En 1970, animados por un centenar de espectadores, 127 personas corrían alrededor de Central Park en Nueva York. Del total, 55 llegaron a la meta. Era la primera maratón de Nueva York. Hoy, esta carrera reúne a 50.000 corredores que son animados por dos millones de espectadores repartidos a lo largo del recorrido y 315 millones que siguen la carrera en directo por televisión. El maratón de Nueva York ha crecido. Y, no sólo en cifras. Un ejemplo: desde el año 2000 hay una sección oficial para participantes en sillas de ruedas. Pero, no es el único. En su misma categoría están el de Londres, Chicago, Boston y Berlín. Los cinco conforman el World Marathon Majors. Maratones al margen, en los últimos años hemos visto como las carreras urbanas han invadido las ciudades. Existen en múltiples formatos: medio maratón (21.097 km), populares, solidarias, dedicadas a profesionales... Hay una auténtica “fiebre” por salir a correr por las calles de las ciudades.
El ganador de la primera maratón de Nueva York registró una marca de 2 horas, 31 minutos y 18 segundos. La marca quedó acreditada por los árbitros que esperaban en la meta. El campeón tuvo que esperar a que se la comunicaran para celebrar la victoria. Hoy, el proceso de registrar las marcas personales también ha cambiado. Los corredores tienen acceso a sus registros de forma inmediata y no sólo a la llegada a la meta, sino a lo largo del duro proceso de entrenamientos. No es magia. No es que tengan a un árbitro cronometrando a su lado cada vez que salen a correr. Lo hacen a través de aplicaciones para dispositivos móviles. Entre todas ellas, hay una que destaca: RunKeeper. Esta aplicación (que funciona en los teléfonos con sistemas operativos Android, Windows Phone e iPhone) están tan extendida que se encuentra entre las Top 200 de la App Store. Lo que la ha llevado a ocupar la posición de liderazgo son dos factores. El primero es que cuenta con casi 10 millones de corredores registrados (de los que 5 millones son activos). Una cifra que posicionan a esta comunidad por delante de propuestas como la de Nike con su nikerunning El segundo es que fue la primera que permitió publicar los registros en las redes sociales más populares (Facebook y Twitter). Lo curioso es que Jason Jacobs la creó, en el año 2007, a raíz de la frustración que sintió mientras entrenaba para su primera maratón en Chicago con la ayuda de la aplicación de Nike. Hoy, su compañía cuenta con 25 empleados, una cifra muy alejada de los 22.000 empleados de Nike con quien compite en este mundo de las carreras.
Para salir a correr deberían bastar unas zapatillas, un recorrido y la motivación de mejorar la marca. Quizás, en este último elemento esté la razón de la “fiebre”. Disponer de una medición precisa de resultados en todo momento es una motivación extraordinaria. Este es el punto fuerte de estas aplicaciones. Ya sea Runkeeper o Endomondo (otra aplicación muy extendida), lo que obtiene el corredor es la información de los kilómetros recorridos, el tiempo invertido, las calorías consumidas y el mapa de la ruta recorrida. Hay funciones avanzadas como marcar objetivos de distancias en tiempos específicos, completar cantidades de distancias acumuladas o una carrera e incluso perder una cantidad de peso en un plazo de tiempo determinado. O detalles como la función “auto pausa” que permite gestionar las paradas circunstanciales (por ejemplo un semáforo en rojo). Si además de correr te gusta escuchar música, puedes sincronizarla según tus preferencias. Si te gusta la fotografía y llevas el iPhone, mientras corres, en el caso de Runkeeper se puede “geolocalizar” las fotografías de interés y compartirlas en las redes sociales. De nuevo volvemos a las redes. Pese a que correr se puede considerar como un deporte que se practica en solitario, lo que demuestran aplicaciones como Runkeeper es que a todos nos gusta compartir nuestros logros. De ahí que, en la actualidad la compañía no está centrada en mejorar su aplicación de registro sino en desarrollar su comunidad virtual. Su objetivo es ofrecer lo que ellos llaman “gráfica de salud”. Un universo de funciones para controlar la presión o monitorizar el sueño. La idea, la siguiente meta, es que los corredores puedan crear, almacenar y compartir; sobre todo compartir, toda esta información de manera muy sencilla.
Con redes sociales o sin ellas, el esfuerzo que exige salir a correr por las calles es y será un desafío solitario. Entre la meta y el corredor no queda espacio para otra cosa que no sea el esfuerzo personal. Lo que las redes han aportado a la “fiebre” por correr es un elemento extra: la motivación de compartir la experiencia con otros. Sean estos otros corredores, amigos, compañeros de la oficina o vecinos. Por cierto, ¡vecino! ¿quedamos para salir a correr?.