes a pie por las seis carreteras nacionales que confluyen en la capital, pero a ellas hay que sumar todos los que se desplazaron en autobuses, trenes o coches desde diversas provincias de España y a los miles de madrileños que se incorporaron.
Entre los asistentes había reivindicaciones de toda clase: desde la derogación de las leyes del aborto y de la de seguridad ciudadana o ley mordaza, hasta el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros o el fin de los desahucios, del paro y de la corrupción política. Todas estas razones, motivos y quejas fueron apoyadas tanto españoles como por inmigrantes de diversas nacionalidades, igual o más afectados por la crisis económica y los recortes. En el escenario montado en la plaza de Colón, bajo un cartel de grandes dimensiones en el que se leía la palabra "dignidad" en todas la lenguas oficiales del Estado, algunas de las personas que se dirigieron al público tambien se acordaron de los inmigrantes que están en España y, en concreto, de los 15 que murieron ahogados en Ceuta en febrero. "Hoy en Ceuta hay 15 lápidas sin nombre. Que eso no impida conocer la verdad", clamó un portavoz por la megafonía. "No fueron muertes, fue un asesinato" y "ningún ser humano es ilegal" fueron algunos de los himnos que se elevaron por encima del resto de voces.
Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche (Madrid). / ULY MARTÍN
"Seguramente, muchos de tus vecinos de bloque ni siquiera saben lo que es un CIE". Decía esto el pasado martes Esperanza de Pinedo, de la ONG Ferrocarril clandestino, durante una rueda de prensa organizada por miembros de la Campaña Estatal por el Cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros. De Pinedo explicaba qué puede aportar un ciudadano cualquiera para conseguir el cierre de estas cárceles encubiertas. Y lo primero de todo, es la información, ya que muchas personas, aseguraba, no son conscientes ni siquiera de que existe una ley en España que permite encerrar a personas en situación irregular.
Si la población no es consciente de esto, tampoco lo será de que el Consejo de Ministros aprobó el pasado viernes un reglamento para regularizar el funcionamiento de estos centros. Para quien no lo sepa tampoco: son ocho en España (Madrid, Barcelona, Algeciras, Murcia, Valencia y tres en Canarias) y el Estado gasta al año 8,89 millones de euros para su funcionamiento mas otros 400.000 euros de subvención que otorga a Cruz Roja Española por sus labores de asistencia. En 2012, 11.325 personas fueron privadas de libertad en estas instalaciones, de las cuales solo 5.924 fueron finalmente deportadas, según la memoria anual del Fiscal Coordinador de Sala de Extranjería.
Vídeo sobre la campaña S.O.S. Europa
POR ÁNGEL GONZALO
Desde 1988, y según las cuentas de los medios de comunicación, 18.000 hombres, mujeres y menores han muerto intentando alcanzar las puertas de Europa. En otoño pasado, el mundo se estremecía al ver naufragar frente a las costas de la isla de Lampedusa, en Italia, a 500 inmigrantes subsaharianos. Hace menos de un mes, todavía más cerca de nosotros, 15 inmigrantes se ahogaban frente a la costa española de Ceuta.
Mahi Abbas, antes del accidente / Imagen cedida por la familia.
El retraso de la administración española en la concesión del estatuto de protección internacional a refugiados acarrea consecuencias para quienes lo esperan. Quizá no sean situaciones tan graves como la que vivió Manar, esa mujer siria que permaneció en Melilla con el 90% de su cuerpo quemado durante tres meses, hasta que la presión mediática consiguió agilizar los trámites. Su familia y ella obtuvieron en tiempo récord –un día- los papeles que habían solicitado. Gracias a ellos pudo viajar a la Península y recibir los cuidados médicos que en Melilla no podían darle. Este fue un caso excepcional pero, lamentablemente, existen muchas personas, muchos rostros tras los cuales encontramos una buena razón por la que deberían obtener hoy mismo la protección internacional, aunque no sean situaciones de vida o muerte, son importantes para quienes las sufren. Es el caso de Kamiran Abbas.
Kamiran es una de las primeras personas que conocí cuando huí de la guerra que sufre mi país, Siria. Nos encontramos en Egipto y viajamos juntos varios meses por todo el mundo, siempre conducidos por la organización que nos había prometido hacernos llegar a Europa. Juntos acabamos en Madrid pese a que su destino era Alemania y el mío, Suiza. Juntos también hemos vivido en el mismo Centro de Acogida al Refugiado de Madrid durante el último año. Puedo decir que, después de tantas experiencias juntos, nos hemos convertido en buenos amigos.
Kamiran es kurdo, tiene 41 años, es padre de cuatro hijos y tiene una esposa. Todos ellos están en Qamishli, su ciudad natal, ubicada al norte de Siria. Lleva un año y medio sin verles y les echa de menos terriblemente pero, sobretodo, no vive de la preocupación.
