Mujeres disfrutando en una barca/ Pixabay
“Ser o no ser. Esa es la cuestión”. Esta famosa cita de Shakespeare resume el dilema que tienen algunas mujeres que, día a día, ven recortados sus derechos y libertades en la tierra de la democracia, igualdad, libertad y otras tantas promesas.
Prohibir siempre es perjudicial, tóxico y nocivo. Estamos hablando de prohibir por prohibir. Hay prohibiciones que ayudan a la convivencia de los seres humanos en los lugares. Pero hay prohibiciones que perjudican la convivencia. Me estoy refiriendo a la prohibición del “burkini”, término que se le ha apodado a la prenda que se ponen algunas mujeres musulmanas para bañarse en lugares públicos. Es una prenda igual que la de los surfistas. Es la misma prenda que los bañadores largos que llevan algunas mujeres, solo que más ancho y cubre el cuello y los pies.
Para muchos es una atrocidad permitir esta prenda, para otros es una más que responde a las necesidades específicas de los clientes, de las personas. Y, estas personas, tienen (o deben tener) los mismo derechos que los demás para ponerse la prenda de baño que ellos quieran o piensen que se adecue con sus necesidades, estética o ideología. ¿Por qué a uno se le llama traje de baño o competición y otro “burkini”? ¿Por qué vemos con buenos ojos uno y diabolizamos el otro? ¿Quiénes somos para predicar lo que deben llevar otras personas? ¿Quiénes nos creemos para mandar a las mujeres vestir de una manera diferente de la que ellas quieren? No somos nadie. Ni nosotros ni las autoridades tenemos ese derecho. Si lo hacemos estamos usando la fuerza para crear desigualdades y que, en estos casos, esta fuerza es un atentado contra la libertad de imagen y un claro ejemplo de violencia de género.
¿En qué me baso? Hablemos un poco de leyes y sentencias. ¿Recordáis el recurso que interpuso la asociación Watani por la Libertad y la Justicia en 2011 al Tribunal Supremo español a causa de la decisión del Ayuntamiento de Lérida para prohibir cualquier prenda en la cabeza incluyendo el velo integral? Lo que el Ayuntamiento de Lérida prohibía era “acceder, o permanecer en los espacios o locales destinados a tal uso a las personas que porten velo integral, pasamontañas, casco integral u otras vestimentas o accesorios que impidiesen o dificulten la identificación y las comunicación visual de las personas”.
¿Recordáis la sentencia del Tribunal? Fue 2013. El Tribunal Supremo entendió que en el marco de la Constitución española la mujer puede elegir cómo vestir de acuerdo a su cultura, religión y forma de ver la vida.
En la sentencia se señala que no es adecuado, para justificar la prohibición que se parta del presupuesto, explícito o implícito, de que la mujer, al vestir en espacios públicos el velo integral, lo hace, no libremente, sino como consecuencia de una coacción externa contraria a la igualdad de la mujer. Creo, a título personal, que todos debemos conocer la sentencia para darnos cuenta de la inconstitucionalidad, y me atrevería a decir la ilegalidad, de las medidas que algunos municipios llevan o quieren llevar a cabo sin apoyarse en ninguna ley.
Para mí y para muchos musulmanes, y especialmente musulmanas, un factor que dificulta la integración de las mujeres musulmanas en las sociedades occidentales es la falta de una acogida respetuosa. Estas mujeres tienen que convivir diariamente con el prejuicio de una desigualdad de sexos y machismo creado a partir de falsos mitos y de, sobre todo, la ignorancia respecto a algunos temas de la religión islámica.
Un tema de total ignorancia, por ejemplo, es la inexistencia de permisión de llevar burkini a las mujeres ni bañadores a los hombres en la religión musulmana. No se trata de un tema de género sino social; tanto el hombre como la mujer deben ir vestidos con ropa suelta, modesta y digna, dicen los sabios del Islam.
Hombre andando en las inmediaciones de una mezquita/ Pixabay
Pero el tema que nos trae aquí no es la prenda en sí sino el hecho de prohibir a una persona llevar una vestimenta alegando argumentos inválidos. Que pase en un país donde no se respete la Carta de los Derechos Fundamentales vale, es intolerable pero se puede esperar de ese país. Pero que lo hagan países que dicen ser los editores y defensores de esta Carta de Derechos le quita credibilidad. Es totalmente intolerable e inaceptable. Prohibir a las mujeres musulmanas, o a cualquier persona, llevar el burkini o el burka, o cualquier prenda relacionada con su identidad, religión o ideología (siempre y cuando no ofenda a los demás); es violar la Carta de los Derechos Fundamentales y las recomendaciones del Consejo de Europa. Es prohibir derechos y libertades discriminatoriamente. Es islamofobia, en este caso.
Los recortes o más bien, la violación de los derechos que están sufriendo los musulmanes en los países occidentales no están solucionando nada porque no hay nada que solucionar. Si es para evitar el terrorismo, hay que recordar que los verdaderos terroristas no están aquí. Y hay que recordar, también, que los que trabajan o sirven a los terroristas no son gente sospechosa, son gente sin perspectivas de futuro, gente que ha nacido y crecido aquí sin ser tratada como uno más, es gente que se siente tratada como ciudadana de segunda clase, es gente en riesgo de exclusión… que ¿cuál es la solución? La solución es no seguir echando más leña al fuego culpando a los inmigrantes y musulmanes de todos los males que acontecen.
La historia nos enseñó que el odio lleva a la destrucción. El odio lleva a la deshumanización. Y nos olvidamos que todas las cosas que hacemos, se las hacemos a personas con sentimientos, emociones, pensamientos y familia. Estamos destruyendo familias, hogares y personas. Como decíamos antes, a veces prohibir complica la convivencia. Y hoy en día, Europa se está convirtiendo en abono de luchas internas. Además de las luchas en torno a quién manda en Europa, en torno a diferenciar el norte del sur de la misma Europa, en torno a diferenciar el Este del Oeste,… que todas esas luchas o debates se podrían englobar en el marco económico-político; hoy en día cada vez surgen más luchas y debates en torno al marco sociocultural: en torno a las diferencias entre norteños y sureños, entre musulmanes y ateos y cristianos creyente, entre las clases sociales, entre los racistas y los socialistas… Europa vive una realidad inestable pese al maquillaje y buena imagen que intentan transmitir los políticos (véase el ejemplo que tenemos en España de Mariano Rajoy). Europa necesita ser repensada y reconstruida. Una Europa en que todos seamos iguales. Una Europa donde se invierta en la sociedad. Una Europa ética.
Vivimos en una época de recortes y retroceso. Avanzamos un paso y retrocedemos tres. Hemos nacido y crecido en Estados de Derecho donde se ha luchado y muerto por conquistar esos derechos. Y los estamos dejando escapar entretenidos con nuestros problemas y aficiones. Las personas necesitamos parar de tocar y mirar tantas pantallas para vernos y ver a los demás, repensarnos y repensar en la sociedad…lo que tenemos que tener más que claro es que ASÍ, NO.
“El ser humano iba casi desnudo en sus comienzos, pero a medida que su intelecto se acrecentó, comenzó a utilizar ropa. Lo que soy hoy y como me visto, representa el nivel más elevado del pensamiento y de la civilización que ha alcanzado la humanidad, y no es retrógrado. Es volver a eliminar la ropa lo que representa un retroceso a los tiempos antiguos”
Tawakkul Karman. Premio Nobel de la Paz 2011.