Ortty, Sonia, Vanesa y Lucy son cuatro de las muchas mujeres nigerianas que un día tomaron la decisión de dejar su país natal para emprender la aventura hacia Europa, en busca de una vida mejor. Años más tarde, van encontrando la felicidad en la madrileña localidad de Torrejón de Ardoz, donde graciasa a Isabel López y a su hija Itaya Cabrera aprenden el castellano y algo más.
Además de la alfabetización, dan clases de canto y preparan coreografías para algunos eventos que salen o las fiestas que ellas celebran. Todo lo cual se desarrolla en el marco de la Asociación Intercultural con Nigeria Iwebewe, palabra de origen nigeriano que significa te quiero. “Me gustó mucho porque representa el amor, que es un valor universal”, comenta Isabel, a la vez que recalca que funcionan sin ninguna ayuda institucional.
Si bien no tienen recursos económicos para hacer grandes cosas, tienen sin embargo muchos recursos humanos, muchas ganas de progresar y entre todas están creando un cuerpo de grupo. El ambiente hogareño se nota en la presencia de los niños que acompañan a sus mamás. Para ellos Itaya organiza actividades infantiles y juegos educativos. A través de los dibujos y las plastilinas ellos también expresan emociones y se moldean al ver a sus madres aprender.
Igual de universal es el modo clásico —boca a boca— que utilizan los miembros del colectivo para atraer a otros. Sonia se enteró por Vanesa que a su vez supo de la asociación por Ortty. Una tras otra optaron por acudir a clases de castellano alternando con los paseos por los parques con sus niños. “He aprendido mucho en este tiempo porque la asociación nos ha enseñado a valernos por nosotras mismas”, asegura justamente Sonia.
Se presentan a entrevistas de trabajo. Ortty trabaja en una peluquería y Collins, un artista (escultor y pintor) ha conseguido un pequeño empleo realizando los premios de las galas Afro-socialistas. Precisamente, uno de los objetivos de la asociación es la autonomía económica de sus integrantes, muchos de las cuales carecen de una estabilidad laboral. Para paliar esta situación Iwebewe proyecta crear una cooperativa de producción de artesanía como fuente de ingresos.
Mientras tanto, el grupo se mira en el espejo de algunos africanos con una larga trayectoria de arraigo, como la cantante congoleña Nicole Ndongala. Por esto mismo, la asociación se ha convertido en un espacio de comunicación donde a través del baile se fomenta la convivencia. También es un espacio psicoterapéutico, porque una de sus bases es crear confianza a partir de la asistencia, hablar de lo que pasa entre sus miembros y resolver conflictos. De hecho, más que una asociación, Iwebewe es un entramado familiar en donde estas mujeres encuentran la seguridad perdida.
Así las cosas, cada martes, de seis de la tarde a ocho y media, 25 personas entre mujeres y hombres se reúnen en la sede local del partido socialista en Torrejón, municipio donde hay mayor población nigeriana, para romper patrones y dar visibilidad a su colectivo. Gracias a la activista afrocolombiana Consuelo Arboleda, que ha sido una intermediaria muy valiosa a la hora de establecer conexiones para ir a muchos lugares y hacer relaciones sociales para visibilizar al grupo, algunos miembros de Iwebewe estuvieron en la quinta gala de Afro-socialista de 2015.
Lo mismo ocurrió en la presentación de Ángel Gabilondo como candidato socialista en las elecciones regionales de diciembre del mismo año. En mayo de 2016 fueron al Congreso de los Diputados, donde tuvieron el privilegio de presentar junto con el grupo Afro-socialista una proposición no de ley contra los delitos de odio y racismo. Era la primera vez que tres mujeres nigerianas —Sonia, Vanesa y Ortty— entraban a un lugar como el Congreso. “Fue una experiencia muy bonita”, aseguraron.
En definitiva, las actividades son la excusa para tejer una vida nueva en un lugar diferente. Siempre en base “al deseo de querer aprender español, de formar parte de un grupo, de una comunidad como Torrejón, un lugar que se llama España y donde quieren tener oportunidades” según comenta Isabel. No en vano la máxima de la asociación, que se registró oficialmente en 2011, es “para pertenecer, no tienes que dejar de ser”.
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