Para saber que uno está llegando a Memphis no es necesario reparar en las señales kilométricas. Basta con fijarse en cómo los souvenirs de Elvis que venden en las estaciones de servicio van ganando en sofisticación. Donde a 200 kilómetros es posible encontrar sencillas camisetas y postales con el rostro del Rey, a 50 kilómetros de la ciudad se encuentran limas de uñas con su imagen o frascos de salsa picante que, según la etiqueta, te permiten mover las caderas con su mismo ímpetu.
Una vez en Memphis pusimos rumbo a nuestro motel, que se encontraba situado, cómo no, en el Bulevar Elvis Presley. Esta ubicación nos vino de perlas ya que, a la mañana siguiente, teníamos la intención de visitar Graceland, el cuartel general de los Presley, situado en esa misma avenida.