Inmigrantes africanos varados en un puesto fronterizo con Panamá protesta en Paso Canoas, Costa Rica, el 19 de abril de 2016 / Andrés Arce (REUTERS)
Lamentable. Este es el calificativo que uno se permite, siendo generoso, aplicar a dos situaciones vividas por los migrantes africanos en Costa Rica y Argentina. A menudo, algunos olvidan que detrás de cada fenómeno migratorio se halla la búsqueda de mejores condiciones de vida, un lugar donde ponerse a salvo y defender la dignidad como persona humana. Pero esto les debe importar muy poco. Sino, lean.
La primera, una noticia publicada el 16 de abril en la versión digital del diario costarricense La Nación bajo el título Africanos en frontera sur llevan más de 30 horas a la intemperie y suman más de 500. Luego fueron 600. Los migrantes que decían proceder de Congo, Malí, Senegal, Ghana, Costa de Marfil, Guinea, Mozambique, Togo y Burkina Faso se vieron atrapados entre Costa Rica y Panamá cuando el primer país intentó fallidamente expulsarlos al segundo. El grupo, que contaba con 23 niños y 19 mujeres embarazadas, durmió en la calle rodeado por una cinta amarilla y un cordón de policías antidisturbios que impedían cualquier movimiento.
Lo curioso en esta historia es que, meses atrás, las autoridades costarricenses habían movilizado medios financieros y logísticos para instalar una red de albergues mediante las cuales atendieron a 8.000 cubanos varados en el país después de que Nicaragua cerrara su frontera para evitar que siguieran su camino hacia el norte. Sin embargo, nada se quiso hacer para los africanos menos numerosos que, como los isleños, buscaban llegar a Estados Unidos a través de Centroamérica y México. Los dejaron en un limbo.
Este trato degradante provocó la indignación, que no se puede menos que compartir, de la escritora y antropóloga afrocostarricense Shirley Campbell Barr. "...Y entonces? Ahhhh...son africanos...Ahora entiendo...", manifestó en su muro de Facebook la autora del poema Rotundamente negra. Al final, un centenar de inmigrantes fueron traslados a dos centros habilitados para su internamiento. Aunque lo único que querían verdaderamente estos africanos no era ni casa ni refugio, sino continuar su viaje.
Asombroso y lamentable también fue el ataque gratuito del senador argentino Miguel Ángel Pichetto contra la comunidad africana de Argentina y contra los africanos en general. Ocurrió el pasado 30 de marzo (aunque la asociación afroargentina Diafar lo denunció el 7 de abril) en el Senado de la Nación, durante la sesión sobre el pago de la deuda a los conocidos Fondos Buitre. En pleno debate, y sin ton ni son, Pichetto hizo gala de su xenofobia y racismo común en una intervención totalmente fuera de contexto.
Al argumentar sobre la incapacidad del Gobierno para conseguir una tasa de interés más baja a la hora de endeudarse en el mercado internacional, no se le ocurrió mejor idea que comparar Argentina con los países africanos, estas "repúblicas bananeras", cuando las hay, sino "inexistentes", en el peor de los casos. Y para rizar el rizo, la desatada verborrea sobre la deuda exterior del país sudamericano se transformó en una criminalización de los inmigrantes "centroafricanos" [sic] y senegaleses.
"...Una de las causas por las que tenemos que arreglar este problema es que tenemos que bajar la tasa de interés de los acreedores internacionales cuando nos prestan. En la provincia de Buenos Aires, la señora gobernadora, con todas las buenas intenciones que la caracterizan, tomó deuda al 9,7%. Creo que algunos países africanos, de las repúblicas centroafricanas...está llena en la Argentina de centroafricanos y senegaleses, ninguno en actividad lícita, la mayoría está aquí en la ciudad de Buenos Aires vendiendo productos ilícitos y de contrabando... Nadie se ocupa de este tema, no existe este tema, a nadie le importa, ese es otro tema que vamos a debatir en este Congreso. Pero repúblicas totalmente inexistentes, bananeras, con gobiernos que caen uno tras otro, y tiene que intervenir Naciones Unidas para tratar de mantener la vida de la gente, toman crédito al 9%, 10%. Y nosotros estamos sacando esta misma tasa de interés y lo mostramos como un logro. ¡1.200 millones al 9,7% de interés!".
Fin de cita.
Quizás les suene de algo. Pues sí, el famoso mensaje que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, envió al ministro de Economía, Luis de Guindos, durante las negociaciones sobre el plan de rescate del sector financiero español en 2012. "Aguanta, somos la cuarta potencia de Europa, España no es Uganda". Y paso.
Ni España es Uganda, ni Argentina es una República bananera, o tal vez sí. En cualquier caso, el que desprestigia a la clase política argentina es este señor, corto de mente, insensato en sus actuaciones e ignorante en sus declaraciones. Así se lo recordó el diario El Afroargentino apelando a las palabras del poeta de ascendencia africana Horacio Mendizábal, quien en 1869 ya había denunciado casos como este:
"En la República Argentina no hay cadenas materiales para el hombre de color, hay el desdén, el insulto, la humillación del blanco que le escupe a la cara, que le odia...Ved que al humillarle os mostráis pequeños, insensatos e ignorantes...". Casi siglo y medio después, sigue pasando lo mismo. ¡Es, sencillamente, lamentable!
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