Hay tres razones que le quitan el sueño a mi amigo: la primera es la precaria situación económica en la que se encuentra su familia, que incluso ha ido a Turquía a buscar trabajo pero se ha vuelto al cabo de un mes porque no encuentra nada. Él, de momento, no puede ayudarles porque aún no ha encontrado trabajo en España. Está aprendiendo el idioma todavía. La segunda es la posibilidad de que el Gobierno sirio llame a filas a su hijo mayor, de 19 años, y este tenga que meterse en una guerra donde matas o te matan. Pero la tercera preocupación es la peor de todas: se trata de Mahi, su hija de 11 años, cuya salud pende de un hilo.
Mahi fue atropellada hace ahora tres años, pocas semanas antes del inicio de la revolución. Estaba en la carretera que pasa por delante de la casa familiar, en Damasco, cuando un coche irrumpió a gran velocidad y se la llevó por delante, dejándola medio muerta en medio de la vía. El conductor huyó, ni siquiera se detuvo, y ni siquiera se ha averiguado quién fue.
La familia llevó a la niña al hospital a toda velocidad y, una vez llegados, el diagnóstico fue desalentador porque los médicos dijeron que, seguramente, no iba a sobrevivir. Fue ingresada en coma en la unidad de cuidados intensivos del hospital, donde la enchufaron a un montón de máquinas.
Al cabo de 20 días, Mahi abrió un ojo, solo uno. Pasaron tres días más y abrió el segundo. Aún así, las secuelas eran graves. Estuvo un mes más en la UCI y otros tres en planta, donde recibió tratamiento médico y de fisioterapia. Entre otras cosas, se había roto la vértebra número 5, no podía mover ni piernas ni brazos y una pequeña hemorragia craneal le impedía hablar como antes.
Kamiran Abbas, padre de Mahi, lleva un año en España y ha solicitado el estatus de refugiado.
Al cabo de tres meses recibió el alta y la familia huyó a Qamishli, ciudad natal de Kamiran, porque la revolución estaba avivándose y les pareció más seguro refugiarse allí en vez de seguir en Damasco. Mahi tenía que haber seguido con su rehabilitación pero los recursos empezaron a escasear; ya no era tan fácil encontrar un fisioterapeuta. Aún así dieron con uno y, gracias a su ayuda, Mahi pasó de vivir en la cama a poder levantarse y caminar. No obstante, la situación del país ha ido a peor y, por tanto, los cuidados que requiere Mahi son cada vez más difíciles de administrar.
Hoy, la niña puede andar, pero tiene la mitad izquierda del cuerpo medio paralizada. No dobla la rodilla y no puede subir el brazo más arriba de su cabeza porque le duele mucho. Habla con lentitud a consecuencia de esa pequeña hemorragia en la cabeza. Además solo puede tomar líquidos y alimentos pasados por puré porque perdió casi todos los dientes en el atropello.
La guerra empeoró y Kamiran no tuvo más remedio que irse de Turquía porque debido a su militancia política está buscado por el régimen. La última vez que vio a su hija pensó que todo sería mucho más fácil; que en pocos meses habría llegado a Alemania, donde podría reunir a su familia en cuanto le concedieran la protección internacional, un trámite que tarda unos tres meses. Allí pensaba buscar un buen hospital donde dieran a Mahi los cuidados necesarios para que su estado de salud mejore.
Pero todo el viaje se torció y acabamos en Madrid, donde nos están tramitando la solicitud de protección internacional. El problema es que, según el Convenio de Dublín, una persona que pida asilo en un país debe quedarse allí hasta que se lo concedan. Y en España, el retraso es escandaloso. En teoría, el Gobierno tarda seis meses en concederlo, pero, según el Ministerio de Interior, en noviembre había unos 3.300 casos pendientes, 711 de ciudadanos sirios. Es casi el triple de las solicitudes registradas tan solo en 2012: 1.280, 755 de ellas, de sirios también. Nosotros llegamos el 24 de enero de 2013 a Barajas y ese mismo día lo pedimos. El mes pasado fuimos a la oficina de asilo y refugio a preguntar por el estado de nuestra solicitud y ambos obtuvimos la misma respuesta de la funcionaria: no sabe nada, no tiene nada. Lo de siempre.
Hasta que Kamiran no obtenga los papeles, no podrá pedir la agrupación de su familia, algo que necesita por encima de todo para que Mahi pueda recibir en España una atención médica adecuada. Lo importante aquí es que el retraso de la administración está suponiendo a una niña de once años una situación que se podría evitar. El Gobierno tiene que agilizar los trámites para toda la gente que está esperando, pero en este caso, aún con más razón.
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